El actor álvaro Rodríguez como el exsargento Diógenes Hernández

1994

La gente de La Universal, Felipe Aljure

Manuel Kalmanovitz
24 de enero de 2014

 

La gente de La Universal merece estar en este listado gracias a cuatro simples palabras: “Por eso le digo”. Es una frase memorable, que aplica en muchos de los encuentros cotidianos que tenemos con figuras de autoridad obtusas que, para justificar sus exigencias ilógicas, ofrecen un razonamiento tautológico e inexpugnable: “Haga lo que le digo porque yo se lo digo”. Es una frase –y una experiencia– que sigue tan vigente como cuando se estrenó la película, hace 20 años, y que hasta entonces no se había articulado de forma tan clara y rotunda.

La gente de La Universal nació de un cruce de personas con ideas parecidas, siguiendo lo que su director, Felipe Aljure, hoy llama “un mandato cósmico”. Escrita por el director junto a Manuel Arias y Guillermo Calle, la película se planteó como una alternativa al cine rural que tanto se hacía en Colombia, un intento por hacer algo que respondiera al país urbano que éramos (y somos) y que en las pantallas nunca se había presentado cabalmente con su humor y picardía, con su caos y desesperanza.

Aljure había llegado hacía poco de Londres, donde estudió Cine, y en Bogotá coincidió con Arias, Calle, Adelaida Nieto, el camarógrafo Carlos Sánchez y un buen número más de personas con quienes compartía la misma inquietud. “El cine que teníamos no nos refleajaba; nosotros éramos gente de ciudad, de apartamento, de congestión urbana y toda esa carreta. Dentro de ese mundo pasan muchas cosas: el anonimato, el rebusque, la supervivencia, la viveza, la relación con los impuestos (…), toda esa forma de ser ciudadano de espaldas al establecimiento”.

Su estreno en 1994 en el Festival de Cine de Cartagena fue polémico; algunos críticos la tildaron de “grotesca y burda” mientras otros encontraron en eso tan ofensivo un sentido del humor negrísimo que no se había visto antes en nuestras pantallas.

A nivel de taquilla, La gente de La Universal fue un éxito relativo, con 450.000 espectadores. “Para los que hicieron plata, les fue muy bien”, señala Aljure. “Pero nosotros nunca pensamos en hacer plata y no logramos empatar, y ese fue el problema: pasamos varios años pagando la deuda que dejó la aventura”. Así, Aljure tardó una década en lanzarse a hacer un segunda película, El Colombian Dream, estrenada en el 2004.

Hoy en día La gente de La Universal se mantiene como un retrato convincente del lado oscuro de la idiosincracia nacional, de un submundo de oprimidos y apaleados cuya venganza es salir, apenas tengan la oportunidad, con un “por eso le digo” al primer desgraciado que olvide la inutilidad de pedirle explicaciones a quienes detentan algún poder.

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