REACTIVACIÓN ECONÓMICA
¿La gente prefiere ahora vivir fuera de las ciudades? Así impactó el Covid-19 las preferencias de vivienda
La coyuntura sanitaria ha provocado flujos migratorios en los países, y el nuestro no ha sido la excepción: cientos de colombianos han visto cómo familiares y amigos regresaron a sus sitios de origen o migraron a poblaciones cercanas a las grandes urbes o a ciudades más manejables. ¿Cómo se está dando el fenómeno? Estas son las tendencias.
Los registros de teléfonos móviles de los parisinos sugieren que el 17 por ciento de ellos dejaron la ciudad la semana antes de que Francia fuera bloqueada por las medidas para contener la pandemia, en marzo de 2020. Así lo asegura Joel Budd, editor de asuntos sociales de The Economist, uno de los investigadores que participaron en el informe llamado The World 2021, publicado en noviembre de 2020 por este grupo editorial.
La pandemia condujo a una reacción protectora que ha sido mucho más drástica para las grandes ciudades. Por ello, agrega Budd, muchos urbanistas de las grandes metrópolis del mundo huyeron durante el pánico inicial, y se dirigieron a las afueras de los centros urbanos o a poblaciones pequeñas.
El ejemplo colombiano
Tendencias
Natalia vive en Bogotá y está embarazada. Desde hacía tres años venía pensando irse de la ciudad, pero la pandemia aceleró su decisión. Con su marido, contempló Armenia, Villavicencio, Montería y otras ciudades de la Costa. Se decantaron por Restrepo, a 15 minutos de Villavicencio, por el hecho de que iban a tener un poco más cerca a su familia. Compraron un terreno y ya están construyendo. Ambos seguirán ganando su sueldo en Bogotá, porque sus trabajos son remotos, pero lo gastarán en un lugar más económico. “El costo del terreno de 1.000 m2 que adquirimos más el de la construcción de la casa de dos pisos equivale a lo que cuesta un apartamento de 80 m2 en un sector de clase media en Bogotá”, dice Natalia. Y esta no será su mayor ganancia: ella y su esposo le garantizarán al bebé una vida tranquila, donde estará más cerca de la naturaleza, respirará mejor aire y podrá transportarse con sus padres fácilmente.
Los movimientos migratorios responden a tres razones principalmente, asegura Juan Andrés Castro, director del área de demografía y estudios de población de la Universidad Externado: búsqueda de fuentes de trabajo, acceso a oportunidades de estudio y el anhelo de tener mejores condiciones de vida. Y en esta última, la necesidad de vivienda desempeña un papel muy importante. “Parte de los intercambios que se ven hoy en Bogotá y los municipios cercanos están influenciados fundamentalmente por las posibilidades de acceso a vivienda que se está concentrando en municipios de la zona metropolitana”, comparte el experto.
Por eso, en el contexto actual, Amarilo ve como una oportunidad seguir impulsando su concepto urbanístico de ‘Ciudades dentro de la ciudad’. En Bogotá, Soacha, Barranquilla, Cartagena, Madrid (Cundinamarca), Soledad (Atlántico), Villavicencio e Ibagué, Amarilo está desarrollando entornos sostenibles, inclusivos y seguros, donde además de vivienda, las familias cuentan con servicios de comercio, vías, instituciones educativas, entidades de salud y espacios de recreación. “Es un mecanismo para construir ciudades y comunidades sostenibles que garanticen el crecimiento ordenado, el avance de los territorios y el bienestar de los colombianos”, agrega Moreno.
Además de buscar un menor costo de vida y oportunidades laborales, las familias hoy quieren lugares con menor contaminación, con facilidad de acceso a cercanos, con buenos equipamientos urbanos, con coberturas de salud y educación favorables, y con servicios públicos adecuados, comenta Kelina Puche, directora ejecutiva de la Lonja de propiedad raíz de Barranquilla.
