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El amor de las águilas harpía que peligra por el confinamiento

En el Bioparque La Reserva en Cota habitan tres águilas harpías que fueron víctimas del tráfico de fauna. Estas rapaces hacen parte de un proyecto de reproducción en cautiverio, hoy en riesgo por la cuarentena para evitar el contagio por la covid-19.

Jhon Barros
10 de mayo de 2020
Tres águilas harpías en Cota buscan convertirse en el primer caso de reproducción en cautiverio de esta especie en Colombia. Foto: Bioparque La Reserva. | Foto: Águilas Harpía - Bioparque La Reserva

El confinamiento obligatorio por el coronavirus ha causado un remezón en Colombia debido al cese temporal de los sectores económicos, productivos y académicos. La mayoría de las calles lucen desoladas y los establecimientos con sus puertas clausuradas, mientras que la población se desespera cada día más por el encierro y la zozobra del incremento de los contagios. 

Aunque la naturaleza ha mostrado certeras muestras del respiro por la ausencia humana, como aguas oceánicas en su mejor estado, animales transitando con calma por los sitios urbanos y disminuciones en la polución del aire, los cerca de 20.000 animales silvestres y foráneos que habitan en los 23 zoológicos y sitios dedicados a la conservación de la fauna en el país, están en peligro.

Desde mediados de marzo, cuando arrancó la cuarentena obligatoria, estos lugares no reciben un solo visitante. Sin el dinero proveniente de las entradas, las directivas no cuentan con los recursos económicos suficientes para comprar los alimentos y medicinas de los animales, además del pago de los salarios de biólogos, zootecnistas y cuidadores, monto que alcanza los 3.500 millones de pesos mensuales. 

Este tigrillo es uno de los 150 animales silvestres víctimas del tráfico de fauna que habitan en el Bioparque La Reserva. Foto: Mauricio Sánchez.

El Bioparque La Reserva, ubicado en una zona boscosa de 26 hectáreas en el municipio de Cota, Cundinamarca, no solo le brinda desde hace más de 12 años una segunda oportunidad de vida a cerca de 150 animales silvestres víctimas del tráfico de fauna. También desarrolla estrategias científicas, educativas y de conservación a ciertas especies cercanas a la extinción.

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Tal es el caso del proyecto de reproducción en cautiverio del águila harpía, un ave imponente que solo habita en las zonas boscosas del centro y Sudamérica y la cual disminuye de forma acelerada su población debido a la deforestación, la cacería y mitos asociados con la brujería.

En esta reserva natural de la sociedad civil habitan tres águilas harpías (Harpia harpyja), dos hembras y un macho, todos víctimas de los traficantes de fauna desde polluelos y que permanecieron largos años encerrados. Las heridas y cicatrices causadas por su confinamiento impiden que regresen a su hábitat natural: los bosques húmedos colombianos.

En Colombia no se ha presentado aún el primer caso de reproducción de águila harpía en cautiverio. Foto: Bioparque La Reserva.

El reto del bioparque es que estas águilas harpías de plumaje negro, blanco y gris, una especie casi amenazada y catalogada como la rapaz más poderosa del mundo, consoliden un romance para que tengan polluelos, los cuales serían liberados en zonas protegidas del territorio nacional.

Si alguna de estas aves llega a procrear, este sería el primer caso de reproducción en cautiverio de la especie en Colombia, algo que solo se ha logrado concretar en Estados Unidos, Panamá y Brasil. 

Sin embargo, esta hazaña peligra por la crisis económica desatada por la cuarentena del covid-19, ya que los recursos para su alimentación y tratamientos médicos, escasean debido al cierre temporal del bioparque durante la cuarentena.

Las harpías del bioparque habitan en un aviario que simula las selvas húmedas tropicales. Foto: Mauricio Sánchez.

Una super hembra 

Una de las hembras del bioparque nació hace 17 años en las selvas del departamento del Caquetá. Cuando era un polluelo sin plumas, el árbol donde sus padres tenían el nido fue talado con la fatídica motosierra. La pequeña ave se salvó de milagro, un golpe de suerte que no le llegó a sus progenitores, quienes posiblemente fueron cazados.

