GRUPO RÍO BOGOTÁ
ESPECIAL: Córdoba, el humedal que la comunidad salvó del cemento
Desde el año 2000, una acción popular ha evitado que a este ecosistema lo alcancen las obras en concreto, una medida que es vigilada a diario por seis vecinos del sector. Aunque es uno de los humedales más conservados y con más aves en Bogotá, las aguas residuales lo agobian.
Itza, la princesa del agua de los muiscas, tenía el dominio sagrado de sus tierras. Cuenta la leyenda que en la época prehispánica, el hoy humedal Córdoba, ubicado en la localidad bogotana de Suba, era llamado Itzatá, uno de los cuerpos lagunares donde los indígenas realizaban pagamentos y rituales ancestrales a sus dioses como Bachué, Bochica o Chiminigagua.
Hacía parte de un vasto complejo de humedales, lagos y cuerpos de agua gobernados por los muiscas, como Huzhe Tibacuy (hoy La Conejera), Tibabuyes (Juan Amarillo), Jaboque y Tibanica, donde el común denominador era el reino animal representado por majestuosas aves como la tingua bogotana, el cucarachero de pantano y el pato turrio, enigmáticas serpientes, ranas, asustadizas musarañas y comadrejas.
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Con el paso del tiempo, estos epicentros de biodiversidad, cultura e historia fueron mermando su tamaño para dar paso a las zonas urbanizadas y a las principales avenidas. Hacia 1950, Bogotá contaba con más de 50.000 hectáreas ocupadas por estos cuerpos hídricos, cifra que disminuyó a paso galopante con la llegada del cemento.
A pesar de su fragmentación, las aves son las dueñas absolutas del humedal Córdoba. Foto: Mauricio Castaño.
Hoy en día sólo sobreviven 726,6 hectáreas distribuidas en nueve localidades y agrupadas en 15 parques ecológicos de humedal. Es decir que en 70 años, cerca del 98 por ciento de los sitios hídricos y sagrados de los muiscas quedó sepultado bajo el concreto, una hecatombe ecosistémica que abunda en las zonas de humedales de Colombia.
Itzatá no se salvó de los estragos de la civilización. La construcción de las avenidas Suba, Boyacá, Córdoba y la calle 127, y de barrios como Niza, Pontevedra, San Nicolás, Julio Flórez, Mónaco, Prado Veraniego sur, Canódromo, Batán, Potosí, Puente Largo y Santa Rosa, lo fragmentaron en tres sectores, donde el cuerpo de agua está distribuido en 40,5 hectáreas.
Los vertimientos de aguas residuales, la proliferación de basuras y escombros y la presencia de habitantes de calle, empezaron a palidecer su belleza biodiversa y ancestral. El pasto kikuyo se regó por la zona y las especies invasoras, como el buchón, aparecieron en el espejo de agua. Pero Córdoba seguía vivo, aunque sus habitantes no lo sabían.
A finales de la década de los 90, los vecinos de Córdoba empezaron una lucha por evitar le llegada del cemento. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.
Hallazgos desconocidos
Mauricio Castaño, un bogotano de 49 años, siempre ha vivido en una de las casas del barrio Niza antigua, que colinda con el sector tres del humedal Córdoba. Recuerda que cuando era pequeño jugaba con sus amigos en algunos sitios aledaños a las 21,4 hectáreas que conforman esta parte del ecosistema, donde encontraba una gran cantidad de ranas sabaneras y aves que lo maravillaban con su canto.
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“En esa época los habitantes lo veíamos como una zona verde o un parque. Con un vecino de la cuadra íbamos a un espejo de agua cristalino lleno de ranas, donde él las cogía y las metía en un frasco para luego vendérselas a las vecinas del barrio”.
Aunque Castaño creció en medio del humedal, durante muchos años ignoró la importancia ecológica del sitio, al igual que la mayoría de los vecinos. Con el incremento de las afectaciones ambientales, como las aguas residuales y las basuras, muchos lo empezaron a ver como un caño maloliente.
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Mauricio Castaño lleva más de 20 años defendiendo al humedal Córdoba. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
A mediados de los años 90, unos vecinos del sector conformaron la junta de acción comunal de Niza antigua, que nació debido al alto deterioro del barrio por la llegada del comercio. “Ellos fueron los primeros que hablaron sobre la necesidad de recuperar el humedal y corrieron el rumor de que era un sitio lleno de patos y aves acuáticas”, dice Castaño.
