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El fantasma del fracking que recorre el Magdalena Medio

Temor, desconfianza y desconocimiento reinan entre los habitantes de Barrancabermeja y Puerto Wilches, en Santander, y San Martín, en Cesar, donde se desarrollarían los Proyectos Piloto Integrales de Investigación. Son territorios con una alta deuda ambiental. Primera entrega de informe especial.

Mauricio Ochoa Suárez
28 de marzo de 2020
La industria petrolera está tan arraigada en Barrancabermeja que en la mayoría de sus parques hay monumentos alusivos a esa práctica. Foto: Pilar Mejía/Semana.

*Este reportaje es una colaboración periodística entre Semana Sostenible de Colombia y Mongabay Latam.

El próximo 29 de abril se cumplirán 102 años de la primera extracción petrolera realizada en Colombia. Fue un lunes, a las 8:00 a.m., en el corregimiento El Centro de Barrancabermeja, cuando los trabajadores de la Tropical Oil Company extrajeron de las profundidades de la tierra el ‘oro negro’ que marcaría el destino de esa ciudad y del Magdalena Medio.

Desde aquel día todo cambió en esa región de Santander. Su vocación se transformó. Muchos labriegos y pescadores abandonaron sus azadones y atarrayas para irse a trabajar a las petroleras que llegaron a la zona, al punto de que hoy el 70% de la economía de Barrancabermeja depende directamente de este sector, según el indicador de importancia económica municipal del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). 

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El impacto también se sintió en la agricultura. De las 134.921 hectáreas que tiene ese municipio, solo 16.495 son utilizadas para cultivar, según el Tercer Censo Nacional Agropecuario realizado por esa entidad. Por ello, un gran porcentaje de los alimentos que se consumen en esa ciudad de 210.729 habitantes, son traídos de otros municipios.

Pero el medioambiente ha sido el más golpeado. La contaminación del aire, el suelo y las fuentes hídricas es alarmante, de acuerdo con diversos estudios. Uno realizado por la Universidad de Cartagena sobre la toxicidad de la Ciénaga Miramar en 2014, determinó la existencia de una alta concentración de hidrocarburos aromáticos polinucleares, considerados cancerígenos, al igual que elevados niveles de plomo, mercurio y níquel en sus sedimentos. 


En la ciénaga de Miramar son vertidas, sin tratamiento alguno, una parte de las aguas residuales que se generan en Barrancabermeja. Foto: Pilar Mejía/Semana.  

Para muchas comunidades el esperado desarrollo llegó a medias y la industria petrolera sigue en deuda. De ahí que haya voces a favor y en contra de la iniciativa del gobierno de adelantar los Proyectos Piloto Integrales de Investigación (PPII) de yacimientos no convencionales bajo la técnica de fracking, en dos de las zonas con mayor potencial: el Valle Medio del Magdalena y la cuenca Cesar-Ranchería (ver mapa).

Mientras el Ministerio de Minas avanza en el cumplimiento de los lineamientos establecidos en el decreto que regula los pilotos, que fueron recomendados por una comisión de expertos nombrada para ello y recibieron el ‘guiño’ del Consejo de Estado, organizaciones ambientalistas y líderes políticos que se oponen a esta práctica, siguen movilizándose y preparando acciones jurídicas para frenar su puesta en marcha.  

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María Fernanda Suárez, ministra de Minas, ha señalado que los proyectos piloto son necesarios para tomar una decisión responsable, basada en el conocimiento científico y no en apasionamientos.

Entre tanto, la Contraloría General de la República ha advertido sobre los riesgos de esta técnica, aduciendo falta de capacidad institucional, estudios científicos y licenciamiento social (consentimiento por parte de las comunidades). Si bien no existe en el país como una figura jurídica, el licenciamiento social, según Alejandra Mastrangelo, consultora en identidad y gobierno corporativo en Argentina, tiene que ver con el grado en el que una organización y sus actividades cumplen con las expectativas de la colectividad local, la sociedad en su conjunto y los diversos actores que la componen.

