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El restaurante que opera entre rejas

Desde hace un año, la cárcel de mujeres de San Diego, en el centro histórico de Cartagena, y la prisión de Bollate, en Milán, tienen algo en común: un restaurante en sus instalaciones, abierto al público y operado por los reclusos.

4 de noviembre de 2017

Así se hizo allá

MILÁN

La idea de tener un restaurante abierto al público en una cárcel nació en la prisión Bollate de Milán, Italia. Silvia Polleri, directora de la cooperativa ABC La Sapienza en Tavola, fundó en octubre de 2016 In Galera, el primer y único restaurante italiano dentro de una cárcel. Y lo creó para ofrecer a sus 1.200 reclusos un empleo con la posibilidad de aprender y recuperar una ética de trabajo. Actualmente, 10 de ellos atienden al público desde la cocina o como meseros, siempre acompañados por un chef y un anfitrión externo que garantizan la calidad de la comida. A la fecha, 28.000 comensales han visitado el restaurante.

Así se hizo aquí

CARTAGENA

En diciembre de 2016, Johana Bahamón, directora de la Fundación Acción Interna, importó la idea de Milán. El proyecto busca desarrollar la productividad en los centros carcelarios. Así abrió Interno en la cárcel de San Diego, el primer restaurante en una cárcel de mujeres, gestionado por las presas y dirigido al público. Cada una de las 170 reclusas participa en el proyecto en diversas tareas, pero solo 25 atienden en cocina y servicio a los clientes. Bahamón tiene el propósito de mejorar su calidad de vida y generar un espacio de reconciliación con la sociedad. En Cartagena y en Milán, los reos redimen el tiempo de la pena y obtienen bonificaciones.

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