La controversia
La Misión de Sabios y su inutilidad
¿Cuáles son las prioridades de la Misión y del Gobierno? ¿Cómo le aporta la Misión a la crisis actual?
La Misión de Sabios que el presidente Iván Duque convocó en febrero y ha liderado la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez llega en pocos días a su fin. ¿Qué nos deja? Un informe, aún no publicado, redactado colectivamente por sus cuarenta y siete miembros; algunos debates interesantes en sus pocos encuentros públicos; y la promesa de un ministerio de Tecnología e Información. El informe seguramente cumplirá la tarea inicial de “aportar a la construcción e implementación de la política pública en educación, ciencia, tecnología e innovación”, y habrá que ver si erigir un ministerio como el planteado resulta viable en medio de las protestas y las crisis que vive el país. Al final, sin embargo, permanece la pregunta sobre la utilidad de un proyecto como ese, que exigió dinero del Estado y tiempo y energía de los expertos e instituciones que la conformaron. Si se trataba apenas de llegar a un informe, la Misión no cumplió, pues justamente ese fue uno de los temas más debatidos: no podía suceder lo mismo que hace veinticinco años, en el gobierno de Gaviria, cuya misión de sabios dejó un documento (con la firma del propio Gabriel García Márquez) que quedó en los anaqueles. Y si se trataba de tener un grupo de mentes brillantes que ayudara a orientar el desarrollo de Colombia, el problema fue más bien político y filosófico: en un país con tantas carencias, con un proceso de paz enredado, una sociedad dividida y, ahora, un paro nacional producto de profundas insatisfacciones, ¿cuáles son las prioridades de esta misión y del Gobierno? ¿Cómo le aporta la Misión a la crisis actual? Ahora solo esperamos que la conversación nacional que, al cierre de esta edición, el presidente Duque abrió a raíz del paro y las manifestaciones, no resulte en lo mismo que la Misión: dilatada y posiblemente inútil.