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Unos campesinos de la zona la encontraron tirada en el suelo y la recogieron. Cuando la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) se enteró del hallazgo, le propusieron a los ciudadanos un canje para salvar al ave, el cual aceptaron: un cerdo y 80.000 pesos a cambio de la harpía recién nacida.

El polluelo fue reubicado en la base Tres Esquinas de la FAC en Caquetá, donde se adaptó a la presencia humana. Un año después, la harpía fue trasladada al Centro de Aves Rapaces de Villeta (Cundinamarca), lugar que la acogió hasta 2009, cuando el Bioparque La Reserva la adoptó para poner en marcha su proyecto de reproducción en cautiverio.

Iván Lozano, director del bioparque, afirma que antes de la llegada de la rapaz se construyó un aviario de inmersión en las instalaciones de La Reserva, elaborado con materiales reciclados y que simula su hábitat natural.

Esta hembra nació en las selvas del Caquetá pero fue víctima del tráfico de fauna. Llegó en 2009 al bioparque. Foto: Bioparque La Reserva. 

Su nuevo hogar es una representación de la selva húmeda tropical colombiana. Mide 160 metros cuadrados de área y siete metros de alto. “El lugar cuenta con diferentes árboles y arbustos de diversas especies nativas de este ecosistema, un tapete de hojarasca, pequeños humedales, varias perchas y temperaturas que oscilan entre los 16 y 32 grados centígrados”, anota Lozano.

Dos años después, en 2011, el Centro de Aves Rapaces de Villeta le donó al bioparque un macho de su colección, un ave con avanzada edad que presentaba varias fracturas, no podía pararse bien y casi no vocalizaba. En esa época, la hembra dominante inició su madurez sexual, lo que despertó su carga hormonal.

Las dos aves empezaron a convivir en el mismo espacio, el aviario que fue destacado por la Organización Internacional de Diseño de Zoológicos por su elaboración con materiales reciclables. Pero para evitar que la harpía hembra atacara a su nueva pareja, los expertos instalaron una malla en el sitio.

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La presencia del macho estimuló a su consorte. “Con esa estimulación presencial, la hembra puso tres huevos, pero ninguno fue fecundado porque el macho no tenía la capacidad ni la vigorosidad para montarla. No fue cortejada, por lo cual los huevos salieron infértiles. El primero lo empolló 35 días, pero lo abandonó. El segundo lo botó del nido y el tercero lo rompió después de empollarlo”, asegura Lozano.

Su primer compañero otoñal murió en 2012 debido a un cáncer que se le esparció por cinco de sus órganos. Sin embargo, el hecho de que la rapaz juvenil pusiera huevos, demostró que sí era apta para la reproducción en cautiverio. “Este fue el primer caso de una águila harpía en Colombia que ponía huevos en cautiverio”, indica el director del bioparque.

Las jaulas no hacen parte del bioparque. Los 150 animales silvestres campean con libertad en las zonas adaptadas a sus ecosistemas naturales. Foto: Mauricio Sánchez.

Nuevas compañías

Con la partida del macho veterano, la harpía nativa de los bosques del Caquetá permaneció en soledad durante seis años, tiempo en el cual Lozano, con el apoyo de la Fuerza Aérea, se dedicó de lleno a buscarle una pareja y así seguir con el proyecto de reproducción.

Los zoológicos de Barranquilla y Matecaña en Pereira, y el Aviario Nacional de Cartagena, contaban con águilas harpías, pero no fue posible concretar una alianza para trasladar alguno de los machos al bioparque de Cota.

El panorama cambió en 2018, cuando dos águilas, un macho y una hembra, fueron recuperadas del tráfico ilegal de fauna en los departamentos del Guaviare y Valle del Cauca.

La Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y el Oriente Amazónico (CDA) logró arrebatarle a los traficantes una harpía longeva con serios problemas físicos. Su postura encogida evidenciaba que había permanecido durante mucho tiempo confinada en un espacio reducido, posiblemente una jaula.

El macho logró sobrevivir a una cirugía en una de sus alas, la cual estaba fracturada en tres partes. Foto: Bioparque La Reserva.

El estado físico del macho era alarmante. Su cuerpo contaba con múltiples heridas abiertas y una de sus alas estaba fracturada en tres partes, además lucía bastante deshidratado. Los captores lo tenían en un guacal con un tamaño diminuto, similar a los que utilizan para transportar a los perros pequeños.

El ave estaba al borde de la muerte. Pero Lozano no se dio por vencido y decidió poner a su disposición todo el equipo de biólogos, veterinarios, zootecnistas y cuidadores del bioparque para que lo curaran. “Hemos invertido más de 20 millones de pesos en su proceso de rehabilitación, presupuesto destinado en cirugías y suplementos nutricionales y medicamentos importados. Sobrevivió de milagro”, afirma Lozano.

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Pero los estragos iban más allá de su físico. A comienzos de marzo de este año, antes de la medida de la cuarentena obligatoria por el coronavirus, el macho parecía estar listo para convivir con alguna de las hembras en el aviario y así hacer sus primeros acercamientos para lograr una reproducción en cautiverio. Pero los resultados de unos exámenes médicos truncaron el proceso.

Se evidenció que el animal tenía una enfermedad metabólica de hueso, es decir una estructura ósea muy frágil debido a un desbalance en la relación de calcio, fósforo y vitamina D. Esto hace prever que el ave estuvo muchos años en cautiverio, lo que conllevó a que cuente con una condición ósea muy delicada. Esta rapaz puede fracturarse fácilmente, por lo cual el reto ahora es mucho más grande: rehabilitar su esqueleto”, apunta Lozano.

El proceso de rehabilitación del macho ya lleva dos años. Sus frágiles huesos preocupan a los expertos. Foto: Bioparque La Reserva.

Sin embargo, el macho ha dado indicios de mejoría. Pasó de estar inmovil como una estatua a presentar comportamientos más activos, indicios que para Lozano advierten que podría convivir con alguna de las hembras. “La rehabilitación de su estructura ósea requiere de una mayor inversión económica, recursos que obtendríamos de las visitas de los ciudadanos. Pero la cuarentena tiene todo frenado por ahora, su proceso de rehabilitación peligra por el momento”.

La naturaleza manda

Cuando la crisis por la pandemia baje su intensidad, el paso a seguir con las harpías es que una de las hembras conviva con el macho en la misma zona, esto con el fin de establecer el comportamiento de los primeros acercamientos. 

No vamos a unir al macho con las dos hembras al mismo tiempo, ya que esto podría poner en peligro el proceso de rehabilitación de las tres rapaces. Lo que pretendemos hacer es acercamientos con una de ellas, primero con la hembra que lleva 11 años en La Reserva, ya que ha dado serias muestras de fertilidad”, argumenta Lozano.

Una de esas muestras es que tan solo con escuchar los sonidos emitidos por el nuevo macho, logró poner dos huevos infértiles. “Esta rapaz ha puesto cinco huevos no fecundados en el bioparque: tres con la estimulación de la primera pareja y dos con el actual, todos infértiles porque no la han montado. Sin embargo, se convirtió en la primera águila harpía en cautiverio en Colombia en lograr poner huevos”, complementa el experto.

La hembra más joven ha dado muestras de fertilidad. Solo con la presencia de dos machos, ya puso cinco huevos infértiles. Foto: Bioparque La Reserva.

Ahora, el proyecto dependerá únicamente de la naturaleza. El primer paso será introducir al macho con alguna de las hembras en el mismo recinto, pero separados por una malla para que no se ataquen o lastimen.

“La hembra es mucho más grande y dominante que el macho. Si llega a sentirse acorralada o amenazada, podría matar fácilmente a su pareja, por lo cual tiene que adaptarse a su presencia. Esta rapaz tiene las segundas garras más grandes entre todos los depredadores terrestres, después del oso grizzli”, dice Lozano.