Los ciudadanos crearon un comité ambiental para empezar la defensa de Córdoba, un grupo en el que Castaño decidió participar. “Durante dos años, cerca de 15 vecinos recorrimos el humedal para conocerlo, levantar información y tomar fotos. Una persona de la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO) nos enseñó sobre las aves y empezamos a pajarear. Registramos cerca de 90 especies”.
En esos recorridos por la naturaleza desconocida, Castaño comprendió que había crecido al lado de un tesoro biodiverso incrustado en medio de la jungla de cemento, y que la mejor forma para defenderlo era conocer sus aves. “Es la única manera en la que se logra entender la relación que hay entre la fauna, la flora y el ecosistema”.
En los 90, Córdoba contaba con 90 especies de aves. Hoy ya suma más de 150. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
Empieza la lucha
En 1998, el deterioro ambiental causado por la actividad humana en Córdoba y otros humedales de la capital, llevó al Distrito a tomar medidas. La administración distrital propuso una serie de intervenciones que tenían al cemento como protagonista, acciones que alertaron al recién conformado grupo ambiental.
“La propuesta era dar marcha a un proyecto de ciclorrutas en el sistema de humedales Juan Amarillo, Córdoba y Jaboque. Luego de consultar varias normas vigentes, nos acercamos al Distrito y le dijimos que el proyecto era netamente urbanístico y no consistía en recuperar y descontaminar al humedal”, explica Castaño.
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La respuesta de la Alcaldía alarmó aún más a la comunidad defensora, conformada en su mayoría por personas jubiladas. De forma tajante les informaron que el proyecto ya estaba diseñado y contratado, es decir que no tenía marcha atrás. Los habitantes no se quedaron de brazos cruzados: abrieron varios expedientes en la Defensoría del Pueblo, Procuraduría y Ministerio de Ambiente, que no llegaron a feliz término.
Los seis defensores de Córdoba: Mauricio Castaño, Luz María Gómez, Jorge La Rotta, Luis Jorge Vargas, Luz Helena Vélez y Liborio Sánchez. Fotos: Mauricio Castaño y Luz María Gómez.
La comunidad no tuvo otra opción que instaurar una acción popular en el año 2000 contra la Alcaldía de Bogotá, un mecanismo nuevo en el país para que frenara el proyecto de las ciclorrutas en Córdoba. Este ejercicio contó con la asesoría jurídica y técnica de la Fundación La Conejera y la junta de acción comunal de Niza, en ese entonces conformada por cerca de 100 personas.
“Me encargué de coordinar el proceso, un trabajo en equipo con la comunidad. En esa época las acciones populares eran nuevas en Colombia, por lo cual la medida fue rápida. A los seis meses salió el fallo en primera instancia a favor del humedal por parte del Tribunal Administrativo de Cundinamarca. Dos meses después, el Consejo de Estado ratificó el fallo en segunda instancia”, recuerda Castaño.
La unión de la comunidad convirtió a Córdoba en uno de los humedales más biodiversos y conservados de Bogotá. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
Freno al cemento
El fallo de la acción popular le prohibió a la Alcaldía y a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) adelantar cualquier obra sin el aval de la comunidad del humedal Córdoba.
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En pocas palabras, la unión comunitaria le ganó la batalla a la visión de humedales con obras en concreto de la administración de ese entonces, que sí salió victoriosa en humedales como Juan Amarillo, donde proliferan las ciclorrutas y se adecuó una parte con cemento que luce como una piscina, y Santa María del Lago, gobernado por senderos duros.
“La medida le ordenó al Acueducto a sentarse primero con nosotros para definir de manera concertada las intervenciones en el humedal, todo a través de la creación de un plan de manejo ambiental conjunto entre el Distrito y la comunidad”, afirma Castaño.
Los vecinos del humedal han construido tejido social en la comunidad para evitar las afectaciones de las obras. Foto: Mauricio Castaño.
La decisión motivó a seis habitantes de Córdoba a crear un equipo interdisciplinario: tres miembros de la junta de acción comunal de Niza y tres vecinos de la zona, defensores del agua que se encargarían de hacerle una minuciosa veeduría a la acción popular, un trabajo que inició en el 2000 y que ya suma más de 20 años.
Además de Castaño, graduado como diseñador gráfico, los otros cinco veedores de Córdoba son la psicóloga Luz María Esperanza Gómez, el ingeniero Jorge La Rotta, el biólogo Luis Jorge Vargas, la enfermera Luz Helena Vélez y el médico Liborio Sánchez; casi todos jubilados de su profesión y con el propósito de defender la vida del ecosistema.
