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Cuando el café revive la historia y devuelve la esperanza
Gracias al programa de Calidad Sostenible aaa de Nespresso algunas regiones tradicionalmente cafeteras, pero dejadas por décadas al margen del desarrollo del sector, le apuestan a revivir su producción. Así devolverán la esperanza a las resilientes comunidades de estas zonas.
Cuenta la historia que, durante la época de la colonia, por allá a principios del siglo XVIII, varias grandes naciones europeas como Francia, Inglaterra y sobre todo España, que iban y venían de Europa a América en sus planes por colonizar nuevos territorios, trajeron por primera vez al nuevo continente la mata de café originaria de África, que 300 años después se consolidaría como la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua.
En lo que actualmente es Colombia, la expansión del consumo y la producción de café se les atribuye a los padres jesuitas, que llegaron a este territorio en diferentes misiones religiosas y que empezaron a cultivarlo alrededor de 1730. Adicionalmente, una de las tantas leyendas que se tejen en torno a esta historia asegura que se debe a un cura de Salazar de las Palmas, municipio del Norte de Santander, el desarrollo del cultivo en esta zona del país, ya que imponía a sus feligreses como penitencia sembrar y cultivar café. Dicen que fue así como el cultivo empezó a extenderse hacia otras regiones del país.
Con los años, su siembra se convirtió en una de las actividades agrícolas más importantes del país, eje esencial del desarrollo económico de la nación, y su fruto en el producto insignia de Colombia ante el mundo.
Tierras privilegiadas
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Pero las buenas intenciones por incrementar su cultivo en el país, tanto de los jesuitas como de los primeros productores, no habrían sido suficientes si los granos de café traídos de tierras lejanas no hubieran encontrado unas tierras privilegiadas, con las condiciones ideales para su siembra. Y Colombia sí que las tiene. De acuerdo con la Federación Nacional de Cafeteros, de los 32 departamentos que tiene el territorio nacional 22 son regiones cafeteras.
Tierras templadas ubicadas, en su mayoría, entre los 1.200 y los 1.800 metros de altura sobre el nivel del mar, incluso algunas que registran alturas un poco superiores, que producen café ciento por ciento arábica de altísima calidad, considerado como el más suave del mundo.
Y aunque las vastas tierras de los departamentos de Antioquia, Cauca, Nariño, Caldas, Huila o Cundinamarca son de las regiones más productoras, gracias, entre otros factores, a que muchas de estas completan una tradición cafetera de casi tres siglos, existen otros territorios que, aunque son más jóvenes en la producción del grano, vienen aportando de manera importante a las cifras nacionales, se proyectan como productores de gran potencial dentro del mercado internacional y han visto cómo la caficultura ha mejorado la calidad de vida de sus habitantes.
Este es el caso del departamento de Caquetá y algunas zonas del departamento de Nariño, entre otros, que también tienen una gran historia cafetera por contar.
En el caso específico del Caquetá, señala la historia que sus primeros acercamientos con el cultivo del grano se dieron en la primera mitad del siglo XX, tras la migración de colonos provenientes del departamento del Huila, con tradición caficultora, que buscaban nuevas oportunidades económicas y sociales en este territorio debido, entre otros factores, a la violencia bipartidista que se registraba en el interior del país.
Esta migración se facilitó gracias a la construcción de la carretera Guadalupe (Huila) y Florencia (Caquetá) en la década de los treinta, que, de acuerdo con información de la Gobernación del departamento, se convirtió en la vía para comunicar a este territorio con el resto del país, tras años de desconexión debido a que la cordillera Oriental se convertía en una gran muralla natural para el tránsito de pobladores.
Según datos de la Gobernación, para finales del siglo xx el departamento contaba con, aproximadamente, 5.000 hectáreas de cultivos de café, ubicadas a lo largo de la cordillera Oriental, desde el municipio de San José del Fragua hasta San Vicente del Caguán.
Las siembras en esta región del país se caracterizan por estar ubicadas, en su gran mayoría, en los 1.200 metros de altura sobre el nivel del mar, condiciones ideales para producir un café de calidad extraordinaria de baja acidez, suave y con aromas frutales.
Pese al buen comportamiento que venía registrando la actividad cafetera en el departamento, el recrudecimiento de la violencia en el territorio, registrada entre 1998 y 2002 —periodo en el que, según el Centro de Memoria Histórica, se intensificaron las masacres y la muerte de líderes de la comunidad tras la incursión de grupos armados ilegales—, provocó el éxodo de sus habitantes hacia otras regiones del país y la migración de mano de obra hacia otras fuentes de empleo como los cultivos ilícitos, lo que generó el abandono de su caficultura.
