ENTREVISTA EXCLUSIVA DE ARCADIA

Elena Ferrante: la ausencia insoportable

La más famosa escritora italiana concedió a Arcadia una entrevista, por correo y a través de sus editores, que estuvieron en abril pasado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. La napolitana insiste en que no le interesa el misterio que han creado sobre su identidad, y que prefiere seguir escribiendo de manera anónima.

Santiago Parga Linares* Bogotá
23 de marzo de 2016
Foto: David Sholomovich / AFP.

Nota del editor: El periodista italiano Claudio Gatti es motivo de una ardua polémica por entrometerse en la vida privada de la presunta escritora detrás del fenómeno de la escritora italiana Elena Ferrante. Arcadia la entrevistó hace unos meses a propósito de la visita de sus editores a Bogotá. 

Sandro y Sandra Ferri están casados y manejan, desde 1979, la editorial independiente italiana Edizioni E/O. Se han especializado en narrativa y han hecho un esfuerzo consciente por publicar las obras de mujeres novelistas. En 1992 empezaron a publicar a Elena Ferrante, una novelista napolitana que, en años recientes, se ha convertido en un fenómeno editorial internacional de un impacto crítico y comercial insospechado.

Ferrante, como muchos ya lo saben, no habla sobre sus libros, al menos no en persona. Nadie sabe quién es ni cómo se llama realmente, no firma ejemplares, no recibe premios y no se deja ver. Lo único que se sabe con certeza es lo que está impreso en sus libros y la identidad de sus editores. En sus novelas —pero en especial la recientemente concluida tetralogía napolitana (La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida)—, una o varias mujeres inteligentes y sensibles chocan contra una sociedad italiana patriarcal y violenta. La amistad entre mujeres, la relación entre madres e hijas y entre las mujeres y sus amantes aparecen en Ferrante con una sinceridad brutal, sin un ápice de cursilerías ni tonterías sentimentales. Esa franqueza y el estilo sencillo pero efectivo de sus novelas han cautivado a lectores en todo el mundo y ahora se empiezan a leer en Colombia.

Los Ferri vienen este año a la Feria del Libro de Bogotá y sirvieron de intermediarios para esta entrevista, una de las pocas que Ferrante ha concedido.

¿Por qué cree que su obra ha recibido tanto elogio de la crítica, la prensa y el público? ¿Por qué ha resonado tanto en los lectores de hoy en día?

No sé responder. Porque la historia de Lila y Lenù habla de una amistad femenina intensa y compleja, y porque en las más variadas traducciones, es decir, en los contextos culturales más diversos, esa amistad ha gozado y está gozando el favor de la crítica y el público. Quizá sea necesario especular que había una necesidad difusa de esa historia en particular.

Se han planteado muchas teorías sobre su identidad. Se ha dicho que usted es un hombre, un colectivo de escritores o incluso una estrategia de marketing. ¿Qué piensa de la especulación que su ausencia ha suscitado? 

Foucault escribió que la ausencia de un autor es insoportable y que solo podemos aceptarla en forma de un enigma. Me parece que los efectos de mi decisión le han dado razón. Partiendo de esa observación, y sobre todo de la palabra “insoportable”, sería necesario preguntarnos seriamente por qué nos perturba tanto que un autor no sea físicamente identificable. ¿Por qué, en otras palabras, preferimos las hipótesis más disparatadas y cerebrales por encima de la sencilla respuesta de que una señora de nombre Elena Ferrante publica libros desde hace 25 años y decidió expresarse solamente a través de la escritura?

Usted ha dicho que prefiere la ausencia porque las obras deberían existir por sí solas. ¿Cree que el misterio de su identidad haya eclipsado la importancia de los textos, por lo menos en la prensa?

No, no creo. Lo que usted llama el misterio de mi identidad es una obsesión puramente mediática generada por el éxito de mis libros. No habría misterio alguno, para los medios, si mis libros hubieran recibido escasa atención, si no se le hubiera atribuido alguna importancia a mi identidad. Lo que pasó primero fue que los libros conquistaron un número creciente de lectores y después, solo después, los medios mezclaron los ingredientes para cocinar enigmas.

¿Cómo es su relación con sus editores, Sandro y Sandra Ferri? ¿Qué piensa de que ellos sean su cara ante el mundo?