En esa época, el estado del humedal no era el ideal, pero tampoco presentaba un alto deterioro. Castaño recuerda que la EAAB les decía que era un desastre y que no había nada para defender, “pero nosotros evidenciamos más de 90 especies de aves, espejos de agua, bosques y componentes ambientales que desaparecerían por las obras en cemento”.
Los vecinos recorrieron palmo a palmo el humedal para conocer la flora y fauna del ecosistema. Foto: Mauricio Castaño.
El freno del concreto no fue inmediato. Aunque el fallo ordenó la concertación con la comunidad desde el año 2000, no fue sino hasta 2005 que empezaron a verse los resultados.
“El Acueducto intentó iniciar las obras sin nuestra participación, por lo cual le metimos un desacato. La empresa instauró varias tutelas, todas perdidas, y en 2005 la Corte Constitucional dio su visto bueno a la acción popular y la dejó en firme. En este proceso se agotaron todas las instancias jurídicas”, indica Castaño.
Luz María Gómez, una de las defensoras de Córdoba, va seguido al humedal para recargar energías. Foto: Luz María Gómez.
El renacer de Córdoba
Luego de cinco años de ires y venires jurídicos, en 2005 la comunidad y el Distrito empezaron a sentarse en la misma mesa.
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“Nos sentamos a concertar entre 2005 y 2006 y construimos un documento conjunto, que coincidió con la construcción de la Política de Humedales del Distrito. En 2007, el Acueducto contrató los estudios para el plan de manejo ambiental, que fue aprobado por la Secretaría de Ambiente un año después”, manifiesta Castaño.
El plan de manejo ambiental de Córdoba contempló una serie de obras para su recuperación, las cuales no giraban en torno a las obras dentro del humedal. La concertación con los vecinos quedó incluida en el plan, medida que blindó al ecosistema de construcciones duras que afectaran su biodiversidad.
Los sectores dos y tres del humedal fueron recuperados con varias obras que arrojaron la creación del hábitat acuático. Foto: Darwin Ortega.
En 2009 iniciaron las obras en Córdoba. La primera fue la inyección de aguas limpias de los cerros orientales a través de la quebrada Santa Bárbara, intervención conocida como caudal ecológico que potenció la biodiversidad del humedal.
“Córdoba es el único humedal en la ciudad que cuenta con un caudal ecológico: una inyección de agua limpia que potencializó la vida y le dió un respiro al ecosistema, algo que hoy es visto como el mayor logro en los humedales bogotanos”, anota Castaño.
La quebrada Santa Bárbara le inyecta sus aguas cristalinas al humedal Córdoba. Foto: Mauricio Castaño.
La segunda obra fue la reconformación hidrogeomorfológica, es decir la creación del hábitat acuático por medio de dragados. El sector tres, entre las Avenidas Suba y Boyacá y al lado del club Choquenzá, que estaba deteriorado por las aguas residuales y basuras del norte de Bogotá, fue el primero en pasar al tablero. “Se retiraron los residuos del cuerpo de agua y la zona quedó restaurada en 2010”, complementó el gestor ambiental.
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Para Castaño, la única forma de proteger los humedales de una ciudad tan agresiva como Bogotá y aún carente de cultura ciudadana, es el cerramiento. “Por eso, la tercera obra contempló los primeros cerramientos en los límites con las avenidas, para así evitar que personas llegaran a arrojar escombros o afectar al ecosistema”.
La cuarta intervención fue un plan piloto en el barrio Niza para la eliminación de las conexiones erradas, es decir aquellas viviendas, industrias o edificaciones que conectan las aguas residuales al sistema de aguas lluvias, intervenciones que terminan deteriorando la calidad hídrica del humedal.
El cuerpo de agua, que permanecía oculto por el buchón, fue emergiendo luego de las primeras intervenciones. Foto: Darwin Ortega.
“Todos los barrios alrededor del humedal tienen alcantarillado pluvial y sanitario separado. Sin embargo, cuando los ciudadanos hacen obras nuevas en sus casas o se ponen en marcha nuevas edificaciones, prefieren conectarse a la red de aguas lluvias para arrojar los vertimientos y así disminuir los costos”, denuncia el coordinador ambiental de Córdoba.
En Niza, según Castaño, están identificadas 144 casas con conexiones erradas. El proyecto piloto sólo corrigió 59, es decir que aún siguen pendientes 90. “Desde 2010, la Empresa de Acueducto no ha querido terminar el proyecto para pasar a los otros sectores del humedal. Esta es la mayor problemática ambiental del ecosistema”, dice.