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La posición de la cresta, alas y cabeza y el lenguaje corporal de la hembra, servirán como indicadores para juntar definitivamente a las aves. Cuando eso suceda, factores como el humor y olor del macho, se encargarán por sí solos de estimular las hormonas de la ave femenina y así desarrollar los óvulos.

Según Lozano, la presencia del macho produce una maduración en el óvulo de la hembra, que baja al oviducto donde se genera su parte anatómica para convertirse en huevo. “Ambas aves deben estar libres de estrés, de lo contrario disminuirá su bomba hormonal”.

El águila harpía es una de las especies más afectadas por la deforestación en Colombia. Foto: Bioparque La Reserva.

Con el visto bueno de la hembra, el macho empezará a cortejarla para montarla y copularla. Si lo logra, le transmitirá los espermatozoides vía cloacal para que se fecunde el óvulo. La reproducción de las aves se da por el contacto de las cloacas, ya que no tienen órganos reproductores externos.

Este complejo proceso de reproducción es aún más álgido por los problemas en los huesos del macho del bioparque. El miedo de Lozano es que en el momento de juntarlo con la hembra, esta última lo golpee, un impacto que sería fatal. “No podemos acelerarnos. Es un proceso largo y de mucho cuidado, ya que la harpía puede matar de un solo golpe a su pareja. Por eso, cuando decidamos juntarlos, hay que instalar una malla para que no tengan contacto directo”. 

En el caso de que la harpía juvenil rechace a su compañero, los expertos del bioparque harían el mismo ejercicio experimental con la otra hembra, la cual presenta una edad avanzada. 

Estas rapaces son cuidadas y estudiadas por un equipo profesional conformado por veterinarios, zootecnistas, biólogos y cuidadores. Además, dentro del aviario hay dos cámaras que graban todos sus movimientos para así evaluar el comportamiento, postura, dieta y clima.

El águila harpía está catalogada como una especie casi amenazada. Foto: Bioparque La Reserva.

Un aviario amazónico

El Bioparque La Reserva ya está preparado para cuando las harpías logren reproducirse. A través de un convenio suscrito con la Fuerza Aérea Colombiana en 2016, año en que la entidad escogió como símbolo e imagen institucional a esta especie, lograron importar unas incubadoras para atender a futuros polluelos.

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El primer reto es lograr conformar la pareja y que pongan huevos. Si esto sucede, el paso a seguir sería consolidar una incubación artificial, para lo cual ya contamos con protocolos y equipos, y luego hacer acercamientos con la otra hembra. Aunque las harpías son animales monógamos en su hábitat natural, en cautiverio necesitan alimentación y reproducción. La esperanza es que el mismo macho procree con ambas hembras, lo que será bastante difícil”, enfatiza Lozano.

La alianza con la FAC también arrojó el diseño de un nuevo aviario que representará el ecosistema amazónico, una zona cuatro veces más grande que el actual, es decir cerca de 700 metros cuadrados. 

Concepto arquitectónico del futuro aviario del bosque húmedo de la Amazonia colombiana. Fuente: Bioparque La Reserva.

“La Fuerza Aérea ya nos aportó el material para su construcción. Este recinto no será exclusivo para las harpías, sino para otras especies nativas de esta región como invertebrados, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos”, señaló Lozano. 

Esta nueva estructura, que tiene un costo de 868 millones de pesos, será una viva representación vertical de la selva húmeda tropical colombiana. El ideal es que los visitantes del bioparque conozcan los diferentes estratos que tiene esta selva y como se diferencian entre sí, además de proveerle a los animales una oportunidad de escoger su nicho de altura mientras viven en una copia de su hábitat natural. 

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El aviario amazónico contará con cuatro niveles: bosque inundado, tierra firme, estrato medio del follaje y dosel de los árboles. El primero será una representación del bosque que se inunda cada año por el crecimiento de los ríos, el cual contará con peces y otras especies. La zona de tierra firme albergará animales como ñeques, ranas, tortugas y aves, y en la de medio follaje estarán primates, perezosos, tucanes y loros. 