Por su parte, a Tatiana Roa, investigadora y coordinadora del área de Energía de la organización Censat Agua Viva, le preocupa que "se venda la idea” de que los pilotos mostrarán todos los efectos positivos o negativos del fracking, cuando, según dice, muchos de ellos se manifiestan a mediano o largo plazo como, por ejemplo, la sismicidad, la fuga de metano o las fallas en la técnica de fractura. En otras palabras, durante el tiempo de monitoreo y evaluación no necesariamente se podrán observar todos los impactos.

"El gobierno debería ser el encargado de realizar los pilotos pero, al permitir la participación privada, se le está facilitando a las empresas la elaboración de proyectos de exploración y no lo que el Consejo de Estado planteó, que es hacer unos proyectos de investigación”, asevera Roa, quien afirma que el punto más álgido es que, según el decreto, no se menciona cuántos pozos se monitorearán.

“No sabemos cuántos pozos podrían estar siendo considerandos como pilotos. Estamos pasando de tres o cuatro de los que hablaba el gobierno unos meses atrás, a una incertidumbre total en este momento”, manifiesta Roa.

Semana Sostenible y Mongabay Latam visitaron los tres municipios donde el Gobierno colombiano planea poner en marcha los polémicos pilotos de investigación para fracking (Barrancabermeja, Puerto Wilches y San Martín) para conocer las inquietudes, expectativas y problemáticas de sus habitantes. Esta es la primera de tres entregas.

Barrancabermeja y su deuda histórica

Entre las coloridas ramas de los árboles, Eugenio busca con su aguda y recia mirada. Sabe con certeza que en algún punto del recorrido aparecerán. De repente, alza su mano derecha y comienza a moverla de arriba hacia abajo. Cristo, su compañero de viaje, rápidamente apaga el motor de la lancha, mientras este pescador de 58 años se pone de pie y comienza a remar hacia la orilla con una larga vara de madera, de más de dos metros, que sacó del interior de la embarcación.

“Están ahí, ¿no los ven?”- pregunta

Son dos pequeños monos carablanca o capuchinos (Cebus capucinus) moviéndose entre las copas de dos arbustos. Con esa misma emoción, Eugenio señala la gran variedad de aves que surcan por el cielo de la ciénaga El Llanito, ubicada en Barrancabermeja (Santander).

Pero su entusiasmo se diluye al acercarse a la orilla. Al bajarse de la embarcación, luego de más de una hora de travesía por las turbias aguas de ese cuerpo de agua, este humilde hombre asegura que la sedimentación y la contaminación están acabando con ese ecosistema estratégico.

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Jairo Puentes, ingeniero químico y especialista en petróleos, señala que las ciénagas actúan como filtradores naturales de agua, reguladores de la temperatura ambiente y son el hábitat de especies animales cuyas funciones contribuyen a mantener en equilibrio otros ecosistemas.

“El Llanito es un depósito de aguas no corrientes que dependen del río Sogamoso [principal tributario] para renovar sus aguas e intercambiar materiales. Además, es un sitio de amortiguación de crecientes, pues almacena el agua de desborde y de lluvias durante la época de invierno, la cual es liberada a través de caños”, apunta.


En la ciénaga El Llanito todavía es posible encontrar una gran variedad de fauna silvestre. Foto: Pilar Mejía/Semana. 

El docente de la maestría en Ciencias y Tecnologías ambientales de la Universidad Santo Tomás considera que la ciénaga El Llanito en Barrancabermeja también es importante porque es fuente de alimento y empleo para muchos pescadores, al igual que un sitio de contemplación para propios y turistas. “Acá vienen a desovar los peces que luego se desplazarán por los ríos. Sin embargo, en los últimos años se ha deteriorado mucho por la sedimentación”, expresa.

