Manuel Zapata Olivella

El legado de Manuel

El año del centenario del nacimiento de Manuel Zapata Olivella ha honrado la memoria de este médico, antropólogo, folclorista y el escritor más importante de la literatura afrocolombiana. Un repaso a la monumental importancia de su vida y obra.

Alfonso Múnera
15 de diciembre de 2020

En 1920, un siglo hace de eso, nació Manuel Zapata Olivella a las orillas del Sinú, en la vieja e histórica ciudad de Lorica, que fuera durante muchos años una de las más prósperas del Caribe colombiano y uno de sus centros de irradiación cultural más importantes. Lugar simbólico de una de las culturas nativas de mayor renombre: la de los pueblos zenúes. Hijo de un afrocartagenero y de una mestiza, descendiente de los indígenas que poblaron esas tierras, su padre se distinguió por su extraordinaria labor de maestro fundador de escuelas y profesor de filosofía en colegios de bachillerato. Un intelectual, formado en la lectura de los textos de los enciclopedistas, transmitió a sus hijos el amor por el estudio, la altivez del carácter y la búsqueda sincera de la verdad. Su madre pobló su infancia con la honda sabiduría de sus antepasados.

Siendo todavía muy niño fue a vivir a Cartagena, al barrio de Getsemaní, que viera nacer a su padre. Lugar cargado de leyendas, del protagonismo de los negros y mulatos en la fundación de la república, y espacio de creación de la cultura afrocartagenera desde los tiempos iniciales de la colonia.

Terminado el bachillerato viaja a Bogotá, la capital, a estudiar medicina, e inicia el extraordinario periplo que lo llevará en distintos momentos, animado por su “pasión vagabunda” y por su sed de conocimientos, a tantos y tantos lugares del mundo: Centroamérica, Estados Unidos, Europa, China, África.

Su legado es inconmensurable: a los veintidós años escribe un hermoso y sabio artículo titulado ‘El porro conquista a Bogotá’, en el que da muestras tempranas de su genial intuición y de su novedosa valoración de la cultura colombiana. Y a partir de ese momento escribirá más de una veintena de libros, entre novelas, cuentos, piezas de teatro, ensayos históricos y antropológicos. Verdaderas obras maestras, tales como Changó, el gran putas y En Chimá nace un santo, entre otras producciones literarias de envergadura. Como pensador produce ensayos brillantes en los que trae argumentos teóricos innovadores, que pueden, con todo derecho, figurar entre los mejores escritos en América Latina y el Caribe; algunos publicados como artículos para revistas y periódicos.

Por la profunda riqueza y la utilidad social de sus realizaciones, Manuel Zapata es probablemente el más importante de los intelectuales colombianos. A la hora de valorar su obra no deberíamos pasar por alto lo siguiente: primero, nadie explicó mejor que él la conformación de la nación colombiana y las contribuciones de los afros, nativos y mestizos humildes, que constituyen la inmensa mayoría de la población, a la construcción de la nación en todos sus aspectos: en el trabajo productivo, en sus expresiones culturales –su gastronomía, las artes, el deporte– y en su herencia espiritual de una cosmovisión de orígenes antiguos.

Segundo, no solo escribió un conjunto de análisis y reflexiones valiosas para la comprensión de lo que somos como nación, sino que, además, nadie como él fue mejor difusor de la riqueza cultural de nuestros pueblos: a los colombianos nos dio a conocer y valorar las expresiones musicales y danzarías de nuestro país; y después, no contento con ese alto logro, se fue por el mundo, hasta los confines mismos del planeta, con músicos y bailarines para mostrarles a parisinos, rusos y chinos la enorme belleza y el poder del arte de los que él llamó pueblos analfabetos y semiletrados.

Tercero, desde sus años de juventud hasta el día de su muerte luchó, con gran entusiasmo y optimismo, contra las injusticias sociales, y principalmente contra el mal aberrante del racismo practicado contra afros y nativos. En ello no desmayó nunca, y dejó páginas imperecederas.

Por lo anterior, nadie como Manuel Zapata Olivella se ha merecido tanto el homenaje organizado por el Ministerio de Cultura y las universidades del Valle, de Cartagena, de Córdoba y de Pereira para celebrar los cien años de su natalicio. El reconocimiento a su obra como pensador, como artista y como divulgador insigne de lo mejor de nuestra cultura será cada vez más grande con el paso del tiempo. La suya fue, de verdad, una labor de gigantes, por cuyos frutos estaremos eternamente agradecidos.

*Alfonso Múnera es historiador, profesor e investigador.

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