El dosel estará ubicado a seis metros de altura del suelo. Los visitantes podrán acceder a las terrazas y miradores para apreciar a la reina de la selva húmeda, el águila harpía. La zona estará separada por una barrera imperceptible para evitar conflictos entre el águila y las especies de los otros estratos”, manifestó Lozano.

El bioparque contará con un espacio que simulará el bosque húmedo tropical de la Amazonia. Foto: María Isabel Henao.

Esta obra que, también está pausada por la crisis económica de la cuarentena, contará con parámetros de la arquitectura verde y bajos costos energéticos y de impacto ambiental. “Utilizaremos materiales reutilizables o descartados comercialmente para construir el aviario, los cuales fueron aportados por la Fuerza Aérea”.

Los visitantes podrán conocer el ecosistema amazónico por medio de una pasarela en madera vertical. “En el primer nivel verán los peces en acuarios abiertos, y luego, por medio de rampas y senderos, subirán a los sitios donde están los micos, tucanes y guacamayas. El último tramo será el de las harpías. Este aviario servirá para la reproducción de los animales y para que la gente conozca y entienda el ecosistema amazónico, que cada día desaparece con mayor fuerza”, precisa en director del bioparque.

Todo está en riesgo

Cada mes, el Bioparque La Reserva requiere como mínimo 70 millones de pesos para atender a los animales y pagar la nómina del personal, entre 15 biólogos, veterinarios, zootecnistas, cuidadores y comunicadores ambientales.

Este dinero proviene de las cerca de 2.400 personas que visitan cada mes al bioparque, recursos que por la cuarentena y el cierre temporal del lugar no están ingresando. El mantenimiento alimenticio y veterinario de las tres águilas harpías oscila entre seis y siete millones de pesos al mes, siendo el macho el animal más costoso en todo el bioparque. 

El proyecto de las águilas harpías está en riesgo por la crisis económica del coronavirus. Foto: Bioparque La Reserva.

En los dos años que lleva el proceso de rehabilitación del macho, hemos destinado más de 20 millones de pesos. En el primer aviario para estas rapaces invertimos 90 millones de pesos, dinero que salió de mi bolsillo y del de mi socia”, informó Lozano.

Un parte de tranquilidad es la solidaridad de la ciudadanía, personas que han donado recursos económicos para mantener con vida al bioparque. Lozano destaca el apoyo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible a través de su campaña para ayudar a los zoológicos del país.

El Ministerio de Ambiente nos dio ocho millones de pesos para destinarlos exclusivamente en la alimentación de los animales silvestres. Sin embargo, como aún no sabemos hasta cuándo irá la cuarentena, todos los proyectos están en alto riesgo. Haremos hasta lo imposible por garantizar el bienestar de todos los animales, así nos toque seguir sacando recursos de nuestros propios bolsillos o endeudarnos”.

El coatí de montaña ya logró reproducirse en cautiverio en el bioparque, el primer caso en todo el país. Foto: Mauricio Sánchez.

Lozano advierte que muchas personas no ven la importancia de estos trabajos sobre la conservación de la biodiversidad en Colombia, como el proyecto de reproducción de las harpías y coatís de montaña, o el brindarle nuevas oportunidades de vida a los animales víctimas del tráfico de fauna.  

El cuidado de los animales es costoso y necesita de personas con experiencia. El esfuerzo, sacrificio y plata es enorme, algo que muchos no ven. Es triste que haya un desconocimiento sobre esta causa tan importante que es cuidar la biodiversidad colombiana. El Bioparque La Reserva fue creado con recursos propios y con el fin de consolidar un patrimonio que le sirva al país. Hay mucho desconocimiento sobre la complejidad de este trabajo”.

Otro de los proyectos que lidera el bioparque es con ranas doradas venenosas, una de las especies más traficadas. Foto: Mauricio Sánchez.

