MINERÍA
Un proyecto para salvar el bosque seco tropical
Dentro del plan de mitigación de la mina de cobre Quebradona, AngloGold Ashanti busca poner en marcha un ambicioso proceso de recuperación del bosque seco tropical en Jericó. ¿Cuál es su propuesta? *
El municipio del suroccidente antioqueño, Jericó, tiene la fortuna de contar con la mayoría de pisos térmicos, al estar ubicado entre la parte alta de la cordillera occidental y el valle del río Cauca. Esa privilegiada posición hace de esta zona del país una región con una riqueza inigualable en biodiversidad.
Sus visitantes y habitantes no solo se pueden deleitar con los paisajes cafeteros, sino también con los de bosques altoandinos y secos tropicales. Desafortunadamente, debido a la actividad antrópica que ha aumentado en los últimos 60 años, con la colonización de los valles interandinos de los ríos Magdalena y Cauca, el tamaño de estos ecosistemas se ha reducido dramáticamente. En especial, el del bosque seco tropical (BST), que tal y como explican diversos investigadores y ecologistas, estuvo a punto de desaparecer sin que lo conociéramos.
Conscientes de esta realidad en la zona, AngloGold Ashanti (AGA) ha propuesto un completo y robusto plan de acción en su estudio de impacto ambiental, con el fin de garantizar no solo la subsistencia del bosque seco tropical existente, sino recuperar buena parte del bioma que hoy se ha perdido y ampliar así los corredores naturales para conectar fauna y flora en esta región.
El bosque seco tropical es un ecosistema (aunque algunos investigadores como los del Instituto Humboldt prefieren denominarlo bioma por su complejidad) ubicado en las tierras bajas comprendidas entre México y el norte de Argentina. Camila Pizano y Hernando García, en el libro El bosque seco tropical en Colombia, explican que la principal característica de este bioma es “una fuerte estacionalidad de lluvias marcada por una época seca (menos de 100 mm de lluvia) de cuatro a seis meses al año” que ha causado “una serie de adaptaciones morfológicas, fisiológicas y de comportamiento en plantas, animales y microorganismos para los cuales vivir en el bosque representa un reto”.
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Estas adaptaciones surgen como una respuesta de las especies para soportar la temporada de lluvias –en la que los bosques se convierten en selvas húmedas– y el verano –en el que los árboles y plantas se secan, y los cuerpos de agua disminuyen drásticamente–. Esa característica hace que en el BST haya altos niveles de endemismo y una variedad de ecosistemas que van desde el semidesértico hasta el bosque húmedo.
De acuerdo con las investigaciones del Instituto Humboldt, el BST se encuentra “en seis regiones biogeográficas diferentes: el valle del río Patía en el sur del valle geográfico del Cauca, el valle del río Cauca, el alto y medio valle del río Magdalena, Santander y Norte de Santander, la costa Caribe y la Orinoquia”, y su importancia, explica Brigitte Baptiste en el mismo libro, radica en “la estabilización de los suelos, el ciclaje de nutrientes, la regulación hídrica y climática y la provisión de alimentos”. Así mismo, al colindar con zonas agrícolas y ganaderas, “brinda la posibilidad de mantener especies de insectos que ayudan en el control de plagas y vectores de enfermedades”, según las investigaciones de instituto Humboldt.
Sin embargo, pese a su belleza e importancia, el BST está a punto de desaparecer. En el mundo solo quedan cerca de un millón de hectáreas y un poco más de la mitad están ubicadas en Suramérica, de acuerdo con los datos del Instituto Humboldt. En el país, originalmente, este bioma abarcaba cerca de 9 millones de hectáreas (alrededor del 8 por ciento de su superficie continental), pero ahora solo quedan entre un 3 y 8 por ciento. Los distintos estudios de esta institución dan cuenta de que el 65 por ciento de las tierras donde antes había BST presentan desertificación. En otras palabras, aunque este bioma ha sido deforestado para actividades de agricultura y ganadería, la fertilidad de estas tierras se agotó, convirtiéndose en semidesiertos.
Diversos estudios, liderados por el Instituto Humboldt y otros centros de investigación, han descubierto en lo poco que queda de BST en el país, en las últimas dos décadas, alrededor de 2.600 especies de plantas (83 endémicas), 230 especies de aves (33 endémicas) y 60 especies de mamíferos (3 endémicos). Biodiversidad que se encuentra amenazada o en vía de extinción por la deforestación.
En Antioquia la situación no es distinta. El BST se localiza en las regiones del cañón del río Cauca (La PintadaPuerto Valdivia) de Dabeiba y Uramita, y de la costa Caribe en Arboletes, y también están a punto de desaparecer. Según un informe de Corantioquia, “los pocos remanentes de bosques que aún persisten se encuentran rodeados por grandes matrices de potreros, rastrojos y cultivos, que en la mayoría de los casos se mantienen debido a que se encuentran en terrenos con altas pendientes, que los hacen menos asequibles para establecer explotaciones agropecuarias. Sin embargo, estos remanentes son permanentemente intervenidos, ya que se constituyen en la única fuente de abastecimiento de madera con diferentes propósitos en el ámbito local”.