El impacto fue tan drástico que, según datos de la Federación Nacional de Cafeteros, entre 2002 y 2006 no se registra información sobre áreas cultivadas de café en ese territorio.
Pese a este alto en el camino, la actividad cafetera en el departamento aún tiene muchas oportunidades para continuar creciendo. Una de ellas es la que se viene dando tras el acuerdo de paz firmado entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, que ha permitido que estos territorios logren repensarse, de nuevo, como zonas productivas dentro de la economía legal, donde rescatar sus cultivos tradicionales y aprovechar la riqueza de sus tierras ha sido la mejor alternativa en la construcción de un nuevo país.
Y Caquetá tiene todo para alcanzar este propósito teniendo en cuenta que, de acuerdo con información de la Gobernación del departamento, en ese territorio se produce café amazónico, un café de piedemonte influenciado por las corrientes de aire frías que bajan de la cordillera y las calientes que provienen de la cuenca amazónica.
Territorios esperanza de Colombia
Para lograr que Caquetá logre incrementar su producción de manera sostenible y aprovechar, de esta manera, su gran potencial, Nespresso, compañía que lleva más de 15 años trabajando en Colombia para fortalecer la actividad caficultora en el país, decidió, en 2017, implementar su programa de Calidad Sostenible aaa en el departamento, iniciativa lanzada en el país en 2004 y que hoy apoya a más de 30.000 caficultores ubicados en los departamentos de Cauca, Nariño, Huila, Santander, Cundinamarca, Antioquia, Caldas y, ahora, Caquetá.
De acuerdo con Mathieu Colombier, coffee ambassador de Nespresso en Colombia, los beneficiarios del programa de Calidad Sostenible aaa reciben acompañamiento técnico de ingenieros agrónomos con el propósito de mejorar el rendimiento y la calidad de sus cosechas, garantizando un suministro sostenible de café de alta calidad y mejorando la vida de los caficultores y sus comunidades.
En Caquetá, específicamente, el programa ha beneficiado a más de 900 fincas del departamento mediante diferentes capacitaciones que buscan que los caficultores logren obtener una producción de café de alta calidad bajo estándares sostenibles, además de la entrega de 135 despulpadores, 141 tanques de fermentación y cerca de 80 secadores solares para el café.
El trabajo de Nespresso en el Caquetá ha empezado a mostrar sus resultados. De acuerdo con cifras de la Federación Nacional de Cafeteros, entre 2017 y 2019 el departamento ha registrado un área, en promedio, cultivada de 4.000 hectáreas, cifra que se acerca a las plantaciones con las que contaba hace dos décadas.
Más hacia el sur, en la frontera con Ecuador, se produce otro café excepcional. Se trata del grano de El Rosario, Nariño, cultivado en mayores altitudes.
Nariño fue uno de los primeros departamentos en el cual se implementó el Programa de Calidad Sostenible aaa, debido a la alta calidad de su grano. Sin embargo, el municipio de El Rosario había quedado apartado en su momento de este proceso por un contexto particular en el cual se encontraba la zona. Fue en 2019 cuando las condiciones se reunieron para que Nespresso pudiera extender su programa a más de 100 fincas del municipio.
El programa, en esta región del país, trabaja como iniciativa para la sustitución de cultivos ilícitos por siembras de café, garantizando que la compañía compre las cosechas, lo que representa un ingreso que les permite a las familias caficultoras mantenerse dentro de la economía legal.
Los buenos resultados del trabajo que viene realizando Nespresso en estas regiones del país, en alianza con la Federación Nacional de Cafeteros, le permitió a la compañía lanzar, por segundo año consecutivo, su edición limitada de temporada, llamada Esperanza de Colombia, un café ciento por ciento colombiano, originario del departamento de Caquetá, que este año integra granos del municipio de El Rosario, Nariño. De acuerdo con Mathieu Colombier, este café llegará a más de 30 países en el mundo, de los 80 en los que Nespresso hace presencia.
Pero aún hay más, Caquetá y El Rosario, Nariño, entraron a hacer parte del plan global lanzado por Nespresso en 2019 llamado Reviving Origins, que utiliza el Programa de Calidad Sostenible aaa para revivir cafés únicos provenientes de regiones del mundo que ven amenazada su producción por diferentes problemas sociales, económicos o medioambientales, como ha ocurrido en estas zonas del país.
La apuesta por reactivar la actividad cafetera en regiones de altísimo potencial, que por diferentes razones había sido abandonada, es una muestra de que la historia de la caficultura en Colombia aún se está escribiendo y que su fruto devuelve la esperanza al país.