No es un capricho

Colombia aún está biche en el tema de reproducción en cautiverio del águila harpía. Por eso, la investigación liderada por el Bioparque La Reserva ha contado con el apoyo de expertos a nivel mundial.

Hemos buscado la asesoría de expertos internacionales de países como Brasil, Estados Unidos y Alemania, donde sí se ha logrado la reproducción en cautiverio de la harpía. Además, en 2018 fuimos invitados al taller de conservación integrada de la harpía, donde conocimos investigadores de universidades, instituciones privadas y públicas y zoológicos, como el de San Diego”, anota Lozano.  

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Para el director del bioparque, tener águilas harpías entre los animales silvestres que hacen parte de La Reserva, no es un capricho. “Es un proyecto de reproducción en cautiverio que tiene como fin ayudar a una especie altamente afectada por la deforestación. Tener harpías no es un antojo para vender más boletas, como muchos animalistas creen”.

Las águilas harpías del bioparque son exclusivas para el proyecto de reproducción en cautiverio. Foto: Bioparque La Reserva.

Con la investigación del bioparque, Lozano tiene proyectado crear varios documentos que le serán de utilidad al país, como los protocolos de reproducción y levante de águila harpía en cautiverio. “Cuando lleguen los polluelos y se desarrollen en el bioparque, el ideal es definir las liberaciones o reintroducción a su hábitat natural, sitios que deben contar con condiciones de protección adecuadas para que nadie las vaya a cazar”.

El director del bioparque ya tiene experiencia en el tema de liberaciones. En 1998 fue parte del equipo que liberó las dos primeras harpías con telemetría satelital en el Parque Nacional Natural Paramillo, cuando trabajaba en la Sociedad Mundial para la Protección de Animales.

Más de 20 millones de pesos han sido destinados para la rehabilitación del águila harpía macho. Foto: Bioparque La Reserva.

Acechada por la deforestación

El águila harpía podría catalogarse como la reina suprema de las selvas húmedas tropicales. Es el depredador más poderoso de este ecosistema, que en Colombia hace presencia en territorios del Pacífico, la Amazonia y el departamento de Córdoba.

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Esta rapaz vive en las copas de los árboles, desde donde caza animales arbóreos como perezosos, monos aulladores, lapas, perros de monte, tigrillos, iguanas y aves grandes. “En edad adulta llega a pesar hasta nueve kilos y medir dos metros de alto. Vuela entre los árboles con facilidad, y su larga cola y poderosas plumas le permiten cambiar de dirección fácilmente”, dice Lozano.

Con sus imponentes garras, las más fuertes de las rapaces y las segundas de los predadores terrestres, la harpía mata de un solo agarrón a sus presas. Sin embargo, estos atributos poco le han servido para luchar contra su enemigo más poderoso: la motosierra.

La deforestación es el principal enemigo de las águilas harpías. Foto: Rodrigo Botero.

Hoy en día, la deforestación es el principal verdugo de la harpía, ya que la deja sin bosque, su único hogar. El Instituto Humboldt incluyó a esta especie en el listado de animales más afectados por este flagelo, en especial las que habitan en las estribaciones del Parque Nacional Natural Paramillo.

El Libro Rojo de las aves indica que esta especie habita desde el sur de México hasta el norte de Bolivia, una zona de distribución en donde no hay más de 50.000 individuos. Además de la pérdida de bosque, está amenazada por la cacería y mitos regionales asociados con la brujería.

En Colombia, según este documento, se estima que hay una población inferior a 10.000 águilas harpías maduras. El libro la cataloga como una especie casi amenazada, es decir próxima a la extinción.

El proyecto de reproducción que desarrollamos en el bioparque arrojará información científica sobre la parte reproductiva y crianza de estas rapaces, insumos con los que el país no cuenta. Si las aves logran procrear crías, esperamos poder liberarlas en zonas protegidas, y así darle un respiro a esta especie tan amenazada”, puntualiza Lozano.

Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.