Mauricio Castaño y cinco vecinos del humedal se han convertido en la voz del humedal Córdoba. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
La llegada de los senderos
Desde 2010, el Acueducto destina un presupuesto anual para las intervenciones que requiere el humedal Córdoba, obras que son avaladas por la Secretaría Distrital de Ambiente y la comunidad.
“Ya llevamos tres fases de cerramiento con malla eslabonada y la reconformación del cuerpo de agua en el sector dos, ubicado entre las avenidas Córdoba y Suba, obras contempladas dentro del plan de manejo ambiental. Desde 2007, Córdoba cuenta con administración propia”, dice Castaño.
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En 2012, el Acueducto citó a los seis miembros del equipo interdisciplinario del humedal para que conocieran un nuevo proyecto de paisajismo basado en senderos, que no tendría como protagonista al cemento.
Los senderos de Córdoba son en madera y elevados para el paso de la fauna. Foto: Mauricio Castaño.
“Llegamos a la conclusión de que el mejor modelo para algunas zonas puntuales de Córdoba eran los senderos elevados en madera, similares a los que desarrolla Parques Nacionales Naturales. La primera fase de esta obra inició en 2014 en el sector dos, y contó con la veeduría del equipo interdisciplinario”.
A diferencia del humedal Santa María del Lago, donde hubo sobreuso de cemento para construir senderos, los de Córdoba son en madera y están elevados para que la fauna pueda transitar tranquila sin alterar sus comportamientos naturales.
“En el documento de concertación derivado de la acción popular quedó prohibido construir ciclorrutas, plazoletas, alamedas y talar árboles para hacer cualquier proyecto de paisajismo en Córdoba. Esta medida es un tipo de ley adicional que ha salvado al humedal de la llegada del cemento”, recalca Castaño.
El sector dos del humedal es el único que por ahora cuenta con senderos ecológicos. Foto: Jhon Barros.
Nuevas obras
En el sector tres del humedal Córdoba, que colinda con los barrios Pontevedra, San Nicolás, Julio Flórez y Niza sur, y en el sector uno, de la calle 127 hacia el norte, también están contemplados los senderos ecológicos elevados en madera.
Según Castaño, en 2015 el Acueducto contrató una nueva consultoría para esta intervención, algo que molestó a la comunidad. “Ya había una consultoría desde 2012, que realizó los senderos en el sector dos y dejó listos los diseños, pero el Acueducto contrató una nueva consultoría supuestamente para hacer una actualización, algo que para nosotros fue una doble contratación”.
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En las reuniones adelantadas entre la comunidad y el Distrito, el equipo de seis defensores de Córdoba advirtió que la prioridad no debía ser el paisajismo, sino mejorar la calidad del agua, un llamado que las entidades aún no han querido escuchar.
La comunidad considera que la descontaminación de las aguas del humedal debe ser la prioridad del Distrito. Foto: Jhon Barros.
“La contaminación del agua está cada vez peor por las conexiones erradas que no corrige la Empresa de Acueducto. Este tema siempre ha quedado rezagado, por lo que en 2015 ya sabíamos que la respuesta de la administración de Enrique Peñalosa, en su segundo periodo como alcalde, sería negativa. Nos dijeron que los senderos ya eran una realidad”, enfatiza Castaño.
Pero los defensores de Córdoba no se desmotivaron. Para no perder el trabajo ya adelantado con las pasadas administraciones, decidieron hacerle una rigurosa veeduría a la nueva consultoría para así evitar que en los diseños metieran la construcción de zonas duras.
“Con las recomendaciones ciudadanas, el proyecto fue diseñado y proyectado para varias zonas del humedal. En diciembre de 2019 quedó contratado y dividido en dos proyectos: un contratista para los senderos de los sectores uno y tres y otro para los que faltan en el dos, donde también está contemplada la construcción de un aula ambiental donde actualmente está la sede de la administración”.
Aunque los vertimientos de las viviendas agobian al cuerpo de agua, Córdoba es un hervidero de biodiversidad. Foto: Mauricio Castaño.
Castaño indica que el aula ambiental será palafítica para no endurecer el suelo y los senderos serán mucho menos agresivos que los hechos en el sector dos, donde se utilizó algo de cemento para los pilotes. “Los nuevos senderos contarán con un solo pilote central, serán menos profundos y más elevados para que haya flujo de agua y tránsito de fauna”.
