MÚSICA

Sed de guarapo: el nuevo género musical del Caribe colombiano

Este sonido naciente es “el punk de la champeta”, y surgió de los jóvenes marginados de la escena picotera.

Jaime Andrés Monsalve B.*
27 de junio de 2019
Los jóvenes son quienes le están dando vida a este nuevo ritmo de la Costa Caribe colombiana. Foto: Iván Valencia/Archivo SEMANA.

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En medio del fragor de la fiesta en plena plaza de toros de Cartagena, entre una rumba congolesa y una salsa brava, el dj de ocasión se suelta con una placa, es decir, con un anuncio pregrabado. “¡Huracááááán, soltando pura música dura!”, grita la voz aguda y siempre reconocible de Mike Char, sempiterno locutor de las placas picoteras más famosas. “Ciento por ciento original… Nada de guarapo, oyeeee… ¡Naaaaaa-da de gua-ra-po!”.

Huracán Turbo Láser es uno de esos picós barranquilleros de estilo tradicional, con un enorme y protagónico bafle central adornado con dibujos de colorido desmesurado. Estos sound systems, populares en la Costa Caribe hasta bien entrada la década de los noventa, habían estado siendo desplazados por sistemas de sonido de concierto, que en el argot se conocen como picós fraccionados. Desde hace unos cinco años o un poco más, sin embargo, los turbos han vuelto a tomar relevancia (entre otras cosas, los picós fraccionados perdieron terreno por violar las normativas de volumen en vivo), con una filosofía muy clara, correspondiente a su dignidad de siempre: música exclusiva, nada de pegas (temas ya gastados por su paso de picó en picó) y, sobre todo, nada de guarapo.

Bajo el nombre de guarapo se denomina por estos días en el Caribe colombiano a una música hecha en estudio mediante la manipulación de fragmentos de temas africanos, cantos a capella, música árabe y géneros tropicales latinoamericanos, obra de un grupo de jovencísimos productores que vienen trabajando en ello desde hace unos cinco años. Llama la atención por su brevedad, su contundencia y el empleo de un compás que, a primera oída, parecería no emparentar fácilmente con los sonidos del Caribe.

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“Me perdonan, pero lo único que yo reconozco como guarapo es la bebida de panela y limón con hielo. Esa otra cosa que llaman así, eso no es música”, dice Fernandito Viloria, DJ del Huracán. “Cuando yo comencé en los picós, los tales guarapos hasta se dejaban oír, no como ahora. Esos pelaos creen que con cualquier programa de edición pueden hacer música, y están es acabando con los temas, los vuelven un paloteo. Pa mí eso es ruido; eso es dañar la música”.

Supe del guarapo gracias al músico bogotano Eblis Álvarez, que estaba empleando ese compás en un proyecto personal. La primera vez que busqué algún guarapo por YouTube mi desconcierto fue absoluto. En principio, me resultaba extraño no encontrar alguno que sobrepasara los dos minutos de duración, a veces ni siquiera el minuto y medio. Por otra parte, la remezcla venía cifrada en el compás de seis octavos, característico de la música latinoamericana de los Andes y del litoral Pacífico, y no precisamente de la región Caribe.

Parecían remezclas de champeta con sanjuanero, como si a un músico congolés de soukous le estuvieran enseñando lo que en las academias colombianas se conoce cariñosamente como el compás “papa con yuca”.

Todo parece indicar que el seis octavos llegó por accidente hasta el guarapo, cuando algún joven aspirante a dj en Barranquilla, Soledad o Cartagena se encontraba trabajando en lo que se conoce como un ranchanchán, base melódica prefabricada para exponer en algún toque, complementada en vivo con improvisaciones vocales (a veces con algo de procacidad incluida) y con efectos de sintetizador Casio Sk5, teclado tradicional de la champeta por excelencia. Cuando se incluyen esos elementos, el ranchanchán se convierte en vacile.

Nuestro aventurero amigo quiso remezclar el tema “Muhogo Wa Jang’ombe”, de la cantante Bi Kidude (Zanzíbar, 1910-2013), un canto devocional de espíritu musulmán cifrado en seis octavos, y el compás quedó resaltado por el efecto de batería, que estos productores llaman baqueta o base. De esa experimentación surgió lo que se supone fue el primer guarapo, “El árabe”; y de ahí la idea de seguir haciendo estos edits, estas pequeñas células rumberas, con ese mismo ritmo.