Para Eugenio Chacón y Cristo Carrascal la culpa la tiene principalmente Ecopetrol e Isagen. Sostienen que en esa ciénaga ya se han registrado varias mortandades de peces. Recuerdan los fatídicos sucesos ocurridos en 1990, 1992, 2011, 2014 y 2019, que han provocado una reducción en la población de peces y una disminución en las ventas, pues aseguran que la gente ya no quiere comprar alimentos que podrían estar contaminados.

“A veces uno tira la atarraya y al sacarla está llena de petróleo, pues este se encuentra acumulado en las profundidades. Ellos [Ecopetrol] vienen a tomar muestras y nunca encuentran nada, pero nosotros sí hallamos a cada rato pescados pequeños a los que se les ven trazas de petróleo en la cabeza”, resalta Chacón.

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Los pescadores atribuyen este “desastre” a la contaminación del agua, producida —según ellos— a la disminución del caudal del río Sogamoso por cuenta del proyecto Hidrosogamoso de la empresa Isagen y por las sustancias tóxicas provenientes de la refinería, infraestructura que, al parecer, continúa afectando este ecosistema, en especial cuando llega la temporada invernal y la lluvia arrastra residuos.

Los pescadores cuentan que esas sustancias llegan a través del caño El Rosario, o “Caño Picho”, lugar donde antes eran depositados los desechos líquidos de la refinería. También aseguran que cada ocho o diez meses Ecopetrol, supuestamente, desecha los residuos del lavado de los tanques y estos van a parar a la ciénaga de San Silvestre, la cual se conecta con El Llanito.

“Esa agua mata todo lo que encuentra a su paso. La empresa siempre inventa que es por falta de oxígeno que mueren los peces, pero nosotros no creemos que eso sea cierto”, indica Alonso Lozano, pescador de la zona.


Eugenio Chacón, pescador de la ciénaga El Llanito. Foto: Pilar Mejía - Semana.

Ecopetrol asegura que no genera vertimientos de ninguna índole en esa ciénaga ni en la de San Silvestre. La petrolera estatal resalta, además, que la refinería no realiza descargas de residuos líquidos del lavado de tanques a ningún cuerpo de agua. “Todas las aguas aceitosas de la refinería son dirigidas a la planta de aguas residuales para su tratamiento antes de ser vertidas al río Magdalena”, señala la empresa.

La compañía afirma que los únicos vertimientos que realiza la refinería los hace sobre la Ciénaga Miramar y corresponden a descargas de aguas lluvias y residuales domésticas previamente tratadas, que se encuentran en seguimiento y control por parte de la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS), a través de su permiso de vertimientos.

Frente a la mortandad de peces que se han presentado en ese cuerpo de agua, al igual que en la Ciénaga Miramar y el caño El Rosario, Ecopetrol expresa que se han evidenciado condiciones adversas en los cuerpos de agua por falta de oxígeno en estos sistemas hídricos, conforme a las mediciones realizadas en el sitio por laboratorios acreditados.

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“Cabe destacar que en los eventos de este tipo, la refinería, en el marco de su política de responsabilidad empresarial, ha realizado de manera desinteresada la recolección y disposición final de forma segura de los peces que aparecen muertos en los cuerpos de agua, para evitar la proliferación de vectores y malos olores propios de la descomposición de los animales”, explica Ecopetrol.

Isagen, entre tanto, sostiene que la reducción de caudal está relacionada con los intensos veranos que ocurren en toda la cuenca del río Sogamoso y Magdalena. “El agua almacenada en el embalse, incluso ha posibilitado que aguas abajo llegue más cantidad de líquido que lo que está entregando la cuenca. Es decir, sin el embalse es probable que los niveles del río hubiesen sido menores”, manifiesta la empresa.


Cristo Carrascal, pescador de la ciénaga El Llanito. Foto: Pilar Mejía - Semana.

En lo referente a la sedimentación, la compañía indica que ese era un proceso que se venía registrando antes de la construcción y operación de la central hidroeléctrica.