Construir tejido social
A finales de la década de los 90, Luz María Esperanza Gómez, una santandereana graduada como sicóloga en la Universidad Nacional, acababa de pensionarse de Ecopetrol, empresa en la que trabajó durante 20 años. La mitad del tiempo estuvo en la refinería de Barrancabermeja y la otra parte en las oficinas de Bogotá.
Gómez compró una casa en el barrio Pontevedra, vecino del sector tres del humedal Córdoba. Allí vio crecer a sus tres hijos, que le dieron tres nietos. “Cuando trabajaba no tenía mucho tiempo para contemplar y conocer el ecosistema, algo que pude hacer en la jubilación. Destinaba casi todas las mañanas para caminar por Córdoba y hacer tai chi con varias amigas”.
El abuelo caucho, uno de los árboles que se aferró en el corazón de esta santandereana. Foto: Luz María Gómez.
Esta santandereana meditaba bajo la copa de un alto árbol antiguo, un pino que la recargaba de energía cada vez que lo abrazaba. Un día, Luz María vio que su amigo arbóreo tenía un letrero blanco en su tronco, al igual que otros árboles del sector tres.
“Averigüé qué estaba pasando y me enteré que la administración de Enrique Peñalosa tenía la intención de hacer unas ciclorrutas en el humedal, para lo cual iban a talar 1.500 árboles. Consulté con varios amigos arquitectos y biólogos, quienes me indicaron los impactos ambientales que arrojaría el proyecto del entonces alcalde de Bogotá”.
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Luz María, quien también es artista, pintó el letrero blanco del árbol y le prometió que nadie lo iba a cortar. “Desde ahí tomé la decisión de dedicarme de lleno a defender el humedal, trabajo en el que llevo más de 20 años. El árbol aún sigue en pie, firme y hermoso en el humedal, cada vez que lo abrazo me saluda y agradece”.
En sus caminatas matutinas por el humedal, esta santandereana abraza a todos los árboles para agradecerles. Foto: Luz María Gómez.
Cuando se enteró de la creación del equipo interdisciplinario liderado por Mauricio Castaño y la junta de acción comunal de Niza, Luz María no lo pensó más de dos veces para involucrarse. “Ellos ya habían interpuesto la acción comunal, pero poco a poco fuimos agregando nuevos ejercicios como la cartografía social y la relación del ecosistema con la salud pública”.
El rol de Luz María en el grupo es hacerle entender a la comunidad que al proteger al humedal de las obras duras se estaba defendiendo la salud y la vida de la población. “Por ejemplo, aprendí que un metro cuadrado de cemento retiene sólo una unidad de polvo, mientras que un metro cuadrado de árboles retiene hasta 60. Las ciudades las encementan y no nos damos cuenta que eso tiene un impacto sobre la salud pública”.
Bajo el eslogan de que solo se defiende lo que se ama, Luz María empezó a concientizar a la comunidad aledaña al humedal sobre la importancia del árbol, el agua y el aire y su función con el humano. “Dimos marcha a la construcción de una nueva cultura con un propósito común: el humedal. Por eso el liderazgo no recae en una sola persona o en los seis defensores del grupo, acá el líder es Córdoba”.
El enamoramiento por el humedal es clave para su defensa. Foto: Luz María Gómez.
Amor por el humedal
Luz María fue una de las personas que más discutió cara a cara con Enrique Peñalosa por las obras en concreto, conversaciones que no llegaron a ninguna conciliación por la visión de urbanista del mandatario.
“Como se crió en Europa y Estados Unidos, su imagen de ciudad está basada en los desarrollos urbanísticos, lineales y arquitectónicos, una visión de ladrillo para unir a toda la gente caminando o montando bicicleta. Para Peñalosa, el elemento fundamental era la movilidad y el acomodo, algo que acá no aplica por ser un territorio biodiverso y profundamente rico a nivel del suelo. Por eso ignoraba elementos naturales como los humedales”.
Ante la sordera del Distrito, el grupo de veedores de Córdoba empezó a construir una visión diferente con las comunidades aledañas, basada en un enamoramiento con el ecosistema. “Para hacer el amor debe haber un propósito en común. Solo se ama el territorio cuando se persigue la misma causa. Cuando la comunidad entendió esa relación amorosa, se fortaleció la defensa”.
Darwin Ortega, Luz Helena Vélez, Luz María Gómez y Jorge La Rotta, fuertes defensores del humedal Córdoba.
Para Luz María, algo que favoreció esa defensa del territorio fue la conformación del barrio Niza, tierras que el Banco Central Hipotecario le ofreció a los jóvenes de provincia que llegaban a Bogotá para estudiar en las universidades.
