Especial Colombia País Sostenible
¿Pueden las ciudades colombianas proteger su patrimonio cultural y ser sostenibles a la vez?
Colombia tiene 11.122 bienes de interés cultural que no solo deben protegerse sino integrarse al desarrollo urbano y al paisajismo de las ciudades para garantizar entornos armónicos, eficientes y sostenibles.
Con más de 100 años de construida, la Casona Villa Adelaida, ubicada en la calle 70 entre carreras quinta y Séptima, en Bogotá, se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de renovación urbana sostenible. Esta vivienda de 1.450 metros cuadrados, que fue habitada durante décadas por importantes familias colombianas, fue sede de un club bohemio y albergó una reconocida discoteca, entró en crisis a finales de los años noventa y poco a poco fue quedando en ruinas.
La restauración de este inmueble, patrimonio histórico, significó todo un reto para arquitectos, urbanistas e ingenieros, quienes utilizaron materiales amigables con el medioambiente y soluciones basadas en la naturaleza para recuperar la edificación y adaptarla de manera natural al entorno.
Algo similar se ha hecho en Barranquilla y Puerto Colombia para proteger los bienes de interés cultural e integrarlos a las nuevas construcciones. En este caso se desarrolló un proyecto de espacio público que recuperó el río Magdalena, mediante procesos de conservación arquitectónica y renovación urbana que combinaron construcciones históricas con edificios modernos para darle otra cara a la ciudad.
El desafío es grande si se tiene en cuenta que en el país hay 11.122 bienes de interés cultural, según el Ministerio de Cultura. Esto implica identificar la importancia estratégica que tienen las edificaciones, los valores históricos y arquitectónicos que se quieren proteger y vincular a todos los actores públicos y privados en cada uno de los procesos de renovación.
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Para Wilben Palacios Barrera, abogado urbanista y director de la firma Brigard Urrutia, el modelo de ciudad sostenible está asociado a la innovación y al desarrollo económico ajustado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esto implica replantear el modelo económico de las ciudades, alinear la normatividad y emprender acciones bajo una mirada mucho más incluyente.
Las reglamentaciones legales no pueden convertirse en un obstáculo para restaurar las edificaciones existentes y avanzar en la construcción de ciudades sostenibles; por el contrario, las instituciones deben trabajar de manera articulada y dar continuidad a los proyectos de ciudad, precisó el urbanista.
Un gran reto, por ejemplo, son las estaciones del ferrocarril, que desde 1961 fueron declaradas bienes de interés cultural y requieren acciones concretas para reactivar el modo férreo e integrarlo a la naturaleza, que permita la adecuación de más y mejores espacios para la gente.
Otra ciudad retadora es Cartagena, declarada como bien de interés cultural y patrimonial, en donde urge adoptar un plan de manejo especial del centro histórico para avanzar en su renovación urbana.
De acuerdo con la ONU, el 68 por ciento de la población se concentrará en las ciudades para el año 2050. Esto supone que siete de cada diez personas vivirán en las urbes, una tendencia que obliga a diseñar planes de choque para garantizar que las ciudades sean realmente sostenibles y eficientes.
Colombia va por buen camino. Los Planes de Ordenamiento Territorial son una hoja de ruta importante para avanzar en la medida en que los gobiernos trabajen de manera articulada y vinculen al sector privado para remar en la misma dirección.
El aprovechamiento de los recursos naturales, la implementación de Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS) que permitan un mejor manejo del agua, la utilización de materiales amigables con el medioambiente y la generación de incentivos para la conservación y renovación de espacios, serán fundamentales para cumplir con los objetivos.