Respecto a la muerte de peces, Isagen señala que estudios y monitoreos de pesca y comercialización realizados por esa empresa en diferentes puertos sobre el río Sogamoso y El Llanito muestran que en algunos sectores, como El Peaje, son vendidas tortas de huevos de pescado en épocas de reproducción, situación que genera un impacto negativo porque deteriora el recurso pesquero.

Para mitigar el impacto y mejorar la oferta de peces en el río Sogamoso y el embalse, Isagen dice que ha sembrado más de 36 millones de alevinos de bocachico (Prochilodus magdalenae) y blanquillo (Sorubim cuspicaudus) durante las etapas de construcción, llenado y operación, a través de convenios firmados con la Piscícola San Silvestre. “El programa de repoblamiento continúa y es por ello que se sembraron, en 2019, tres millones de alevinos, principalmente de bocachico, así como otras especies nativas como blanquillo y dorada”, expresa la compañía. Isagen asegura que esa misma cantidad también será entregada en 2020.

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A la agonía de El Llanito debe sumarse el hecho de que las aguas negras de ese corregimiento y del casco urbano de Barrancabermeja llegan allí, pues “Caño Picho” se desprende de la ciénaga Miramar, en donde se vierte sin tratamiento un buen porcentaje de las aguas domésticas de esa ciudad.

La Universidad de Cartagena realizó un estudio en 2014 sobre la toxicidad de la ciénaga Miramar en el que se determinó, entre otras cosas, la existencia de una alta concentración de hidrocarburos aromáticos polinucleares, considerados cancerígenos, al igual que elevados niveles de plomo, mercurio y níquel en sus sedimentos. De igual manera, estableció la proliferación de cianobacterias u organismos que generan sustancias que ocasionan enfermedades. “La refinería está aportando a su contaminación, pero el grueso principal de metales y de HAP muy probablemente se debe a la incorporación directa de aguas negras de la ciudad a la ciénaga”, concluía la investigación.


La alta sedimentación impide que los pescadores puedan navegar por algunos sectores de la ciénaga para ejercer su labor. Foto. Pilar Mejía/Semana. 

Sobre esto, Ecopetrol asegura que por la hidrología del sistema no se puede afirmar que las aguas provenientes del caño El Rosario puedan ingresar a la Ciénaga San Silvestre. Según la empresa, el curso normal de las aguas por efecto del drenaje hace que estas fluyan de manera descendente desde la ciénaga hacia el río Sogamoso y no al contrario.

Lo curioso es que, pese a haber tenido en los últimos cinco años un presupuesto promedio de 500 mil millones de pesos (cerca de 125 millones de dólares), Barrancabermeja no cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales (Ptar). Sin embargo, para la ejecución de esta obra ya fueron adjudicados algunos rubros.

“Del 2010 para acá todo cambió porque el nivel del agua de la ciénaga El Llanito se redujo”, comenta Cristo Carrascal. El pescador cree que esto se debe, en parte, a las grandes cantidades de sedimentos y materia orgánica que ingresan sin control y por la contaminación con hidrocarburos.

El temor del fracking

Carrascal ha escuchado que para el desarrollo del fracking se requiere una gran cantidad de agua que podría salir de esa ciénaga, tal y como ha sucedido para la explotación tradicional de varios pozos de petróleo.

Óscar Sampayo, politólogo e integrante de la Corporación Regional Yariguíes – Grupo de Estudios Extractivos y Ambientales del Magdalena Medio, organización sin ánimo de lucro que viene trabajando desde finales de 2013 en el estudio de los permisos ambientales que les permiten a las empresas explotar hidrocarburos en esta región, afirma que las veredas Hortensia y El Porvenir, del corregimiento de El Llanito, forman parte del área de perforación exploratoria de yacimientos no convencionales del pozo APE Guane A de Ecopetrol, que comprende 5.735 hectáreas. Esta zona no cuenta con agua potable ni gas. Y es aquí donde, en un espacio equivalente a 8.032 canchas de fútbol, se podrían construir hasta 14 pozos, incluidos algunos de los pilotos integrales de investigación.

