Mersault, caso revisado
El "árabe" ignorado por Camus
Todos aquellos que han leído 'El extranjero', de Albert Camus, tienen presente a Meursault: el héroe, sería mejor decir, el antihéroe de esa novela. Un escritor argelino acaba de publicar una novela en la que retoma la historia desde otra perspectiva, la del personaje asesinado por Mersault en la novela de Camus.
Meursault, caso revisado
Kamel Daoud Córdoba: Editorial Almuzara| 172 páginas | $59.000
Todos aquellos que han leído El extranjero, de Albert Camus, tienen presente a Meursault: el héroe, sería mejor decir, el antihéroe de esa novela, encarnación por excelencia de tres cuestiones fundamentales del existencialismo –la verdad, la autenticidad, la incomunicación–, como lo señala con certeza José Miguel Oviedo en el prólogo de una edición española.
Es una historia gris en donde predomina la indiferencia frente a la realidad por absurda, en donde no hay ni arrepentimiento ni lástima. Meursault no tiene ni siquiera lágrimas por la madre muerta, ni siente culpa por el crimen cometido, “el árabe” ultimado por cuatro disparos. Nada tiene suficiente importancia, nada lo atrae o conmueve. Pero la totalidad de la novela gira sobre él y su impasible actitud ante una realidad que no se puede alterar: “…no se cambia nunca de vida… en cualquier caso todas dan lo mismo”.
Ahora, 70 años después de la aparición de la novela de Camus, un escritor argelino, Kamel Daoud, nacido en 1970, le pone nombre y rostro a ese otro conocido hasta hoy como “el árabe”, el que perdió su nombre, la vida y su propio cuerpo en una misma jornada.
Meursault, caso revisado es la misma historia contada desde la otra orilla. Un viejo, todas las noches, va a un bar a beber vino y, parece ser, a contarse a sí mismo la historia de su hermano muerto muchos años atrás por un tal Meursault. Pero no es un recuento piadoso, ni una exposición jurídica de un abogado, es una incisiva perorata moral contra quien negó a su hermano todo, desde un nombre; contra quienes despojaron a él y a su madre de un hermano y un hijo. Pero también es un alegato contra una nación que lo decepcionó como ciudadano y contra una casta que siempre va en busca de un dios, interesada solo en construir mezquitas.
Este anciano, que no reza, no hace abluciones, no ayuna, jamás irá de peregrinaje y bebe vino, se coloca por encima de extranjeros y nacionales en medio de su embriaguez diaria, para declarar que todos son culpables, que él es libre, y que Dios es una pregunta y no una respuesta.
Valiente texto que no acepta la negación como comportamiento humano, ni la lástima como consuelo. Por supuesto que es un homenaje a Camus, pero por encima de todo, una confrontación con su novela; es la digna y altiva respuesta de alguien que se atreve a mirar desde la otra orilla y poner en entredicho desde la incapacidad manifiesta de sus dirigentes, incluyendo la casta religiosa, hasta el eurocentrismo de un continente que nunca ha dejado de pensar en sí mismo y jamás se ha tomado la molestia de pensar en el otro.
*Por un error en la edición impresa publicamos que esta reseña había sido escrita por Alberto de Brigard y en realidad es un texto de Conrado Zuluaga.