Desarrollo en las comunidades
Tumaco vive la esperanza
El progreso dejó de ser un sueño para miles de habitantes del Pacífico nariñense. Atrás va quedando el olvido gracias a Zonas Futuro una estrategia del Gobierno Nacional para generar desarrollo de la mano de las comunidades.
De 60 años, curtido por las labores del campo, pero alegre y entusiasta por principio, este líder de la comunidad de San Juan Río Mira, en el Pacífico nariñense, toma con sus manos gruesas y callosas un fruto de cacao. Lo muestra con orgullo. Rojo y brillante, no es un fruto cualquiera. Es sinónimo de futuro.
En el pasado quedaron los días en que José Miguel* y la gente de la comunidad cultivaban coca. La ilegalidad y el miedo no son parte de él. Ahora, en sus fincas, lo que crece es la esperanza de un mejor camino gracias a la siembra de cacao, pimienta y palma de aceite.
“Con el cacao sé que tengo seguridad económica y que estoy haciendo algo por lo que la gente me recordará después de que me muera”, asegura con su sonrisa amplia, tan natural en este territorio exuberante de selva y mar, y tan golpeado por la violencia y el olvido.
Para muchos tumaqueños ha sido fácil empezar de nuevo. Dejar de lado los cultivos ilícitos y volver a creer.
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“Empezamos cultivando palma de aceite. Al principio, todo iba muy bien, la comunidad trabajaba y se esforzaba, pero llegó la pudrición de cogollo y afectó las plantas”, narra. Esto los llevó a la ruina. Pero pudieron más las ganas de salir adelante. Decidieron, entonces, diversificar, probar con otras semillas que se dieran en esta tierra que tenía ganas de renacer.
Esa resiliencia fue lo que puso a Tumaco y a sus poblaciones aledañas en el centro de Zonas Futuro, un programa de la Presidencia de la República a través de la Alta Consejería para la Seguridad Nacional, que busca fortalecer la seguridad nacional y de la ciudadanía, implementar el Plan de Acción Oportuna (PAO) y establecer una política para la protección de líderes sociales; todo con el respaldo e involucramiento de las comunidades porque, de otra forma, no sería posible el éxito de la iniciativa.
“Zonas Futuro nos ha ayudado a hacer que esta mezcla de profesionales tumaqueños y de otras regiones del país dinamice la producción en las fincas. El cacao nos ha dado la solución gracias a las estrategias trazadas por este proyecto apoyado por las comunidades. Hemos recuperado la confianza en nosotros y en el Estado”, precisa el líder campesino.
Hoy, el Pacífico nariñense es la primera Zona Futuro que empieza esta etapa de transformación con el desarrollo de proyectos de infraestructura social y comunitaria. Allí, con el apoyo de la Fundación Panamericana para el Desarrollo – FUPAD, se realizan acciones de fortalecimiento institucional en 40 comunidades de los municipios de Barbacoas, El Charco, La Tola, Olaya Herrera, Roberto Payán, Santa Bárbara de Iscuandé, San Andrés de Tumaco y Magüi Payán.
¿Cómo se benefician las comunidades?
Son cientos de hombres y mujeres del Pacífico nariñense los que se han impuesto el reto de entrar a la legalidad y de transformar social y económicamente la región, a través de un intenso trabajo comunitario, apoyado desde la Consejería para la Seguridad Nacional en los campos de educación, deportes, desarrollo social y agrícola.
Y un ejemplo para resaltar está en el corregimiento de La Espriella. Junto a la densa selva que rodea su casa, y acompañado por el incesante zumbido de los insectos, Édgar Roberto Díaz Jojoa, rector de la Institución Educativa Técnico Agropecuaria Nuestra Señora del Carmen de La Espriella, dice que gracias al trabajo entre la comunidad y el Ejército Nacional se ha logrado la recuperación del edificio donde funciona el plantel.
Se mejoraron la sala de informática, las aulas, las baterías de baños y el techo. Se renovó el restaurante, con lo que ahora se puede ofrecer una alimentación balanceada y en mejores condiciones de higiene y comodidad a 750 niños y jóvenes.
Ahora, Díaz Jojoa puede concentrar sus esfuerzos en crear e implementar actividades que alejen a sus alumnos del reclutamiento forzado, o de ser víctimas de otro tipo de violencias. Una de estas: el arte de ser lutier. Se trata de un programa en el que los estudiantes fabrican instrumentos musicales tradicionales como el guazá, el bombo, el cununo y la marimba, que los devuelven a sus raíces.
“Son instrumentos folclóricos que rescatan costumbres ancestrales y ritmos de la región Pacífica. Es una gran estrategia para fomentar el amor y el orgullo hacia lo nuestro”, señala el rector.