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“Esta es una zona donde abunda el agua, el problema es que la mayoría está contaminada. A finales de los años 80, de esta ciénaga se sacaban entre 3.000 y 4.000 toneladas de pescado al año y hoy en día no sacan ni 100. La situación tiende a empeorar ya que, al igual que en el corregimiento La Fortuna y en otros 12 municipios del Magdalena Medio, se va ampliar la producción de los campos de petróleo ya existentes a través del recobro mejorado, que también se basa en la inyección del agua”, comenta Sampayo.


Óscar Sampayo, politólogo e integrante de la Corporación Regional Yariguíes. Foto: Pilar Mejía/Semana.

El recobro mejorado se emplea cuando la primera etapa, es decir, el flujo natural del yacimiento convencional de petróleo, termina. Para su aplicación se requiere de tecnología avanzada, la cual implica la inyección de agua y polímeros, a vapor, combinada con gas y la combustión para llevar el crudo hasta los pozos de producción. Esta técnica permite sacar un mayor porcentaje del petróleo alojado en los pozos desde donde se extrae, así como mejorar su desplazamiento y el flujo de fluidos en el yacimiento.

Desde la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) señalan que en Colombia el factor de recobro promedio es de un 19% aproximadamente, y alrededor del 90% de los 320 campos productores que hay en la actualidad se encuentran produciendo en su etapa primaria, es decir, mediante el flujo natural y el uso de sistemas de levantamiento artificial (bombas o machines).

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Francisco Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) afirma que en el desarrollo de esta técnica se cifran opciones importantes de aumentar las reservas de crudo en el país y, por tanto, se espera ampliar su implementación. “En el país han existido 23 proyectos comerciales de recobro secundario (inyección de agua o gas), mientras que el recobro terciario ha tenido un desarrollo incipiente, aplicando inyecciones cíclicas de vapor en campos de crudo pesado de la Cuenca del Valle Medio del Magdalena”, dice. 

Buscando alternativas para el petróleo

Para evitar que se sigan explotando desmedidamente sus recursos naturales, los barranqueños están en la búsqueda de alternativas económicas, como el turismo y la agricultura, que les permitan desligarse del petróleo.

“La economía de la ciudad debe dar un giro de 180 grados. Tenemos uno de los puertos [fluviales] más grandes que existen en Latinoamérica que debemos aprovecharlo: el Impala. Ecopetrol no ha sido totalmente responsable con la ciudad, hay varios pasivos ambientales que no han sido resueltos, como por ejemplo, el del derrame de crudo del pozo Lisama 158. Tiene una deuda histórica que no ha sido subsanada y por eso la gente ya no confía”, dice Darinel Villamizar Ruiz, presidente del Concejo de Barrancabermeja. Otro pasivo pendiente, según la Corporación Regional Yariguíes, es el Pozo Nutrias 14 que, según dicen, no fue clausurado como lo exige la norma.


Darinel Villamizar Ruiz, presidente del Concejo de Barrancabermeja. Foto: Pilar Mejía/Semana. 

El también cabildante Luis Sánchez sostiene, entre tanto, que el corregimiento El Centro, al que él representa y donde nació la industria petrolera de Colombia, se encuentra en un atraso total. “Han pasado 100 años de producción y hay muchas necesidades que aún no han sido suplidas. El crecimiento se ha dado para las petroleras y sus contratistas, pero no para las comunidades”, comenta.

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El conocimiento sobre lo que es el fracking y sus implicaciones es muy bajo”. Así lo sostiene Alexis Guerrero, integrante de la organización social Ciudadela Educativa. Para él, lo que ha hecho la empresa es dividir a las comunidades, a partir del asistencialismo, la ejecución de obras que debería realizar el Estado y la promesa de empleabilidad. “La corrupción también ha jugado un papel importante, pues los mandatarios no invierten los recursos en resolver los problemas de fondo de las comunidades como el agua potable o la seguridad alimentaria”, asegura.

