SOSTENIBILIDAD

BlackRock: La crisis de resiliencia se adelantó cinco años

Sandra Boss, jefe global de Investment Stewardship de BlackRock, habló con Dinero sobre la materialización acelerada de algunos riesgos para las inversiones en el mundo y el futuro que deja la pandemia.

24 de noviembre de 2020
Sandra Boiss, jefe global de Investment Stewardship de BlackRock. | Foto: Cortesía BlackRock

BlackRock administra inversiones en más de 2.000 empresas, de las cuales más de 100 están ubicadas en América Latina, cuyos países están en vías de desarrollo y por lo tanto las herramientas para enfrentar la actual crisis eran más limitadas.

Sin embargo, en el caso del sector privado, esta firma llevaba por lo menos desde 2018 hablándoles a las empresas en las que invierte sobre la importancia hacerlo pensando en la sostenibilidad y la generación de valor más allá del dinero para los accionistas.

BlackRock también había advertido que era momento de prepararse para riesgos que vendrían en sostenibilidad, cambio climático y resiliencia. Sandra Boss habló sobre este tema y el futuro de las emisiones de bonos sostenibles con Dinero.

Dinero: ¿Cuál es su evaluación sobre el comportamiento del mercado en este año de crisis y qué le ha dicho a su equipo a la hora de enfrentar pérdidas de valor tan grandes como las que hemos visto este año?

Sandra Boss: Lo que diría que ayuda mucho a nuestro equipo es que el enfoque está en el valor a largo plazo, así que reconocemos que esto en realidad para muchas empresas ha sido un golpe de corto plazo; ha habido devaluaciones, pero lo que hemos hecho es tomar un enfoque a corto plazo, también con propósito a largo.

Cuando nos reunimos con las empresas en marzo, abril y mayo, empezamos a trabajar con su resiliencia operativa, habilidad de trabajar remotamente y manteniendo a los trabajadores seguros. Muchas compañías vinieron y nos dijeron: “Debemos lograr tener capital ahora, poder cambiar nuestras disposiciones para que nos permitan crear capital futuro”. Otras nos aseguraron: “Estamos enfrentando una crisis de resiliencia estratégica”. Estas son tendencias que creíamos que iban a llegar en cinco años, pero lo han hecho en cinco meses o en dos, así que nuestra principal prioridad ha sido dar apoyo y entender las necesidades de las empresas para pasar por sus ajustes.

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Al tiempo, hemos visto que el diálogo este año nunca ha sido más intenso con respecto tanto a temas relacionados con el clima, como sociales; no debido al riesgo o a que se haya cristalizado en ciertas áreas, sino que vemos que la mayoría de las empresas ha estado más lista para tener estas conversaciones con nosotros de lo que lo estaba hace un año a pesar de la pandemia. Así, de alguna manera, esto se ha tomado en cuenta en diferentes juntas corporativas y observamos que en realidad ha habido un cambio en cuanto a las necesidades de las organizaciones de integrar estos temas a su gestión.

D: Mencionaba el cambio climático como uno de los riesgos que están evaluando. Con los mercados emergentes latinos tenemos ahora un problema grave con los huracanes y las tormentas tropicales. ¿Qué esfuerzo adicional podrían estar haciendo las empresas para ayudar a sus países a atender mejor a la población?

SB: Creo que desde la perspectiva del tiempo, acerca del cambio climático, es importante pensar en los riesgos físicos y los de transición; así, las empresas más grandes, que tienen una exposición física, están trabajando activamente para pensar cuáles son las inversiones y estrategias que tienen que tomar. Para algunas, es asegurar su infraestructura, para otras es comprar diferentes tipos de aseguramientos y para otras es trabajar conjuntamente con otras compañías en soluciones de nuevos problemas, especialmente en regiones expuestas geográficamente.

Sin embargo, hay una solución a corto plazo. Por supuesto, esta no va a cambiar el hecho de que el paso de los huracanes y la fuerza de los vientos en las tormentas están incrementando dramáticamente. Por ello, estamos trabajando en los riesgos de mediano y largo plazo, en lo que las empresas tienen que hacer para poder empezar a invertir en una economía de bajas emisiones de carbono.

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La naturaleza de las inversiones depende de la industria. En algunas, de hecho, están haciendo la transición de una fuente no renovable a las que sí lo son. Las empresas de tecnología, por ejemplo, están tomando decisiones con compromiso a 2030 porque la manera como ellas utilizan el entorno es manejable; sin embargo, si estás en una industria que está esperando un cambio de tecnología, es diferente.

Yo hablé con una empresa global que tiene operaciones en cerca de 200 países y 200 vehículos, además de aviones. Cuando analiza los primeros, dice que ha hecho inversiones fantásticas en vehículos eléctricos y están en el camino de revolucionar la manera como se está manejando en diferentes lugares para reducir las emisiones de carbono. Lo que está haciendo es un plan ambicioso. No obstante, luego asegura que en el caso de los aviones y de las aerolíneas este asunto es más desafiante porque, primero, no hay las condiciones que se necesitan y, segundo, las inversiones que se necesitan para lograr ese avance en la tecnología necesitan que muchas aerolíneas trabajen conjuntamente. Y muchas, en este momento, están en grave crisis.

En el caso de Colombia, el Viceministro General de Hacienda está hablando sobre sus aspiraciones acerca del clima y el Gobierno también tiene un rol. La política pública juega un rol aquí, así que ver que Colombia en realidad está pensando en esta política pública y cuál es el objetivo principal para ayudar a las empresas a hacer lo que tienen que hacer a corto plazo y mediano plazo, es muy alentador.

Es un problema el sector privado, pero también el sector público tiene que trabajar conjuntamente.

D: Por otro lado, hemos visto bancos en Colombia que emitieron este año sus primeros bonos sociales y a eso se suma la trayectoria que ya tenía el país con la emisión de bonos verdes. ¿Cuál es la proyección para estos mercados?

SB: Acabamos de llegar a 1.000 millones de emisiones de bonos verdes y creo que el cielo es el límite, así que no hay número predictivo. Lo que hemos visto es ese producto generalizándose y cada vez vemos más emisores corporativos y soberanos entrar a este mercado. Por ejemplo, el Reino Unido se comprometió con emitir sus primeros bonos verdes. Creo que vamos a ver un incremento mayor en bonos verdes en el futuro.

Este año, el enfoque ha sido en bonos sociales, un mercado que hace algunos años ni siquiera existía. Creo que el momento es bastante bueno, tanto para los inversionistas que quieren tener una referencia social, como para los emisores que quisieran llegar al mercado con objetivos sociales. Así, cada vez más hay parámetros y estructuras claros de principios y términos sobre lo que constituye un bono social. El apetito parece estar allí.

Evidentemente, va a tomar un poco de tiempo antes de que sea comparable en tamaño con el mercado de bonos verdes, pero creo que con la evidencia que hemos tenido y con el crecimiento acelerado de inversiones ESG, sería más rápido de lo que crecieron los verdes. Si vemos la historia, estos no tomaron relevancia sino hasta hace unos cinco años, a pesar de que fueron introducidos a finales de los años 2000. Por tanto, considero que van a tener un crecimiento más rápido en la parte social.

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