INTERNACIONAL

China se abre, Europa se cierra

Las relaciones comerciales de la Unión Europea (UE) con China no son del todo justas según los europeos. El experto Cui Hongjian explica en entrevista con DW qué hace el gigante asiático y qué le queda todavía por hacer.

Alianza DW
9 de abril de 2019
China gana terreno a nivel mundial. | Foto: dinero dw

DW: La UE pide un comercio más justo y una inversión bilateral. ¿Están justificadas estas reclamaciones?

Cui Hongjian: El primer ministro Li Kequiang tuvo que esforzarse mucho para que en Bruselas entendiesen que su país ya avanzó mucho. Como respuesta clara a las preocupaciones de la UE, en el Congreso Popular chino de marzo se aprobó la Ley de Inversión Extranjera. En muchos sectores, las empresas extranjeras reciben el mismo trato que las nacionales.

Al mismo tiempo, China continúa siendo un país en vías de desarrollo. Seguro que hay que avanzar con la apertura del mercado, pero no se puede esperar que tenga la misma posición que el resto de las naciones industrializadas. La dirección a seguir es lo que está claro.

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Además, la UE reclama reciprocidad. Para lograrla, hay que sentarse y conversar teniendo en cuenta las particularidades de China. Aunque se estén implementando muchas reformas, los efectos no aparecen de la noche a la mañana. Dichas medidas tienen que llegar hasta el último de los municipios. Y para un gigante como China, eso requiere mucho tiempo. De cualquier forma, esperamos continuar con discusiones para ver cómo cumplir las expectativas que tiene la Comisión Europea.

A finales de marzo, la UE calificó a China como "competidor” y "rival sistémico” en un documento. ¿Hay una respuesta por parte de China?

La definición no me sorprende. De hecho, en los últimos años la relación entre China y Europa fue muy competitiva. Especialmente, en áreas dónde China estaba evolucionando muy bien. La competencia entre dos economías es algo natural en el mercado libre. China crece rápidamente, mientras Europa tiene que afrontar otros muchos desafíos dentro y fuera de la UE. El resultado es mayor competencia, pero eso no tiene por qué ser malo. Ambos socios podrían explotar sinergias. Por ejemplo, el desarrollo de terceros mercados.

En lo que respecta a la rivalidad sistémica, China se muestra cada vez más con más autoconfianza en todo el mundo. Pero eso no quiere decir que China quiera exportar su propio sistema a otras regiones. A este respecto, sería más propio que la UE tuviese esa autoconfianza.

La UE ya está pidiendo revisar las inversiones de países no pertenecientes la UE. En primera instancia, eso se refiere  China.

La inversión china en la UE ha experimentado grandes fluctuaciones en los últimos años. En 2016, por ejemplo, las inversiones de China estuvieron en el foco de atención de la opinión pública alemana. Eso derivó en preocupaciones y temores. Sin embargo, la inversión directa ha disminuido en los últimos dos años. Algunos países de la UE, incluido Alemania, impusieron medidas restrictivas. Con el ajuste de la Legislación de Comercio Exterior de diciembre de 2018, el Gobierno federal puede verificar las participaciones extranjeras en compañías alemanas para comprobar si peligran los intereses de Alemania. Por otra parte, la salida de capital chino para la inversión extranjera también está ahora sujeta a regulaciones más estrictas.

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La iniciativa de la Ruta de la Seda también se ve con recelo de Europa. Especialmente, en Europa del este. China está invirtiendo allí mucho dinero en infraestructuras. En parte, se habla de la "venta a China”. ¿Están justificadas esas preocupaciones?

Las preocupaciones de Europa son conocidas. En Alemania, la gente teme que China conquiste y se aproveche del segmento de la alta tecnología de Europa con inversiones masivas. Eso debilitaría la competitividad de Europa. Sin embargo, la realidad es que China no puede competir técnicamente con Europa en la mayoría de los sectores. Busca más bien cooperación técnica con sus socios europeos.

Al mismo tiempo, China está centrada en desarrollar sus propias innovaciones. Eso no significa que "robemos” tecnología de otros, ni que prohibamos productos de  compañías extranjeras en China. Eso iría contra la globalización y contra los principios del libre comercio en todo el mundo.

¿Qué piensa acerca del proteccionismo sobre lo que se conoce como "infraestructura crítica”?

Para Alemania, las redes de carreteras, aeropuertos y puertos pertenece a esa infraestructura crítica. En estas áreas, los inversores chinos tienen que respetar ahora criterios más estrictos que en el pasado. Sospecho que Europa quiere usar estas restricciones para frenar la apertura China. Esa es precisamente la ironía. China se abre una y otra vez, mientras Europa y Alemania cierran sus mercados. Eso también produce desequilibrios. Ambos deberían sentarse y discutir sobre cómo lograr esa reciprocidad, y cómo regular la inversión en infraestructuras críticas. Hay que ser objetivo y el hecho de que un inversor chino se apropie de un puerto en Italia no supone ni de lejos un "control estratégico” sobre Europa. El debate público debería ser más objetivo y menos emocional.