“Esos jóvenes se casaron y tuvieron familia. Empezó a emerger una clase media muy preparada académicamente y conformada por biólogos, médicos y otros profesionales dedicados a la investigación. Esa visión protegió al humedal Córdoba, que se convirtió en el maestro de todos”.
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Cuando los vecinos comprendieron el tesoro natural que tenían, nació el tejido social y compromiso con el ecosistema. “Hemos generado una masa crítica, es decir una habilidad que luego es transmitida a los demás como si fuera una cadena. Eso ha pasado en estos 20 años de charlas, recorridos y enseñanzas sobre la función del humedal y sus relaciones con el agua, la fauna y los árboles, una construcción de conocimiento que creó un cambio en la conciencia colectiva de la comunidad”, dice Gómez.
Los adultos mayores son grandes defensores del humedal Córdoba. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
La semilla de la conservación no sólo ha llegado a la población mayor. Los niños y jóvenes de los colegios del sector también fueron sensibilizados por los defensores de Córdoba. “Darles otra visión de la vida a las nuevas generaciones es fascinante. Casi todos terminan enamorados del humedal, una semilla que abarca a los padres, abuelos y familiares de los pequeños. Por eso el compromiso y la conservación se hace con el enamoramiento”.
Ver el progreso del humedal es la mejor retribución para las comunidades de Córdoba, algo que Luz María compara con su propia familia. “Uno no espera que los nietos e hijos lleguen llenos de plata o propiedades, sino que crezcan, progresen y se enfrenten a las dificultades. En estos 20 años de defensa he aprendido a reconocer la esencia de la vida y el privilegio de habitar en un territorio natural como lo es Córdoba”.
Los niños de los colegios aledaños al humedal se convierten en los nuevos defensores de Córdoba. Foto: Darwin Ortega.
Micos en los proyectos
Castaño denuncia que durante la anterior administración de Peñalosa, aparecieron varios micos en los proyectos de las nuevas obras. El contrato, que fue firmado en diciembre de 2019, fue revisado minuciosamente por el equipo veedor del humedal en enero de este año, encontrando hallazgos que causaron una alerta colectiva.
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“Al revisar los planos quedamos sorprendidos al ver varios miradores en el agua y pegados a las orillas, algo que implicaría una tala masiva de vegetación. En los barrios San Nicolás y Pontevedra, donde la ronda es angosta, a estos genios les dio por meter líneas en concreto para llegar al sendero, y en las rampas de bajada proyectaron círculos en cemento duros; ninguna de estas obras fue concertada en la consultoría y están prohibidas en el fallo de la acción popular”.
Ante estos micos, los defensores mandaron varias alertas y cartas a la Empresa de Acueducto y a la Secretaría de Ambiente advirtiendo que si se desarrollaban las obras de esta manera, denunciarían un nuevo desacatado. Carolina Urrutia, secretaria de Ambiente, los citó en febrero a una reunión con la nueva gerente de la EAAB.
Los defensores de Córdoba le harán una fuerte veeduría a las nuevas intervenciones en el humedal. Foto: Darwin Ortega.
“Luego de conocer todas las evidencias, Urrutia fue firme y le dijo al Acueducto que no le daba permiso de ocupación de cauce hasta que no quitara esas obras de los diseños y cumpliera con el fallo. Se acordó realizar un recorrido, pero llegó la pandemia por el coronavirus y atrasó todo”, precisó Castaño.
En junio, cumpliendo con todos los protocolos de seguridad, la comunidad y el Distrito realizaron dos recorridos por los tres sectores Córdoba, donde con plano en mano fueron abordados los micos que aparecieron en los diseños.
“Todos los cambios sugeridos por la comunidad quedaron registrados en varias actas. La Secretaría de Ambiente le recalcó a la EAAB que debía hacerle llegar los planos con las correcciones, el plan de manejo ambiental de la obra y el protocolo de rescate de fauna y flora, documentos que serían revisados y podrían arrojar cambios”.
Aunque la belleza manda la parada, Córdoba sigue vulnerable a las obras del Distrito. Foto: Darwin Ortega.
Arrancaron sin permiso
En esos recorridos, el mensaje de la Secretaría de Ambiente fue claro: ninguna obra podía iniciar sin contar con el visto bueno de la autoridad y la comunidad. Sin embargo, hace pocas semanas, los vecinos denunciaron por sus redes sociales varios frentes de operación en el sector tres para la construcción de los nuevos senderos.