Nuestra relación es excelente. En cuanto al asunto de mi cara ante el público, esa está siempre asegurada en mis libros y en esta entrevista. Esos son mi única y verdadera cara.

Es evidente que usted se esmera por cuidar el estilo de sus novelas. ¿Cómo lo describiría para alguien que no las conoce?

Un registro expresivo y sereno que, repentinamente, se quiebra, solo para esforzarse por recomponerse.

Ha dicho que la escritura no es su trabajo principal y que sigue haciendo lo mismo que ha hecho toda la vida. Con el éxito de su obra y la fama que le ha traído, ¿eso sigue siendo cierto?

Sí.

La última novela estuvo nominada al premio Strega, pero no ganó. ¿Qué piensa del galardón, la nominación y el hecho de no haber ganado?

No concursé en el Strega para ganar, solo para reiterar algo que en Italia se sabe y se discute desde hace años: las pequeñas casas editoriales, las que a menudo descubren nuevos talentos literarios, no han ganado el premio ni una sola vez. Es solo para las editoriales más grandes y poderosas; para las que obtienen su poder de la apropiación programática de los escritores de buen nivel que las editoriales pequeñas han descubierto. Por otra parte, si hubiese ganado, no habría ido a recogerlo. No lo he hecho nunca y no pienso empezar a hacerlo.

La verdad y la experiencia real son esenciales en su obra. ¿Cómo maneja el límite entre la ficción y la realidad? ¿Le parece importante crear una división estricta entre las dos?

No. Una historia funciona solamente cuando la ficción es el disfraz, el aspecto perfecto de la verdad.

La literatura clásica griega es un elemento constante dentro de las novelas de la tetralogía napolitana. ¿Puede contarme sobre el papel que juega el destino (en el sentido griego de la palabra) en su obra? ¿Cómo se relaciona eso con las circunstancias históricas y sociales que rodean a las protagonistas?

La existencia individual es un choque feroz entre lo que nos determina (el patrimonio genético, la cadena de nuestros antepasados, con sus culpas y compromisos, los orígenes de clase, el momento histórico en el que nos tocó vivir y demás) y nuestras aspiraciones específicas, las acciones que tomamos y que nos llevan a la perdición o nos salvan. La amiga estupenda se nutre de este sentimiento.

Todas sus protagonistas son mujeres que, de una u otra manera, se parecen entre sí. ¿Existe una conexión deliberada entre ellas? ¿A qué se debe esto? 

Escribo sobre mujeres que han logrado una pequeña escalada sociocultural, pero que tienden, por diferentes razones determinadas por sus orígenes, a recaer. Esas razones están representadas en sus madres o en figuras femeninas afines.

Algunos críticos la consideran una escritora feminista. ¿Qué opina al respecto? ¿Cuál es su relación con el feminismo?

El feminismo fue, para mí, un instrumento de aprendizaje. Pero no escribo libros-manifiesto. Estoy siempre detrás de mis historias y de mis personajes.

Lila, y quizá también Elena, es una persona excepcional, pero su vida está siempre marcada por el sufrimiento y la alienación. Algo similar sucede con las protagonistas de las otras novelas. ¿Cree que la alienación va de la mano con el hecho de ser mujer? ¿O que las mujeres inteligentes y sensibles están condenadas a sufrir de esta manera?

Creo que las mujeres inteligentes de hoy están en medio de una batalla que se lucha en un número impresionante de frentes. Esto nos somete a una presión todavía más terrible que nuestras antecesoras. Las vidas individuales están constantemente en riesgo. Las fuerzas pueden ceder, y el mundo con el que nos identificamos puede parecernos, repentinamente, hecho añicos, reducido a miles de fragmentos heterogéneos. A mí me interesa mucho ese colapso y cómo se lucha para escaparlo.

La crítica le ha elogiado la sinceridad con la que su obra retrata la vida de las mujeres en Italia, y muchos la han llamado una cronista de la “experiencia femenina”. ¿Qué piensa al respecto?

Si es una descripción correcta, y de verdad nunca sé si lo es, siempre he tenido la impresión de que se lee más, y a veces menos, de lo que realmente he escrito. De todas maneras, me hace feliz.

