Especial Juegos y Azar
Maestros del chance. La historia de dos colombianos que hicieron su vida alrededor de las apuestas
Jaime García y Yineth Barón encontraron una oportunidad en esta industria. A lo largo de los años aprendieron a vivir tentando la suerte.
Hace poco, Jaime García, un chancero viejo, como él mismo se denomina, le fio un chance a una cliente de marras. Ella le pidió que le hiciera uno de 5.000 pesos con la lotería El Dorado de la mañana y de la tarde. A las dos de la tarde se enteró de que había acertado en los números de la mañana, así que no dudó en llamarla a decirle que ya tenía “alguito de ganancia”, pues era acreedora de un 1.200.000 pesos. A las cuatro de la tarde fue ella quien lo llamó y le dijo que también había hecho el número de la tarde.
“Cogió dos loterías en menos de cuatro horas. Entonces guardé el ‘tiquetico’, porque eso es pagadero al portador, me fui, la busqué y le dije: mire señora, usted ya es una ricachona, se ganó 4.550 millones de pesos. Le entregué el tiquete, ella me pagó los 5.000 pesos, le dije guárdelo porque ahí está la plata”, aseguró García, quien lleva 40 de sus 69 años combinando la venta de chance con otras actividades comerciales, sobre todo en Corabastos.
Todos los que lo conocen le han preguntado por qué no conservó el premio de su cliente si era fiado y finalmente el tiquete se paga al que lo tenga en su poder, pero para él la honradez es mejor que cualquier plata. Y él sí que sabe tentar a la suerte, pues dice que los números están ahí y que la demora es ganárselos. “Son coincidencias de la vida. Usted puede hacer el chance con la placa de su carro, el cumpleaños de su hijo, el número del apartamento, su teléfono, su estatura, es cuestión de ir probando. Me ha pasado que estoy como grave para pagar alguna cuenta, me hago un chance, cojo dos números y gano, así que puedo pagar”.
Jaime comenzó en ‘abastos’, cuando el chance se hacía en papel, y ha vivido la transformación digital del negocio, donde ahora todo se hace en línea, lo que permite consultar los resultados el mismo día, sin depender del chancero. Él, conocedor empírico de la teoría de las probabilidades, defiende el chance, porque es más fácil de ganar que una lotería. “Usted tiene una oportunidad sobre 100.000 para ganarse una lotería, mientras que en el chance puede acertar en tres cifras o en una y con todos gana”.
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Según cifras de Gelsa, diariamente se reportan 2.500 ganadores de chance en el país. Jaime advirtió que es necesario asegurarse de comprarle a una empresa legal que pague los premios y también los impuestos, pues eso ayuda para la salud. “Hay muchos que juegan y juegan y no ganan porque no le tienen fe, preciso el día que no juegan cae el número y eso le pasa siempre a todo el que es jugador”, concluyó.
No fue solo suerte
Yineth Barón comenzó hace cuatro años como colocadora de apuestas independiente en una agencia de Paga Todo. Su motivación principal fue pagarse los estudios de comunicación social en la Uniminuto, pues entró a estudiar con lo del primer semestre y estaba trabajando en una distribuidora de belleza que cerró, así que no sabía qué haría para seguir su carrera.
Una amiga de su mamá la referenció para que hiciera el proceso en la empresa y quedó seleccionada. “Ahí entendieron mi situación de estudiante, entonces lo que yo hacía era trabajar por turnos, acomodando el horario a las clases”.
Cuando todo cerró por la pandemia, hubo un periodo de pausa. No obstante, al reactivarse el comercio Yineth contó con suerte, pues fue una de las primeras asesoras a las que reintegró la compañía, con todos los protocolos.
“Una colocadora de apuestas además de vender chance, responde por giros, recargas, recaudo de facturas, distintos productos. Cuando yo estaba trabajando, el boom del momento era el Chance Millonario, entonces también la tarea era promocionarlo”.
Una noche faltando como diez minutos para cerrar llegó una cliente y le dijo que le hiciera un chance. Le dio el número. “Lo hice varias veces, creo que, del afán o los nervios, me quedaba mal. Le hice cuatro con el número que no era y ella me los compró y el quinto lo hice bien, pero a la clienta ya no le quedaba dinero, así que lo dejé. Intenté venderlo, pero la gente me decía que no le alcanzaba la plata, así que lo guardé para mí y al otro día me lo gané: fueron 500.000 pesos”.
Yineth siguió avanzando en los estudios y tuvo la oportunidad de desarrollar sus prácticas en el área de comunicaciones de la empresa. Luego de un año comenzó a trabajar como auxiliar de servicio al cliente en Gelsa y está feliz, pues aplica en la empresa lo que aprendió siendo asesora.
“Hacemos charlas motivacionales dirigidas a las asesoras para que mejoren la atención y se den cuenta de que se puede brindar al cliente una experiencia significativa, pues hay clientes que no solo llegan a hacer el chance, sino a contar sus problemas. Hemos logrado una mejor atención y el número de quejas ha disminuido”.
Luego de su recorrido en la compañía, Yineth aconseja a los que están iniciando a dejar el miedo. “En algunas ocasiones uno se deja llevar por el miedo y deja muchos sueños. Es bueno iniciar, las cosas en el camino se irán dando”.