Especial de Memoria

Cinco. Bosque de la Memoria. San Martín, Meta

San Martín es el municipio más grande del Meta. Está en la mitad del departamento, así que es una parada obligada desde y hacia el Guaviare, conectando efectivamente el profundo llano con el interior. Tiene, además, petróleo.

Centro Nacional de Memoria Histórica
23 de septiembre de 2014
San Martín. El Bosque de la Memoria, en medio del casco urbano de San Martín, Meta, es un santuario para quienes sufrieron la violencia.

A comienzos de este año se encontró lo que bien podría ser el hallazgo más grande de la historia del departamento. ¿Por qué, entonces, no es un sitio próspero? ¿Por qué necesita San Martín un Bosque de la Memoria?

 Como suele suceder en nuestro país, la riqueza natural es riqueza para todo el mundo menos para los habitantes del lugar bendecido con minerales, petróleo o una posición geográfica privilegiada. Su ubicación estratégica convirtió al pueblo en el objeto del deseo de diversos grupos paramilitares. Todavía hoy siguen en la lucha y sus habitantes, quienes creen poco en la supuesta desmovilización, siguen siendo víctimas de reclutamientos forzosos, amenazas, asesinatos y desapariciones; van, al momento de la escritura, 14 jóvenes desaparecidos y siete muertos.

 El Bosque de la Memoria, un santuario rural en medio del casco urbano de San Martín, se hizo para recordar a los cientos de víctimas de la ocupación paramilitar. Empezó, al igual que otros lugares de memoria, con la valentía de un pueblo que después de años de abusos se armó de valor y empezó a denunciar. Era, y es, peligroso, pero a partir de 2005, de la mano de Gustavo López, coordinador de la mesa municipal de víctimas, comenzaron a hablar. Para 2007 se había unido la Defensoría del Pueblo y, en 2008, 21 víctimas marcharon con el pueblo, incluso frente a los billares en los que suelen reunirse (todavía hoy) los paramilitares, con fotos de sus seres queridos.

 Más y más víctimas se fueron uniendo cada año hasta que en 2013 una entidad ambiental donó una cuadra entera, cubierta de monte, que rápidamente se convirtió en el Bosque de la Memoria. Entonces, ¿por qué un bosque? Como cuenta Gustavo López, es para recordar a las víctimas vivas, a las que pueden todavía deambular por el pueblo y encontrar un poco de sosiego caminando por entre los árboles. Es un bosque, también, porque justamente por esos árboles fueron conducidas docenas de víctimas hacia su muerte en la carretera que lleva al matadero del pueblo. Y es un bosque porque los paramilitares no son los únicos victimarios del pueblo ni los seres humanos las únicas víctimas. La reciente actividad petrolera ha revictimizado a la comunidad,  desplazando familias enteras, calmando ansias de justicia y memoria con plata fácil que termina en las cantinas y en los prostíbulos del pueblo, destruyendo la flora y la fauna nativa.

 Al bosque urbano, que tiene en el centro un majestuoso algarrobo bajo el cual se hacen talleres y conmemoraciones anuales, se le unirá un nuevo bosque en la parte rural del pueblo. Producto de otra donación, el segundo bosque tendrá un aviario dedicado a las docenas de especies endémicas de la región, que podrán resguardarse, junto con los residentes de San Martín, del progreso petrolero, la violencia paraca que no se acaba y el olvido que descansa.

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Gonzalo Sánchez G.*Director del Centro Nacional de Memoria Histórica