Durante la pandemia, analiza Castro, una porción de la población de medianos y bajos ingresos retornó a sus lugares de origen, ante el cambio en las dinámicas productivas, al cierre de los establecimientos de comercio, y al incremento en el índice de desempleo. En el segmento de altos ingresos, agrega el experto, pudo haberse producido una movilidad temporal, “en muchos casos disponen de viviendas secundarias”, pero es probable que retornen gradualmente a sus lugares de origen. Esa es una teoría. Hay quienes piensan que la pandemia cambió las prioridades y, por ende, barajó los destinos donde la gente quiere vivir hoy.
Aunque no cuentan con una cifra representativa del mercado, comenta la directiva de la Lonja de Barranquilla, “varias de las inmobiliarias confirman que el incremento en la atención de clientes que vienen de otras ciudades está entre un 25 y 30 por ciento, especialmente en el segmento residencial, con una alta participación de personas que residían en Bogotá. El interés en la ciudad se distribuye casi equitativamente en un 55 por ciento para arriendo y un 45 por ciento para compra”.
Precisamente, para acoplarse a las necesidades de la nueva realidad, la constructora Amarilo ha entendido que la casa dejó de ser un espacio dedicado exclusivamente al descanso. “Debido a la pandemia, se fusionaron los tres espacios de la ciudad en uno: el hogar, la oficina, y el espacio de interacción social y entretenimiento, coyuntura que incrementó el interés en comprar vivienda y buscar espacios que se ajusten a las nuevas necesidades, tomando mayor relevancia la distribución, la iluminación y la conexión del espacio interior con el exterior”, agrega el presidente de Amarilo.
En los proyectos de esta constructora, toman cada vez más relevancia las zonas comunes como gimnasios biosaludables y oficinas de coworking, sin contar con todos los espacios verdes que permiten la cada vez más importante conexión con la naturaleza.
Efectos en el campo laboral
Sin lugar a dudas, el mercado inmobiliario, los precios del suelo y las dinámicas productivas hoy son grandes determinantes de los movimientos de población.
En febrero de 2021, McKinsey Global Institute (MGI) publicó un estudio llamado La economía pospandémica, el futuro del trabajo después del covid-19, que examinó el impacto a largo plazo de la pandemia en ocho economías con diversos mercados laborales: China, Francia, Alemania, India, Japón, España, Reino Unido y Estados Unidos.
Durante la última década, los trabajos se concentraron en las ciudades más grandes del mundo y la gente de ciudades más pequeñas y áreas rurales acudió a ellas. Sin embargo, el trabajo remoto que ha desencadenado la pandemia podría frenar o incluso revertir esa migración. Según el estudio del MGI, en los puestos de oficina basados en el uso de computadoras, el 70 por ciento del tiempo se podría trabajar de forma remota sin perder efectividad, en comparación con la mayoría de los otros ámbitos, donde solo entre el 5 y el 10 por ciento del trabajo se puede realizar a distancia.
Medidas para reactivar la economía
En este contexto, algunas empresas están analizando la posibilidad de abrir oficinas satélites en ciudades más pequeñas, en parte para atraer talento en esos lugares. Otras ciudades más pequeñas desarrollaron programas de incentivos para alentar a los trabajadores remotos a trasladarse.
La evolución de la geografía del trabajo dependerá de múltiples factores. De acuerdo con el estudio del MGI, los gobiernos de las ciudades podrían inclinar la balanza con incentivos fiscales para empresas y trabajadores, y las inversiones futuras en infraestructura y espacios urbanos podrían mejorar el atractivo de diferentes ubicaciones.
Según Budd, las ciudades se recuperarán no solo por las vacunas contra el covid-19 o por la efectividad de los tratamientos, sino por su capacidad innata de cambio. “Adaptarse a las crisis es lo que hacen las grandes ciudades. Si se abandonan las tiendas y las oficinas, los urbanistas encontrarán nuevos usos para ellas”, puntualiza el editor de The Economist.
Son tiempos de cambio. Habrá que esperar al próximo censo para poder determinar con números ciertos, y con su respectivo análisis, los movimientos migratorios provocados por el covid-19 en Colombia.