Historia

El descubrimiento de América: vikingos, la corona portuguesa y Colón

Para los historiadores es importante terminar con la visión simplista sobre el descubrimiento de América y con la idea errónea de atribuir este suceso a un único individuo en un único momento.

Juan Felipe Vélez Rojas / Agencia Anadolu
13 de octubre de 2020
Imagen de una estatua de Cristóbal Colón pintada con frases contra el racismo en Bayfront Park, en Miami, Florida, Estados Unidos, el 11 de junio de 2020. (Eva Marie Uzcategui Trinkl - Agencia Anadolu)
Imagen de una estatua de Cristóbal Colón pintada con frases contra el racismo en Bayfront Park, en Miami, Florida, Estados Unidos, el 11 de junio de 2020. (Eva Marie Uzcategui Trinkl - Agencia Anadolu) | Foto: Imagen de una estatua de Cristóbal Colón pintada con frases contra el racismo en Bayfront Park, en Miami, Florida, Estados Unidos, el 11 de junio de 2020. (Eva Marie Uzcategui Trinkl - Agencia Anadolu)

Innumerables libros se han escrito sobre el descubrimiento de América, un acontecimiento que ha suscitado un gran número de historias, debates y mitos. Se ha hablado sobre Cristóbal Colón, los vikingos e incluso sobre Zheng He, uno de los marineros más importantes en la historia de China.

¿Se puede descubrir una tierra que ya era poblada?, ¿fue Colón un descubridor o un conquistador? O, ¿se trató del encuentro entre diferentes culturas que por varios siglos habían ignorado la existencia de otras tierras y sociedades? Lo que sí es cierto es que para los historiadores fue un proceso más complejo y largo que involucró un gran número de acontecimientos y contextos, y no un momento específico que se le pueda atribuir a un único individuo.

Para ellos, se trata de un proceso que inició mucho antes que Colón y el cual involucró las exploraciones vikingas en el siglo X y la búsqueda de nuevas rutas comerciales por parte de la corona portuguesa y la corona de Castilla en la década de 1480.

Los vikingos

Los vikingos, los exploradores y comerciantes por excelencia de la Europa medieval, reconocidos por sus hazañas, sus asombrosos navíos de madera y por ser unos marineros audaces, llegaron por mar, desde Groenlandia, a la península del Labrador y a la isla de Terranova, en el noroeste de Canadá, siendo los primeros en arribar a esta parte del continente en el año 1000.

Así lo confirmó una exploración en 1960 realizada por el explorador noruego Helge Ingstad y su esposa, la arqueóloga Anne Stine, quienes descubrieron antiguos asentamientos vikingos en la población de L' Anse aux Meadows (la isla de Terranova).

Y es precisamente esta historia la que para el historiador de la Universidad de los Andes, Adolfo Polo y La Borda, sirve para dar una clara luz sobre la complejidad de este proceso y sobre lo que ocurrió entre el siglo XV y XVI.

“El simple hecho de llegar a un lugar no supone un descubrimiento de ese lugar. Los cambios que ocurren a partir de 1492 no ocurrieron antes, y no sucedieron por una serie de motivos”, destacó el historiador.

Según registros arqueológicos, los navegantes del norte enfrentaron una reacción hostil por parte de los nativos, quienes estaban bien armados y vieron a los extranjeros como intrusos en sus tierras, ocasionando que su estadía en la región no fuera prolongada. Tuvieron que pasar cinco siglos para que un segundo intento de incorporación y colonización fuera definitivo.

“Es un proceso que no empieza con Colón. Es un proceso que empieza en el siglo XV con las coronas castellanas y portuguesa que van a empezar a incorporar las islas canarias, islas azores buscando el norte de África; es un proceso mucho más grande que Colón, y Colón no se puede entender sin todos estos viajes previos de la década de 1480”, destacó Adolfo Polo y La Borda.