“Todo indica que los supervisores de la EAAB le dijeron al contratista que arrancara obras en 300 metros del sector tres por estar fuera del límite legal del humedal. Sin embargo, se les olvidó que esos terrenos quedaron protegidos por el fallo al considerarlos zonas inundables y de fauna silvestre. Esto es producto de la torpeza de algunos funcionarios que ni siquiera respetan lo que les dijo la autoridad ambiental en el recorrido. La culpa fue del Acueducto”, advierte Castaño.
Los vecinos prendieron las alarmas por el inicio de las obras en el sector tres. Fotos: Defensores del humedal Córdoba y @Davidcamilou.
La comunidad de Córdoba se sintió engañada por la Empresa de Acueducto, una indagación que se tornó aún más crítica por unas declaraciones dadas por Javier Sabogal, gerente corporativo ambiental de la EAAB, a SEMANA SOSTENIBLE hace algunos días. “Las obras denunciadas no están dentro del humedal y son sólo para la construcción de un aula ambiental”, dijo el funcionario.
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Las palabras de Sabogal causaron el rechazo comunitario, ya que el aula ambiental está contemplada en el sector dos y no en el tres. “Sabogal es el nuevo gerente ambiental, por lo cual hasta ahora está conociendo todos los procesos en los humedales. Como no hay memoria institucional, llegan de ceros y nadie dice nada. Por eso siempre estamos pendientes como veedores para que no hagan cosas sin concertar”, dijo Castaño.
Los polémicos senderos son una realidad. Según el grupo de defensores de Córdoba, aunque estas obras no deberían ser la prioridad, ya están contratadas, cumplen con el fallo y plan de manejo y no van a generar un mayor impacto negativo en el ecosistema acuático si se hacen de forma correcta.
Córdoba cuenta con dos especies de ranas, las cuales están en peligro si las obras no cumplen con lo estipulado en la acción popular. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
“En los 300 metros del sector tres, donde llevaron material de construcción, se generaron impactos negativos y pusieron en riesgo la fauna endémica como una rana única en la zona, algo que los contratistas ignoraban. La buena noticia es que estas obras están paradas desde hace una semana y lo más probable es que la SDA los sancione por hacer un mal manejo con los materiales de obra”, menciona el líder ambiental.
La nueva administración se enfrenta con otro rezago del pasado. Según Castaño, desde la acción popular del 2000, la gerencia ambiental de la EAAB se encargaba de manejar los proyectos en todos los humedales de Bogotá, pero durante la segunda administración Peñalosa pasaron a la gerencia del sistema maestro, que tiene a su cargo el acueducto y alcantarillado.
“La conservación de los humedales la están manejando arquitectos e ingenieros de todo tipo, cuando debería ser liderada por los biólogos y expertos de la gerencia ambiental del Acueducto. Esos cambios de Peñalosa fueron los que causaron las recientes obras en concreto en Juan Amarillo y Jaboque. El actual gerente ambiental no se encarga de estos ecosistemas”, comenta Castaño.
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Castaño aclara que las obras como los puentes elevados y senderos en concreto en Juan Amarillo y Jaboque, nunca van a llegar a Córdoba: el fallo de la acción popular lo impide. “El proyecto de senderos ecológicos y la construcción del aula ambiental no va en contra de la política de humedales porque es de bajo impacto ambiental y no gira en torno al concreto. Las ciclorrutas que quería hacer Peñalosa en la década de los 90, jamás harán parte de Córdoba”.
El reto de las conexiones
El mayor problema ambiental en Córdoba son las descargas residuales que le llegan por las conexiones erradas del sistema de alcantarillado. Castaño destaca que la EAAB ha hecho inversiones millonarias para subsanar los vertimientos, pero dice que están mal priorizadas.
“En los canales Molinos y Córdoba, la Empresa de Acueducto corrige al año entre 50 y 200 conexiones, lo que está bien. Sin embargo, el problema está en los nuevos proyectos de urbanización hacia el norte de la ciudad, donde aparecen hasta 2.000 conexiones erradas cada año”.
Los canales que bordean al humedal están altamente contaminados por las conexiones erradas. Foto: Luz María Gómez.
Según este diseñador gráfico con alma de ambientalista, la EAAB es la encargada de darle al constructor el permiso de viabilidad de servicios públicos, un visto bueno para que pueda conectarse al sistema del alcantarillado. “Pero el Acueducto no revisa si el constructor se conecta bien, es decir a la parte de aguas residuales y no a la de aguas lluvias. La Secretaría de Ambiente tampoco ha hecho mucho al respecto”.