En el caso de Jericó, el BST se halla en la parte baja del municipio, en la vereda Cauca. De acuerdo con el estudio realizado entre Corantioquia y el Instituto Humboldt, esta zona tiene una cobertura potencial de cerca de 4.800 hectáreas. No obstante, en 2014 solo había 954 hectáreas distribuidas en cerca de 100 parches, que en su mayoría no pasan de las 20 hectáreas. Una investigación posterior de ambas entidades arrojó que en 2016 dicha extensión se había reducido a 626 hectáreas. Una altísima tasa de deforestación que de no detenerse acabaría con el BST de Jericó en los próximos cinco años. Entre otras cosas, la acelerada reducción de ese bioma se debe principalmente a las actividades humanas. Según el Estudio de Impacto Ambiental de AGA, hoy los principales usos del suelo en el valle del municipio son ganadería (con el 64,76 por ciento), conservación (3,48 por ciento) y agroforestales (6,75 por ciento).
Esos datos dramáticos demuestran que el BST está en vía de extinción y, con él, todas las especies que la habitan, sin contar con la reducción de agua que habría en la región y la desertificación de grandes porciones de tierra. Por eso, es necesario un urgente plan de salvamento de este bioma en el municipio de Jericó, que también sea base y ejemplo para otros municipios que atraviesan por la misma catástrofe ambiental.
El compromiso de AngloGold con el BST
Como se sabe, la compañía sudafricana AngloGold Ashanti (AGA) se encuentra en proceso de licenciamiento de su proyecto de cobre en Jericó. La mina Quebradona sería la iniciativa de explotación de cobre subterráneo más grande de Colombia y entraría en operación una vez se apruebe el Plan de Trabajos y Obras (PTO) por parte de la Secretaría de Minas de Antioquia y en cuanto la Agencia Nacional de Licencias Ambientales haga lo mismo con el Estudio de Impacto Ambiental (EIA).
La concesión minera abarca 7.593 hectáreas de la parte baja y alta de Jericó, y la duración de la mina será de 38 años dividida en cuatro fases: 4 años de construcción y montaje, 21 de extracción, 3 de cierre y 10 de poscierre, sin contar los más de 14 años de prospección y exploración. El depósito mineral, denominado Nuevo Chaquiro, se encuentra ubicado en la vereda Quebradona a una profundidad de 400 metros. Se estima que se exploten 4,9 millones de toneladas de concentrado polimetálico compuesto por un 80 por ciento de cobre y un 20 por ciento de oro, plata y otros minerales. El área que se intervendrá será de alrededor de 600 hectáreas, de las cuales 500 están ubicadas en el valle del municipio, en la vereda Cauca, zona en donde se halla el poco BST de Jericó. De hecho, AGA, según su EIA, afectará entre 40 y 50 hectáreas de este bioma.
AngloGold ha entendido el grave riesgo en el que se encuentra no solo el BST, sino otros ecosistemas como el bosque altoandino en Jericó. Por esa razón ha diseñado, como parte de su EIA, un plan de mitigación y compensación ambiental enfocado en recuperar y preservar estos ecosistemas y la cuenca de los ríos Piedras y Frío. El impacto sobre unas pocas decenas de hectáreas de BST será compensado con creces por la compañía, tal y como se describe en su plan. La ley les exige llevar a cabo una estrategia de mitigación en alrededor de 1.100 hectáreas, y la compañía propone un trabajo en más de 2.500 hectáreas para mejorar la biodiversidad y recuperar la conectividad de los ecosistemas entre el río Cauca y el Distrito de Manejo Integrado Cuchilla Jardín Támesis. En otras palabras, se trata de reconstruir y recuperar los circuitos ambientales y ecológicos entre la parte alta de la montaña y el valle, que hace décadas estaban desconectados. Ese proyecto, por supuesto, incluye darle nueva vida al BST.
“A lo largo de su historia, Jericó ha perdido buena parte de sus ecosistemas. El BST se encuentra en peligro de extinción, y nosotros no hemos venido a ser parte del problema y a darle la estocada final a este tipo de ecosistemas. Al contrario, nuestros más de 15 años de estudios científicos de la región nos dan la suficiente experiencia para proponer un plan que le devuelva la vida al BST. Queremos que Jericó también sea ejemplo de recuperación de ecosistemas”, explica el gerente de Asuntos Corporativos e Innovación de AGA, Juan Camilo Quintero.
El plan de AGA de mitigación ambiental está compuesto por cinco acciones: 1) conectar el BST de la región del valle, 2) conservar el BST de la cuenca de la quebrada El Guamo, 3) preservar la cuenca del río Piedras, 4) conectar la zona alta con el BST del valle, y 5) generar una zona de amortiguamiento del Distrito de Manejo Integrado de Jardín Támesis. A este proyecto se le suma la construcción de un parque biodinámico en el valle del río Cauca (predio San Antonio). Este parque ecoturístico de 10 hectáreas será la punta de lanza de reforestación del BST en el resto de la región, ya que este contará con viveros y lugares adecuados, especialmente para el desarrollo de proyectos de investigación, a fin de llevar a feliz término el proceso.
“Nuestro sueño es que cuando el proyecto cierre, quede un bosque seco tropical recuperado que ofrezca los servicios ecosistémicos no solo a los jericoanos sino a todo el departamento. Este es nuestro aporte para que en un futuro el valle del río Cauca sea un corredor del BST”, explicó Quintero.
*Contenido hecho en colaboración con el proyecto Quebradona