Especial Nutrición
¿Qué tan bien comen los colombianos?
A pesar de la variedad y calidad de los alimentos que produce el país, los colombianos no se alimentan bien. Predominan la comida procesada y alta en azúcares y grasas.
Según el último informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), para el 2022 la pobreza monetaria en Colombia alcanzó el 36,6 por ciento, lo que representa más de 18 millones de personas en esta situación. Este contexto socioeconómico influye significativamente en los hábitos alimentarios de las personas.
Diana Catalina Díaz, nutricionista de la Universidad Javeriana, advirtió que a pesar de la riqueza gastronómica del país, la preferencia por alimentos procesados y de bajo valor nutricional prevalece sobre opciones más saludables. Esto se ha visto agudizado por la publicidad masiva de cadenas de comidas rápidas y bebidas azucaradas en comparación con productos locales ricos en antioxidantes y nutrientes, beneficiosos para la salud, como por ejemplo, el agraz y las chuguas.
Los alimentos procesados tienen la ventaja de la homogeneización, durabilidad, condiciones de salubridad y acceso. Según Camilo Herrera, fundador y presidente de Raddar, hay un alto consumo de comida chatarra debido a que “es de fácil acceso, bajo precio y menos perecedera”.
En este contexto, las guías alimentarias desarrolladas por entidades como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la Organización para la Alimentación y la Agricultura - FAO y el Comité Técnico Nacional de Guías Alimentarias juegan un papel fundamental.
Lo más leído
Estas guías reúnen los alimentos en seis grupos: verduras y frutas; leche y productos lácteos; cereales, tubérculos y derivados; carnes, huevos, leguminosas secas; grasas; azúcares; y promueven el consumo de agua como parte esencial de una alimentación balanceada.
Según Díaz, el acceso limitado a agua potable también puede aumentar el riesgo de inseguridad alimentaria, debido a que es indispensable para la preparación y consumo de alimentos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda comer al menos 400 gramos o cinco porciones de frutas y verduras al día. Esto garantiza un consumo diario suficiente de fibra dietética y reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles como la obesidad, la diabetes, las cardiopatías, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares.
Las recomendaciones nutricionales varían según la edad, sexo, actividad física y otros factores individuales. Por ello, es crucial que los gobiernos promuevan entornos alimentarios saludables y políticas públicas que fomenten una alimentación adecuada para toda la población, destacó la OMS.
El bolsillo no da
En enero de 2024, los precios de la canasta básica aumentaron 8,35 por ciento frente a enero de 2023. Para Sara Ramírez, directora de análisis macroeconómico de Fedesarrollo, los colombianos perciben que ‘el bolsillo no da’ porque la inflación aumentó de forma sostenida en 2021, 2022 y hasta marzo de 2023.
“Además, por cuenta de la alta inflación de alimentos, que alcanzó el 27,81 por ciento en diciembre de 2022, las presiones inflacionarias fueron mayores para los hogares de menores ingresos”, precisó.
Pero también advirtió que desde marzo de 2023, cuando la inflación en Colombia alcanzó su punto máximo (13,34 por ciento), se ha mostrado una senda descendente que ya completa 10 meses en un descenso sostenido.
Colombia, ¿un país mal nutrido?
Las cifras sobre malnutrición en Colombia son preocupantes así como la falta de actualización de datos. La Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN) realizada en 2015 evidenció que el 54,2 por ciento de los hogares colombianos enfrentaban inseguridad alimentaria. Sin embargo, desde entonces no se ha realizado una nueva encuesta para conocer la situación actual.
“Han pasado ocho años, y una pandemia de por medio, y aún no hay nueva información sobre malnutrición en Colombia”, denunció Dejusticia el año pasado.
El presidente de Raddar, Camilo Herrera, afirmó que uno de los problemas del consumidor frente a su alimentación es que la costumbre supera el conocimiento y el conocimiento cambia continuamente. “Un buen ejemplo es el huevo. Hace dos décadas nos decían que era una fuente negativa de grasas y colesterol, y hoy nos dicen lo contrario”, aseguró.