FOTOGRAFÍA
El fotógrafo que busca a su padre desaparecido en un ‘collage’ de recuerdos inventados
Su padre desapareció tras ser secuestrado, y él partió de allí para crear este proyecto fotográfico.
El proyecto fotográfico Jardín de mi padre, del artista Luis Carlos Tovar, toca uno de los temas recurrentes del arte colombiano: la memoria. Esa memoria, muchas veces manoseada, manipulada, asume aquí un tono muy poético por la intimidad a la que nos invita el artista.
Tovar nos presenta una recreación imaginaria del secuestro real de su padre. En ese entonces, cuando el artista era un niño, la familia recibió una fotografía enviada como prueba de la supervivencia del progenitor, pero fue celosamente custodiada. Tovar nunca la vio. Su obra, entonces, reelabora el trauma que implicó la negación de esa situación para que él preservara su inocencia.
Jardín de mi padre es una reinterpretación de historias personales a partir de materiales de archivo. Es también una invención de la imagen perdida mediante las múltiples historias con las que Tovar asimiló la desaparición forzada.
El proyecto asume códigos visuales diferentes a la foto directa. Se apropia de páginas de El capital de Marx, el ¿Qué hacer? de Lenin y otros libros con que trataron de adoctrinar a su padre durante el secuestro. Tovar cuenta, sin embargo, que cuando su padre trató de entablar con los secuestradores diálogos reflexivos al respecto, el intento se truncó por la falta de conocimiento de estos campesinos con fusil, que no sabían leer. Ese episodio revela las paradojas de la guerra colombiana, y de Colombia misma.
Sobre las páginas de los libros, el artista usó técnicas mixtas –de aplicación de emulsión fotográfica– que incluyen la impresión de especies botánicas, machetes y otros objetos inherentes a la vida en la selva. Tovar también hizo aplicaciones de alas de mariposa, como puede verse en esta pieza, ya que su padre solía cazarlas durante el secuestro. Esa captura se convierte en otra metáfora de la búsqueda de libertad del secuestrado.
Tovar se apropió, además, de archivos de prensa y fotografías familiares que insertó en este collage de recuerdos inventados. La obra revela cómo el dolor ajeno es abstracto, indistinto, y cómo contar una historia es casi imposible, pues son muchas las versiones de un hecho. Colombia tiene que aprender a comprenderse así, desde las múltiples y disímiles voces, para afianzar sentidos de colectividad. Con esta obra, Tovar ganó a finales de junio en Lausana el premio de l’Elysée, de los más destacados del medio fotográfico, promovido por uno de los museos que dedican su programa a ampliar la compresión del medio fotográfico. El artista recibió una bolsa de 71.800 euros para producir su proyecto y hacer una publicación.