La comerciante Andrea González, por su parte, no sabe bien de qué se trata el fracking, pero cree que su implementación generará la reactivación económica que la ciudad requiere, en vista de que el Plan de Modernización de la Refinería anunciado en 2011 nunca se efectuó y muchos comerciantes invirtieron millonarias sumas en la adecuación y construcción de hoteles y restaurantes, bajo la promesa  de mayores ventas.


Puerto Impala, en Barrancabermeja, es uno de los puertos fluviales más grandes de Latinoamérica. Foto: Pilar Mejía /Semana.

Edward Tovar, ingeniero de petróleos y líder del área de subsuelos de yacimientos no convencionales de Ecopetrol, asegura que si en el pasado la empresa no lo hizo bien, debe corregir y evolucionar para hacer mejor las cosas en el presente.

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Sostiene que el licenciamiento social no es un documento, sino un proceso que se construye día a día y debe partir del conocimiento. “Es muy importante saber qué es y cómo se van hacer las cosas, pues solo así logramos entenderlas. En ese aspecto los proyectos pilotos son necesarios. Negarnos esa opción sería cerrarle la posibilidad a que la ciencia nos dé su veredicto”, recalca.

Sin embargo, muchas comunidades no confían en las promesas. Aseguran que durante un siglo el progreso económico y social en la región no se ha visto y por eso dudan que el fracking traiga un futuro distinto al que han vivido.

¿Qué dice el Ministerio de Minas y Energía?

El Ministerio de Minas y Energía señala que por varias décadas la industria de los hidrocarburos funcionó en el país y en el Magdalena Medio sin que existiera una regulación ambiental para este tipo de actividades —antes de que naciera el Sistema Nacional Ambiental (SINA) en 1993— pero recalca que en la actualidad, las empresas deben cumplir estándares técnicos, sociales y ambientales muy altos para prevenir impactos sociales y ambientales negativos. Afirma, además, que ahora el Estado realiza labores de vigilancia y control más severas.

“Los Proyectos Piloto de Investigación Integral estarán sujetos a las más estrictas condiciones de diseño, vigilancia, monitoreo y control por parte de las entidades y autoridades competentes. Precisamente, este monitoreo permanente, con veeduría ciudadana y de la academia, permitirá levantar alertas tempranas para prevenir impactos y actuar rápidamente en caso que sea necesaria su suspensión”, explica el Ministerio.


Habitantes y autoridades aseguran que la industria petrolera continúa en deuda con esa región. Foto: Pilar Mejía/Semana. 

La entidad asegura que los proyectos piloto deben ser una oportunidad para poner en marcha un nuevo modelo de relacionamiento territorial entre comunidades, autoridades locales, empresas y autoridades nacionales que facilite la participación efectiva de todos los actores y la construcción conjunta de visiones del desarrollo. “El decreto que fija los lineamientos de los pilotos establece la transparencia, el diálogo territorial y el fortalecimiento institucional […] y el establecimiento de un programa de apropiación social del conocimiento para que las comunidades puedan ejercer su veeduría de manera informada, entre otros lineamientos”, recalca.

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Según el Ministerio, la industria de los hidrocarburos apalanca gran parte del desarrollo de la región del Magdalena Medio y de muchas otras regiones del país al generar empleo e ingresos que se pueden traducir en obras, beneficios e inversión social como la que representa el Sistema General de Regalías.

Barrancabermeja se ha beneficiado desde 2012 con regalías por un valor cercano a los 130.000 millones de pesos [cerca de 32 millones de dólares] y su inversión con estos recursos se ha concentrado en los sectores de agua potable, transporte y educación, principalmente, cofinanciado alrededor de 30 proyectos de impacto en estos territorios por más de 350.000 millones [cerca de 86 millones de dólares]”, asegura.