Luego llegaron los guarapos que emplean soukous, ndombolo y otros ritmos africanos que anteceden a la champeta criolla; después los que usaban temas africanos a capella y, más recientemente, los basados en vallenato (se hizo famoso “El medidor”, guarapo procedente de la canción “Sin medir distancia”, en voz de Diomedes Díaz) y en reggaetón.

Se mezclan los ingredientes

“Si no hay más nada, dame guarapo”, es una frase típica de la Costa Caribe que explica en qué lugar de preferencia queda el popular refresco a la hora de ofrecer una bebida. Se entiende que la denominación haya nacido de manera despectiva, como ocurrió hace un par de décadas con la champeta, cuyo nombre se remite al cuchillo con que se limpian las escamas de los peces en el mercado y a sus portadores, los champetúos.

El guarapo nació como expresión de jóvenes aspirantes a DJ marginados de la gran escena picotera. Su escenario es el llamado picó de tercera generación, “un sonido repotenciado basado en el picó fraccionado, pero con una música completamente diferente”, según explica un estudioso del asunto, el músico Christian González de Lima, componente de la agrupación Boom Full Meke, conocido con el seudónimo de Bclip.

Los creadores de guarapo llegaron al tema por medio de la intuición. Ninguno contaba con un programa de edición de sonido más o menos profesional (a lo sumo, el rudimentario pero efectivo Adobe Audition), ni con conocimientos de música. “Todo nació mediante la edición burda: copiar y pegar sonidos, con lo que surgen ediciones muy planas pero adecuadas para lo que se busca”, explica Bclip. Incluso, ante la dificultad de crear una línea de bajo afinada nota por nota, los guaraperos emplean algo llamado “sub drop” o “sub bajo”, un sonido uniforme por debajo de los noventa hercios que funciona como soporte.

Luis Ángel Linares, conocido en el circuito como Ángel Produce, es uno de los pocos productores aficionados dedicados al guarapo en Valledupar. Para extraer los sonidos de bajo y batería, emplea librerías de FL Studio, estación de audio digital antes llamada Fruity Loops. “Es como un rompecabezas: uno hace un ritmo que pegue, y ya está el comienzo; hace el compás con la batería y un bajo que explote al principio, para que comience la fiesta”, explica.

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Por definición, el guarapo es una célula desechable. Antes de un toque, el productor elabora en su computador un grupo de entre ocho y quince guarapos de minuto o minuto y medio, que en la fiesta serán repetidos hasta la saciedad, para improvisar encima de ellos. “Al principio se pone una champeta, un reggaetón, una salsita –cuenta Ángel–. Y luego, para que la gente se vuelva loca, cuando llegan las diez de la noche p’arriba, se pone el guarapo y se anima con el micrófono en vivo. Uno pone la pista e improvisa cantando”. Normalmente, esos edits nunca vuelven a ver la luz. “La música se presta para los famosos ‘piques’, que son competencias para ver quién baila mejor –asegura Bclip–. A eso se le suma la animación, que hace reír a la gente por su lenguaje a veces explícito”.

Aun siendo descartables, son muchos los guarapos que pueden encontrarse en plataformas virtuales. Resultan muy apetecidas las producciones de quienes se han dedicado a ponerles una marca de fábrica, como los hermanos barranquilleros William y Maikol de la Asunción González, conocidos como DJ Profeta y Maikol el Insoportable, quienes sin superar los treinta años ya son referentes de la producción sonora y de la animación picotera, respectivamente. A ellos se suman los nombres de Edwin Producciones, dj Pantera, Luchín Perreo, José Palmera y Moisés Samplista, entre otros.

Hay guarapos que logran sobrevivir y se incorporan a las plataformas de audio de internet, el mejor lugar de distribución a falta de una cadena pirata de venta, mercado natural de la champeta hasta hace algunos años. Hoy, cuando el formato cd ya no vende ni en los andenes, siempre hay manera de distribuir esos sonidos por internet. Luifer D’ Producer, creador de contenido gráfico de música picotera en Riohacha, tiene alrededor de veinte mil suscriptores en su canal de YouTube. A todos les llegan las mezclas que día tras día va subiendo.