La llegada de Colón

En su libro “Las máquinas del imperio y el reino de Dios”, el historiador y decano de la Facultad de Ciencias Sociales de los Andes, Mauricio Nieto Olarte, destaca que el viaje de Colón fue motivado, en parte, por las “dificultades para el tráfico de productos procedentes de la India y de China”.

Los comerciantes occidentales circulaban por la llamada “ruta mongola”, pero esta se vio afectada por el rechazo a los cristianos, obligando a retomar viejas rutas comerciales que se encontraban dominadas por los musulmanes, destacó Nieto en su libro.

Tras la caída del Imperio Romano de Oriente (Imperio bizantino), dominado por el emperador Constantino XI, a manos del Imperio Otomano en 1453, liderado por el sultán Mehmet II, los musulmanes tomaron el control del comercio a las Indias, como se le conocía al continente asiático en ese momento.

En su búsqueda de una nueva ruta comercial, la corona portuguesa encontró una nueva que consistía en bordear la costa africana hacia el sur, pero esta era compleja y arriesgada. Fue así como Colón ideó una nueva ruta cruzando el océano Atlántico.

Tras conseguir el apoyo de la reina Isabel la Católica, Colón inició su viaje el 3 de agosto de 1492, zarpando del puerto de Huelva, España, con tres carabelas: la Niña, la Pinta y la Santa María. Dos meses después se daría el mítico grito de “tierra a la vista”, cuando algún marino divisó la isla de Guanahaní, hoy en día San Salvador, conocida también como Isla Watling.

Esta historia ha sido repetida por siglos y seguramente se ha quedado grabada en el imaginario de miles de personas, que atribuyen a este aguerrido marino (Colón) el llamado “descubrimiento de América”, una idea muy distante y simplista de lo que realmente ocurrió.

“La idea de descubrimiento es algo raro e incómodo para nosotros los historiadores, y es que América era un continente habitado por complejas civilizaciones, por mucha gente. Porque América tenía ciudades más complejas y grandes que muchas capitales europeas en 1492”, destacó Mauricio Nieto Olarte en declaraciones a la Agencia Anadolu.

Sin quitarle méritos a Colón y lo que significó su travesía, Nieto resaltó que la idea de que el 12 de octubre de 1492 Colón descubrió a América es una idea que no tiene mucho sentido. “Colón viajó cuatro veces y nunca supo que estaba llegando a un nuevo continente: creyó que estaba llegando a las costas de Asia”.

“Él se murió sin saber que existía América. Es raro atribuirle el descubrimiento de América a alguien que nunca supo que existía este nuevo continente”, explicó el historiador.

Fue solo hasta el 1 de agosto de 1498 que los marineros al mando de Colón, en su tercer viaje a las indias, divisaron por primera vez el continente americano, casi seis años después de su primer viaje.

Para Polo y La Borda, el impacto de América en Europa fue lento y progresivo. Fue hasta el siglo XVI que realmente Europa asimiló la idea del Nuevo Mundo. América empezó a estar conectada e involucrada con Europa, Asia y África.

“Fue un proceso mucho más complejo que la simple llegada de tres carabelas al Caribe en octubre de 1492 y eso es algo que nos muestra el caso de los vikingos: que ellos, por las circunstancias en las que estaban, no lograron hacer esa incorporación, esa vinculación con esas nuevas tierras”, destacó el académico.

Con esta idea concuerda Felipe Arias Escobar, historiador de Señal Memoria (archivo de la Radio Televisión de Colombia), quien explicó que los viajes realizados por Colón “forjaron una economía global y un sistema capitalista cuya confrontación y condena moral sigue viva siglos después. Fue abrir una nueva ruta comercial al resto de Europa, cosa que no hicieron los vikingos”.

Y es que al comprender el “descubrimiento de América” en términos más complejos, destacó Nieto, las sociedades de hoy pueden reconocer un papel más activo de América y de las culturas americanas, que hace de América un continente no pasivo.

“Se entiende que Europa se transformó como consecuencia de ese encuentro con América. Europa también construyó una identidad propia en relación con ese otro que encuentra”, concluye el experto.

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