Esas inyecciones tóxicas están presentes en Córdoba desde hace más de 30 años, una problemática que los defensores del humedal no se cansan de denunciar. “Las nuevas construcciones se están conectando al sistema de aguas lluvias y nadie hace nada. Aunque esa debería ser la prioridad, las intervenciones actuales giran en torno a los senderos ecológicos, que también son necesarias para que no llegue otra administración como la de Peñalosa y quiera hacer ciclorrutas”.
Para Luz María, la correcta conexión de las aguas residuales no es algo del otro mundo, pero la ciudadanía prefiere ahorrarse unos pesos y causar un daño enorme. “Las quebradas nacen limpias en los cerros orientales y unos irresponsables las ensucian al depositar con sus descargas residuales para ahorrar dinero. Cómo es posible que las autoridades pongan partes a los que infringen las señales de tránsito y no a estos infractores ambientales. La EAAB y la Secretaría de Ambiente aún están en mora de atender esta problemática”.
Si se corrigen las conexiones erradas, la biodiversidad de Córdoba llegaría a su máximo esplendor. Foto: Mauricio Castaño.
Reinan las aves
La unión comunitaria y las intervenciones de bajo impacto ambiental en Córdoba han arrojado resultados biodiversos. Además de ser el único humedal con caudal ecológico en la ciudad, este ecosistema es el líder en aves.
Un análisis de la Fundación Humedales Bogotá arrojó que en los 15 humedales capitalinos hay por lo menos registros de 205 especies de aves, de las cuales 152 hacen presencia en Córdoba, superando así a ecosistemas de mayor tamaño como La Conejera, Juan Amarillo y Jaboque.
Varias especies de colibrís hacen presencia en Córdoba. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
“En Córdoba también hacen presencia varias especies de roedores, dos tipos de anfibios (rana sabanera y rana campana), un reptil (culebra sabanera) y una especie de murciélago de la familia Molossidae. Cuenta con una gran diversidad de invertebrados acuáticos y terrestres que hacen parte de la dieta de muchas aves”, dijo la fundación.
La organización estima que en Córdoba hay 125 especies de árboles, más de 25 de arbustos y 79 de plantas acuáticas entre macrófitas emergentes y flotantes. “Fue nombrado como el humedal de los buenos vecinos, gracias al trabajo de la comunidad y la potencialidad del ecosistema. Hoy es uno de los humedales mejor conservados del Distrito”.
Los expertos han registrado varias ardillas en los tres sectores de Córdoba. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
El sector tres es el más biodiverso y defendido por la comunidad de Niza. Castaño recuerda que a finales de la década de los 90, cuando empezó la defensa de Córdoba, los vecinos sembraron más de 3.500 árboles nativos, que hoy en día conforman un bosque denso de especies viejas y jóvenes. “Detrás del club Choquenzá, las zonas de los jarillones que evitan el ingreso de las aguas residuales y las orillas del humedal, son intocables”.
La zona más visitada por los ciudadanos es el sector dos, ya que es la única que hasta ahora cuenta con senderos ecológicos. “En este sitio se adecuaron siete islas pequeñas, en las que se sembraron varias especies de juncos y especies arbóreas con el fin de restaurar la vegetación y que sirven de alimento y refugio para la fauna”, indica Humedales Bogotá.
En los senderos del sector dos han fotografiado varias comadrejas. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
Castaño complementa que en el sector dos hay varias zonas a las que nadie puede entrar, debido a su sobredosis biodiversa. “Por eso el sendero ecológico no fue construido hasta la calle 127, son áreas destinadas únicamente para las aves”.
El sector uno es el más pequeño y menos visitado. Para el líder ambiental esto se debe a que desde hace más de 40 años, los barrios del sector le dieron la espalda al humedal, lo que dio paso a un callejón afectado por habitantes de calle, la delincuencia común y el microtráfico.
“Esto ha afectado mucho a las aves acuáticas del sector. En esta zona los vecinos si quieren los senderos para conocer y visitar el humedal, sin embargo varias zonas serán intocables para evitar impactos ambientales”.
Las serpientes también hacen presencia en el humedal Córdoba. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
En 2011, el proyecto de defensa comunitaria de los vecinos de Córdoba fue reconocido con el tercer puesto en la categoría general del premio Planeta Azul del Banco de Occidente. “Esto demuestra que la unión de la ciudadanía, el enamoramiento por el humedal y la construcción de tejido social, son la solución para rescatar los humedales. Nuestro trabajo nunca parará”, concluye Luz María.
* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.