La amistad entre mujeres es el eje central de las novelas de la tetralogía napolitana. ¿Cómo difiere la amistad masculina de la femenina, dado que una, la masculina, tiene una larga tradición literaria y la otra no?

La amistad masculina tiene reglas elaboradas y antiguas y una ceremonia elaborada. La femenina es completamente caótica, sin reglas, y es un espacio sin explorar. Para mí, una historia como la de Lila y Lena sería inimaginable entre dos hombres.

¿Dónde situaría su obra dentro de la tradición italiana y la universal? ¿A quiénes considera sus maestros, además de Elsa Morante?

Me gustaría forjarme un pequeño espacio entre los narradores que ven el mundo como un vórtice continuo de encuentros y desencuentros. Amo, para que nos entendamos, el Orlando enamorado de Matteo María Boiardo, con sus bruscos volcamientos sentimentales inducidos por beber casualmente de la fuente del amor y del odio. Pero amo también la riqueza narrativa asociada a la densidad psicológica, como en Mentira y sortilegio, de Morante. Amo también a un narrador-político como el Ippolito Nievo de Confesiones de un italiano. En cuanto a los clásicos del siglo XX, he estudiado mucho a Virginia Woolf.

La ciudad de Nápoles aparece con mucha fuerza en las novelas, casi como un personaje adicional. ¿Cómo se relaciona esa ciudad con su obra?

Nápoles no es solamente un espacio urbano y una complicada realidad socioeconómica, sino un crisol de tradiciones y culturas altas y bajas. He tratado de contar cómo es que los personajes chocan contra un ambiente así, deformándose, adaptándose, buscando nuevas rutas o maneras de huir. En el libro no intento crear páginas descriptivas (solo hay nombres: mar, Vesuvio, calles, barrios), sino describir las ondas creadas por el movimiento de los personajes de la ciudad, que la atraviesan, la viven, chocan contra detalles específicos del tejido urbano.

La estructura de las novelas de la tetralogía es a la vez simple y compleja. La consciencia de Elena, la narradora, fluye entre el presente y el pasado, todo conectado a su necesidad de comprender a su amiga, Lila. Esto me recuerda a Proust. ¿Hay alguna conexión entre su obra y En busca del tiempo perdido?

En busca del tiempo perdido es una obra gigantesca, su pregunta me mete en apuros. Puedo solo decir con alguna certeza que Contra Sainte-Beuve es el que más me interesa por su impacto en En busca del tiempo perdido. Hay páginas geniales sobre la autonomía absoluta de las obras y sobre lo efímero que es el “yo” que las escribe: un yo inestable, sepultado bajo los muchos yo de nuestra individualidad, difíciles de desentrañar, fáciles de perder.

Sus novelas son muy críticas de la sociedad italiana. ¿Cómo es la relación entre su obra, la política y el comentario social? 

Creo que en una novela la crítica social y política debe ir de la mano con las experiencias de los personajes. En nuestra vida de hoy en día, los conflictos de clase, la desigualdad económica o las decisiones políticas no son capítulos aparte ni parte del trasfondo, sino, lo queramos o no, están inscritos en nuestra carne, en las palabras que usamos, en la manera como reaccionamos. Es esto lo que quiero reproducir cuando escribo.

¿Lee literatura latinoamericana? ¿Cuáles son sus novelas o escritores latinoamericanos favoritos?

Leí mucha literatura latinoamericana cuando era niña, también para aprender a contar. La lista es muy larga, la boto desordenadamente: Vargas Llosa, Sábato, Onetti, Paz, Márquez, Fuentes. Pero también, naturalmente, Borges, Cortázar, Cabrera Infante. Y luego Rosa Montero. Y Bolaño. Pero sobre todo la extraordinaria Clarice Lispector. Su Pasión según G.H. fue para mí una lectura decisiva.

Sus libros se están empezando a leer en América Latina. ¿Hay algún aspecto de su obra que puede resonar con más fuerza en el público de países como Colombia?

La lucha por salir de la miseria en la que se nace. La exploración de la caótica amistad femenina. El choque con la cultura patriarcal y la violencia masculina. El telón de fondo que ofrecen Nápoles y las experiencias italianas: un libro debe tener raíces locales robustas. La sensación de aniquilamiento frente a la máquina del universo y su ausencia de sentido.

*Literato