La intervención de los Ingenieros Militares sirvió para que en otra vereda se pudieran realizar obras de canalización de aguas y para establecer sistemas de reciclaje y jornadas de aseo en diversos corregimientos. A todo esto, se suman los esfuerzos para cuidar las costumbres indígenas, especialmente de los Awá, una de las etnias más importantes del suroccidente colombiano y con fuertes asentamientos en esa región del país.
“No pierdo la esperanza de ver cómo estos muchachos reviven las costumbres que se han perdido por desconocimiento o porque les da pena”, afirma el profesor Humberto Cuajibioiy, quien imparte sus clases en un colegio donde se refuerza la lengua awapit y se enseñan técnicas ancestrales agropecuarias y de caza.
Zonas Futuro contribuyó con el mejoramiento de las instalaciones, y ahora, espacios como la Casa Awá, una estructura sencilla que respeta las costumbres de esta etnia y que tiene el objetivo de avivar el interés de los jóvenes indígenas por su cultura ancestral, son usados para realizar diferentes encuentros formativos.
Las obras son parte de la gran apuesta que tiene el Gobierno en esta zona del país. De hecho, mediante la unión de esfuerzos institucionales, Zonas Futuro ha contribuido a acelerar la implementación de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial – PDET, con la ejecución de 56 proyectos de infraestructura social en donde se han invertido más de 20.500 millones de pesos.
Los PDET son la gran apuesta que tiene el Gobierno para transformar los municipios más afectados por la violencia, los cultivos ilícitos, la pobreza y el abandono, y son el resultado de un importante proceso de participación ciudadana que condensa las principales necesidades físicas de los territorios, así como las expectativas y preocupaciones hacia el futuro de miles de ciudadanos.
De esta manera, entre las obras priorizadas se destacan instituciones educativas, escenarios deportivos, muelles saltaderos y vías, con las que se mejorará la vida de 19.411 habitantes. Allí también se promueve la participación y el liderazgo como el mejor camino para transformar y construir democracia, confianza y principios de legalidad.
FUPAD también ha sido parte de esta construcción; sobre todo, para que los principios de legalidad y de recuperación de confianza encuentren nuevas posibilidades. Más de 1.165 docentes, niños, niñas, adolescentes y líderes comunitarios, de resguardos indígenas y sociedad civil, han hecho parte de 43 talleres, que desde el enfoque pedagógico de la Fundación, los ha llevado, como si fuera una película, a reflexionar y analizar sobre sus contextos y realidades, sobre su pasado y presente, para descubrir cómo se sueñan su futuro y así generar, como actores protagónicos que son en sus territorios, oportunidades de cambio que permitan un desarrollo social y comunitario, donde los valores, la cultura de la legalidad, la participación, el liderazgo, el diálogo, y la protección de niños y jóvenes sean promovidos para recuperar aquello que un día, a causa de diferentes problemáticas perdieron: la confianza.
De esta estrategia pedagógica se han recogido anécdotas que reconocen la fortaleza, el empoderamiento y la resiliencia que tienen los tumaqueños para reinventar o transformar sus acciones.
Una pequeña muestra son las miles de palabras que se obtienen al finalizar cada taller, pero que engrandecen los sueños que tienen por un futuro mejor: “Me voy con las ganas de luchar por mis sueños y ser mejor”. “Me voy alegre porque aprendí a expresarme ante los demás sin miedo, a luchar por mis sueños y metas para tener el futuro que anhelo”. “Nos comprometemos a mejorar la comunidad a través de la educación”. “Me comprometo a que los jóvenes líderes sean humildes y transparentes”. “Me comprometo a que la comunidad, por medio de estos talleres formativos, tenga más sentido de pertenencia y que esté más unida”. “Creo que lo que aprendimos hoy contribuye a la transformación del municipio porque si nosotros somos la guía de estos muchachos, debemos tratar de entender, de ser respetuosos y siempre tratar de ponernos en los zapatos de ellos para poder orientarlos de la mejor manera”.
En definitiva, la comunidad tumaqueña, con educación, la apuesta agrícola y la transformación social de la que es protagonista, se prepara para redescubrir su verdadero valor, su desarrollo armónico e integral, para comunicarse con el mundo a través de un puerto que, más que contenedores, lleve progreso, y una vía trasnacional (Carretera Binacional La Espriella – Río Mataje) que abra las posibilidades de un comercio eficiente y fluido, no solo con el resto de Colombia sino con Ecuador y Perú.
El Proyecto Mataje, que contempla un ambicioso programa de recuperación vial y que costará más de 174 mil millones de pesos, ofrece una alta rentabilidad social al recuperar una importante zona del territorio nacional.
Así las cosas, Zonas Futuro busca llegar a las comunidades a través de proyectos de infraestructura que mejoren la calidad de vida de sus pobladores, pero que, a su vez, se acompañen de iniciativas sociales que les permitan reivindicarse como campesinos a través de proyectos que impulsen el desarrollo.
*Nombre cambiado para proteger la identidad del vocero