Medio ambiente
Glaciares del sur de Chile, “termómetro” de los efectos del cambio climático
En el sur del país, los glaciares son un indicador por excelencia del efecto del cambio climático global.
Un crujido recorre el frente del glaciar San Rafael y un témpano del tamaño de un edificio de diez pisos cae a la laguna. Hoy, cientos de ellos flotan a la deriva en una fuente hídrica que lleva por nombre San Rafael, cuya superficie es una muestra visible del incremento desmesurado del deshielo de los 39 glaciares que emanan del Campo de Hielo Norte, en la región austral de Aysén que, junto al Campo de Hielo Sur, conforman la tercera masa de hielo más grande del mundo, solamente por detrás la Antártida y Groenlandia.
Los 3.500 km2 de superficie helada de Campo de Hielo Norte, sumados a los 11.000 km2 de Campo de Hielo Sur, representan el 63 % de la superficie glaciar de Chile.
Hace 150 años la lengua del glaciar andino San Rafael se extendía en forma de hongo cubriendo dos tercios de la laguna, pero ahora el frente que se desprende (la pared del glaciar), retrocedió once kilómetros hacia el interior del valle y ya no aparece en el lago.
Este es un fenómeno que también ocurre en la totalidad de los 26.000 glaciares del país, en donde “solo dos crecieron”, así lo explica Alexis Segovia, de 42 años, glaciólogo de la Unidad de Glaciología y Nieve de la Dirección General de Aguas (DGA) de Chile.
“Los glaciares son un indicador por excelencia de cambio climático porque es hielo y reacciona a mayores temperaturas”, dice el experto. Además, estas superficies “devuelven mucha radiación de la que llega a la tierra y si se siguen reduciendo, el planeta se va a calentar cada vez más rápido”, afirma.
“No hay vuelta atrás”
En el lado opuesto de Campo de Hielo Norte, el glaciar Exploradores se encoge sin remedio, explica a la AFP Andrea Carretta, un italiano de 45 años que desde hace cinco, es guardaparque en este paraje. “Va a peor todos los días porque el glaciar está retrocediendo y en el verano está perdiendo 13 centímetros en menos de 24 horas. En invierno está perdiendo entre dos y tres”, explica.
“No hay vuelta atrás”, lamenta ante la enorme extensión de hielo, de cinco kilómetros de ancho y 22 de largo. Desde allí, además, cuenta que su hielo se derrite a marcha forzada.
Los glaciares “son un termómetro, instrumentos donde nosotros nos vamos a dar cuenta al poco tiempo de los efectos del cambio climático”, afirma Carretta, que además destaca que con el paso de los meses aparecen caídas, lo que según científicos demuestra que se está derritiendo la superficie.
Peligro por ‘GLOF’
El deshielo de un glaciar es un fenómeno natural que el cambio climático ha acelerado de manera “significativa”, señala a la AFP Jorge O’Kuinghttons, de 45 años, jefe de la Unidad Regional de Glaciología.
Las menores precipitaciones y el incremento de la temperatura derivado del cambio climático llevan a que el hielo de las zonas laterales del glaciar se derrita. Debido a ello, se forman lagos que aumentan en número y volumen con el paso del tiempo.
Al estar embalsadas por hielo esas lagunas terminan por descargarse de forma abrupta generando una inmensa riada llamada ‘inundación por desborde de lago glaciar’ (GLOF, por sus siglas en inglés), explica el científico.
“Aguas abajo vive gente, hay infraestructura pública, por lo tanto descargas abruptas de esto hacen que se genere un fenómeno hidrológico extremo”, indica O’Kuinghttons, quien agrega que “se están inundando sectores que antes no lo hacían”.
A comienzos de 2010 un GLOF generado en el glaciar Exploradores desató un desborde de agua que provocó una inundación de diez metros de altura y si bien no dejó víctimas, dejó viviendas, campos de cultivo y ganadería, bajo el agua.
En Perú en la década de 1950 un fenómeno similar ocurrido en el glaciar Blanco y producto de ello fallecieron aproximadamente 5.000 personas.
*Con información de AFP.