Una de las grandes dudas alrededor del guarapo es la del derecho de autor. Luifer explica que en tanto el productor únicamente emplee hasta quince segundos de un tema original, no habrá problema para que el edit pueda permanecer en redes. “Durante unos dos años pude percibir algunos ingresos por cuenta del guarapo, cuando lograba pegar de a cinco tracks a la semana. El asunto es que YouTube cambia mucho las reglas de juego, y muchas veces termina bajando los videos por temas de copyright, contenidos duplicados, etc.”.

Sírvase y disfrútese

Luifer D’ Producer insiste en que el guarapo es un ritmo, no un género. Sin embargo, a medida que va llegando a otros oídos, gente interesada en sus procedimientos estéticos va esclareciendo la posibilidad de que el guarapo cobre independencia y se inscriba en el amplio universo del Caribe como una música más. Esto ocurre, por una parte, gracias a productores como dj Profeta y Doble A Producciones, que al lado del cantante Rey Three Latino pergeñaron “Mami ya pa qué”, un guarapo con la estructura de un sencillo radial tradicional: letra, coro, una duración de tres minutos y medio y, sobre todo, unos bajos con afinación acorde a la melodía.

Desde su estreno, en septiembre de 2017, “Mami ya pa qué” se convirtió en éxito en radio y en pistas de baile, y fue elegido como tema del Carnaval de Barranquilla 2018. Lo mismo ha ocurrido con otros guarapos hechos canción, como “La pikotera”, de Kevin Flórez, y “Se resbaló”, de Will Fiorillo, producidos también por los hermanos De la Asunción González.

Baile de champeta en Puerto Badel, Bolívar.

La escena interiorana también está bebiendo del guarapo. Recientemente, Boom Full Meke estrenó “Chalekera”, tema en que participa el pionero DJ Pantera y que es el primer ejemplo de lo que el grupo ha denominado warapo, con uve doble: “Comencé a explorar junto con los guaraperos nuevas sonoridades vinculando trap, un sonido más bassy y más urbano de vanguardia. Así nació nuestro warapo, una nueva sonoridad avant garde”.

El sonido independiente en el mundo también está catando del brebaje. Recientemente, el sello de la pequeña discotienda Honest Jon’s Records, de Londres, editó un vinilo doble llamado Guarapo: Forty Bangers from Barranquilla, para el cual invitó a tres productores de la ciudad (Jeanpi Perreo, Edwin Producciones y DJ Ander) a que trabajaran sobre temas de músicos nigerianos de la década de los sesenta, licenciados por el sello. El resultado: probablemente los únicos cuarenta guarapos de estilo tradicional hechos bajo autorización –sin coqueteos con la piratería–, y grabados en un formato comercial, pensados para no ser desechados.

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Actualmente, el guarapo pasa por un proceso de decante. La inocencia de la experimentación de hace años dio paso a una mayor estandarización, pero a la vez eso ha permitido una mirada externa que le ha dado aval. Por otro lado, la misma escena se ha encargado de darle batalla: a veces las improvisaciones en vivo en los vaciles se salen de madre, provocando peleas y generándoles una mala fama a los toques, mientras se sigue viendo a sus asistentes como “coletos” o de mal gusto.

Si hubiera que clasificar las ramificaciones del sonido picotero del Caribe colombiano, podríamos decir que el guarapo vendría siendo el punk de la champeta. Como el punk, el guarapo nació en manos de jóvenes sin ninguna experticia musical más allá de un espíritu rebelde y una actitud en la que renovar es crear a partir de lo que se puede destruir. “Tiene un valor tremendo que personas sin ninguna educación musical hayan logrado algo único con una métrica de compás que es realmente compleja –asegura Bclip–. El 6/8, en la perspectiva del Caribe, te acerca al bambuco, al merengue vallenato, a la música llanera. El guarapo es augurio de unión entre lo andino y lo caribe, sin dejar de tener una esencia africana y punkera muy poderosa”.

*Periodista musical. Jefe musical de Radio Nacional de Colombia. Crítico musical de ARCADIA

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