Tunja literaria
'La escuela de música': una entrevista con Pablo Montoya
Si 'Tríptico de la infamia' fue la culminación de una serie de inquietudes en torno a la relación entre la pintura y la literatura, 'La escuela de música' lo es frente al vínculo entre la literatura y la música. Hablamos con el escritor colombiano sobre su más reciente novela, y aquellos otros libros, acontecimientos y compositores que lo inspiraron para escribirla.
En La escuela de música, el colombiano Pablo Montoya se mete de lleno en uno de los temas que más ha visitado a lo largo de su obra: la relación entre la música y la literatura. Para desarrollarlo se inserta en la tradición de la novela de formación, o bildungsroman, y recrea, a través de la memoria autobiográfica novelesca, sus años de formación como músico y escritor en Tunja, a mediados de la década de los ochenta.
Pedro Cadavid es un joven que llega a Tunja desde Medellín con un solo deseo: estudiar Música y dedicar su vida a ella. A partir de entonces, la novela se desarrolla entre las paredes de la escuela y la realidad de un país que comienza sus años más turbulentos.
Hablamos con el escritor, y esto fue lo que nos contó acerca de su última novela.
466 páginas. ¿Se trata de una novela que marca algún cambio? ¿Cómo la entiende dentro de su propia obra literaria?
La escuela de música podría originar en el lector que ha seguido mis libros una especie de asombro, pues parece ser una novela distinta a las otras que he escrito. Y en efecto, hay diferencias. La primera es que es más larga y autobiográfica y quizás más cercana a eso que se denomina “novela total”. La segunda, que su formato es más tradicional y menos experimental que, por ejemplo, Los derrotados (2012) o Tríptico de la infamia (2015). Pero creo que, en el fondo, esta nueva novela se parece mucho a las otras porque su tema es el mismo: la confrontación entre el artista y el poder. La escuela de música muestra el crecimiento de un joven artista en medio de una sociedad altamente conflictiva, como lo fue la colombiana durante la década de los ochenta. Y este proceso de formación sucede en medio de una colectividad de personajes que antes no había trabajado. Ahora bien, como Tríptico de la infamia es una culminación de una serie de inquietudes mías en torno a la relación de la pintura con la literatura, La escuela de música lo es frente al vínculo entre la literatura y la música. En este sentido, yo entiendo ambas novelas como obras de mi madurez literaria.
En las últimas páginas del libro, Pedro Cadavid recuerda una frase de Juan de Castellanos: “Tunja, tierra que pone fin a nuestra pena”. ¿Cómo fue eso de crear una Tunja literaria?
En Tunja viví nueve años. Estudié Música, fui también estudiante de Filosofía y Letras, y músico de la Orquesta Sinfónica de Vientos de Boyacá. Ese periodo de aprendizaje estuvo marcado por muchas dificultades que están reflejadas en la novela. Uní mi experiencia vital que recuperé a través de la memoria, pero también me preocupé por mirar las maneras en que Tunja ha aparecido en la literatura colombiana. Ciudad que, acaso, alcanza su mayor presencia en Los pecados de Inés de Hinojosa, de Próspero Morales. Intenté mostrar una ciudad conventual, burocrática, militar, atrasada y detenida en el tiempo, pero también le atribuí unos rasgos muy particulares que le permiten a Pedro Cadavid avanzar en su aprendizaje: la soledad, el silencio, el recogimiento y el hecho de ser, a su modo, una pequeña ciudad cosmopolita. Cadavid proviene de una Medellín cerrada y chovinista, y conoce en Tunja a Colombia y sus diversos modos de ser. Pero, si para Castellanos Tunja es una ciudad de culminación, para mi personaje es simplemente un lugar de paso. Acudí, además, para construir mejor esta ciudad con diversas lecturas, al mismo Juan de Castellanos, e incluso revisé algunos libros suntuosos, como el de Alfredo Iriarte, por ejemplo, que muestra los ocultos y hermosos tesoros de Tunja. De algún modo, lo que hago con La escuela de música es homenajear a esa ciudad que ha sido tan importante para mí.
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¿Cómo se combinan música y literatura en su novela?
La escuela de música se enraíza en esa tradición de la narrativa musical que comienza en Occidente con el relato Gambara, de Balzac, aunque sus raíces verdaderas están en los cuentos fantásticos de Hoffmann. Pretende dialogar, a su modo, con las novelas musicales del siglo xx, tales como Juan Cristóbal, de Romain Rolland; Dr. Faustus, de Thomas Mann, y El juego de los abalorios, de Herman Hesse. Uno de mis propósitos, entre otros, fue darle a la novela un cierto perfil ensayístico, y por ello hay discusiones constantes sobre música y los abrazos que ella establece con la enfermedad, la locura, la muerte, la rebeldía, la política. Esas discusiones provienen de la relectura que hice de La montaña mágica, de Thomas Mann. En realidad, si hay una obra literaria que me clarificó en el proceso de elaboración de La escuela de música fue esta inmensa novela de formación del escritor alemán.
Su novela cuenta con referentes históricos que resultan importantes para la formación de Cadavid: la toma del Palacio, la tragedia de Armero, el genocidio de la UP.
El primer acontecimiento de violencia que más me marcó fue la muerte de mi padre que, como el de Cadavid, fue asesinado por una célula guerrillera del eln en una época en que yo simpatizaba, en cierta medida, con esos movimientos revolucionarios. Cuando viví en Tunja lo del Palacio de Justicia nos llegó no solo a través de las noticias, sino que, entre el grupo de amigos que me rodeaba, corrió el rumor de que una profesora universitaria escondía a un guerrillero del m-19 que había participado en la toma. A partir de este rumor, decidí introducir en la novela este evento funesto. Algo parecido sucedió con Armero. Uno de mis compañeros músicos perdió una buena parte de su familia en esta tragedia. Con respecto al exterminio de la up, este no golpeó a Tunja con fuerza, pero sí hubo algunos asesinatos de estudiantes. Lo que quise mostrar, finalmente, fue una Tunja que desde el punto de vista de la política y la violencia reflejara al país entero.
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Usted no solo retoma el género de la novela de formación, sino que además los personajes de su obra tienen una sensibilidad romántica.
El romanticismo es fundamental en la novela, por la manera como actúa en el proceso de formación de Cadavid. La música de Chopin, de Schumann, de Beethoven, de Wagner, de Brahms, actúa como un espejo que le permite al lector comprender la manera en que Cadavid va avanzando en ese arduo crecimiento de su sensibilidad y su mentalidad. La noción de artista presente en La escuela de música está fuertemente arraigada, por un lado, en un romanticismo de tipo libertario, y por el otro, en las claves poéticas de la ensoñación y lo nocturno. Y en este vínculo que la novela propone entre artista y sociedad hay un duelo musical que se realiza por la gran cantidad de asesinatos que ocurren en la Colombia de esos años. Pues bien, ese duelo, que es a mi modo de ver uno de los puntos más altos de la novela, se hace a partir de la ejecución que el coro de la escuela de música hace del Réquiem de Berlioz. El romanticismo y su faceta anómala y rebelde, en definitiva, aparece en el aprendizaje de Cadavid porque creo que nuestra época sigue siendo, en muchos asuntos, esencialmente romántica.
* Profesor y director de la Fundación Gratitud