Filosofía
Filosofía para la paz
Arcadia destaca dos eventos de la jornada de ayer: las profundas reflexiones filosóficas de Ingrid Betacourt, invitada por la Comisión de la Verdad a hablar sobre el secuestro, y el perdón público que pidió las FARC a las víctimas que privó de su libertad.
En su conversación con el Padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, la ex candidata presidencial Ingrid Betacourt hizo un profundo análisis de la historia de Colombia y del ser humano a la luz de la actual situación del país.
Mientras contaba de su secuestro, y explicaba las reflexiones que la aterradora experiencia le habían despertado, desmenuzó varias falacias o errores de pensamiento que los colombianos hemos convertido en hábito, y que nos están haciendo zancadilla en nuestro intento por alcanzar la paz.
Por eso vale la pena analizarlos detalladamente, y comenzar a corregirlos.
Tanto Ingrid como el Padre de Roux hicieron énfasis en el poder de la mentira; en la frecuencia con que distorsionamos los hechos para presentar nuestros actos de una manera favorable, o justificamos todas nuestras acciones -buenas y malas- en una ideología que supuestamente todo lo condona.
Para explicar su reflexión, Ingrid recurrió a ejemplos. Dijo que varios antiguos miembros de las FARC -organización guerrillera que la tuvo secuestrada-, maquillaron la verdad para presentarla bajo una perspectiva menos cruel. Aceptaron haberle puesto una cadena en el cuello durante años, pero dijeron que era para protegerla para que no fuera a escaparse y a morir en la selva. "La verdad es que ellos me tenían ahí para disponer de mi vida, y hacer de mí una cosa canjeable en función de sus propios intereses.''
En esos puntos extremos, es fácil identificar la mentira. El problema es cuando las distorsiones son sutiles, lo que no necesariamente quiere decir que su impacto sea menos deshumanizante. “Ser víctima de la mentira y la deformación ha sido devastador,” dijo Betancourt.
En el último siglo, el fundamento de la verdad dejó de ser fáctico, y comenzó a trasladarse al plano de la psiquis. “Ahora cada cual tiene su verdad, y si la mía es diferente de la del otro, eso no es una mentira,” explicó Betancourt. “Eso crea una esquizofrenia porque no tenemos ningún parámetro para medir la realidad, y no hay justicia que valga. Entremos entonces en un peligroso cinismo conceptual, amplificado por las redes sociales, en las que cualquier persona puede decir cualquier cosa sin fundamento alguno."
Para describir el fenómeno, los filósofos franceses inventaron un concepto que llaman la “desrealización del mundo.” “Quiere decir que el mundo ya no existe,” explicó el Padre de Roux. “Quien logre montar un discurso político fuerte, suficientemente convincente, de izquierda o de extrema derecha, no se tiene que preocupar por la realidad. Lo que existe es ese discurso, legitimado por una ética de poder.”
Pero no es sólo la mentira lo que nos lleva a errar en nuestras reflexiones. Ingrid habló también del monumental impacto del miedo en nuestro cuerpo y en nuestra mente, y de cómo el ambiente y la presión de grupo penetran en las conciencias de los individuos y los empujan a una carrera hacia los extremos.
“Vi como la fuerza del grupo permite que las personas, para satisfacerlo, sean capaces de conductas que ni siquiera me atrevo a nombrar. Llegan a niveles de crueldad que ni ellos mismos se imaginaban."
Por eso la importancia de aprender a pensar, y a identificar las distorsiones de nuestros raciocinios; pero también de tomar conciencia cuando somos nosotros los que torcemos la realidad, y pedir perdón.
Sólo así podemos reconocer y respetar la humanidad del otro, honrar la propia, y construir país.
La toma de conciencia es un proceso que cada quien debe emprender en solitario, dijo Ingrid. No es posible obligar a los otros ni tomarlos de la mano. “Lo que sí se podemos hacer, es crear el ambiente.”
Anoche mismo, pocas horas después del desgarrador testimonio de Ingrid, varios líderes de las Farc emitieron un comunicado en el que públicamente pidieron perdón: “estamos aquí para, desde lo más profundo de nuestro corazón, pedirle perdón público a todas nuestras víctimas de secuestro y a sus familias.”
“Hoy, después de haber silenciado para siempre nuestros fusiles; en el sosiego de la vida civil que nos ha permitido la reflexión profunda sobre la guerra en la que participamos y fuimos protagonistas por más de 50 años, queremos decirles que el secuestro fue un gravísimo error del que no podemos sino arrepentirnos.”
Ese gesto llena de esperanza. Quizás ya está el ambiente para que se desencadene una toma de consciencia.