ANÁLISIS
Rompiendo mitos: el problema del buen gobierno en empresas familiares
Las empresas con grandes participaciones familiares son célebres por las disputas sobre la propiedad y el control, el nepotismo y la sucesión.
Como resultado, las calificaciones medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) existentes las penalizan en cuanto a este último factor, lo que desalienta a cualquiera que busque invertir con la mente puesta en un crecimiento responsable.
No obstante, si profundizamos, observamos razones de peso para invertir en ellas si aplicamos un enfoque selectivo.
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Todos conocemos las tensiones reinantes en las empresas familiares porque son historias que no tienen desperdicio. Las trifulcas familiares por dinero son fascinantes; no hay más que ver la gran acogida que ha tenido la serie de televisión Succession, inspirada en la familia Murdoch. Pero esto pasa por alto el hecho de que decenas de miles de empresas con grandes participaciones familiares o de sus fundadores siguen generando rentabilidad y valor año tras año, durante décadas. Hoy en día representan el 70% del PIB mundial y entre el 50% y el 80% de los empleos en muchos países.
A diferencia de la ficción televisiva, los fundadores de empresas no se dedican a apostar, sino a construir. Un negocio familiar empieza porque alguien tiene visión y determinación. Prosperan porque integran un propósito que trasciende el crecimiento de los beneficios; el santo grial de las empresas no familiares. A menudo, es este propósito el que impulsa la innovación, el deseo de hacer lo correcto más que de hacer las cosas bien. Como decía el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry: "no heredamos la tierra de nuestros padres, la tomamos prestada de nuestros hijos". Lo mismo ocurre con las empresas familiares.
Estas pueden sentirse más cómodas que las no familiares a la hora de tomar decisiones que no dan sus frutos de inmediato. De hecho, los consejeros delegados contratados externamente tienen un tiempo limitado para demostrar su valía y, a menudo, se ven presionados por los inversores con miras cortoplacistas para demostrar mejoras en los resultados trimestrales. Esto implica que no pueden, por ejemplo, adoptar un enfoque similar al de Hasso Plattner, uno de los fundadores del líder tecnológico europeo SAP. A través de su propia fundación, creó el Hasso Plattner Institute en 2003 centrado en la ingeniería digital en la Universidad de Potsdam y su instituto de diseño homólogo en Stanford. Estas instituciones ofrecieron un espacio seguro para que los ingenieros diseñaran una revolucionaria base de datos de transacciones. El instituto la desarrolló y la convirtió en el software SAP HANA, que tiene un tiempo de respuesta prácticamente nulo, y entregó el estudio a SAP. La decisión tomada por SAP habría sido imposible para un Consejo de Administración convencional: demasiado drástica y demasiado incierta. Pero Plattner tenía la libertad de pensar en el futuro y ahora HANA es la plataforma de software líder de mercado de SAP y la utilizan más de 12.000 clientes.
Apostar a largo plazo no implica un endeudamiento excesivo. De hecho, las empresas familiares tienden a estar menos apalancadas que otras compañías. La base de datos «Family 500» de Carmignac realiza un seguimiento de las multinacionales que tengan mínimo un 10% controlado por parte de la familia, los fundadores, fundaciones o fideicomisos. Esta base de datos muestra que, de media, su nivel relativo de endeudamiento es aproximadamente tres veces menor que el de las empresas no familiares.
Pero cuando se trata de negocios familiares, no se puede generalizar. La capacidad de selección es clave.
Cuando le pregunté al reconocido inversor Terry Smith qué pensaba de la inversión en empresas familiares, me dijo que le recordaban este poema del estadounidense Henry Wadsworth Longfellow: "Había una niña pequeña […] Cuando era buena, era muy buena, pero cuando era mala era terrible".
El universo de las empresas familiares en las que se puede invertir es amplio y diverso. Encontrar diamantes en bruto requiere un enfoque meticuloso.
La geografía importa. En términos de rentabilidad, en los últimos quince años, las empresas familiares de la Unión Europea y de Estados Unidos han batido a las empresas no familiares en un 50% y un 40% en sus respectivas zonas geográficas, mientras que en los mercados emergentes, las empresas familiares han registrado un rendimiento inferior. La base de datos «Family 500» de Carmignac muestra que las empresas familiares estadounidenses son las más atractivas.
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El tamaño marca la diferencia. Si bien todas las categorías de empresas familiares por capitalización superaron a las empresas no familiares, las megacapitalizaciones registraron el mejor rendimiento en los últimos quince años, al prácticamente triplicar su crecimiento. La inversión en empresas familiares no debería limitarse a las pequeñas y medianas capitalizaciones, ya que es evidente que hay algunas grandes empresas familiares excelentes.
La generación familiar también cuenta. A las empresas familiares de primera y segunda generación les suele ir bien. A partir de la quinta generación, el rendimiento es más variable, ya que la mentalidad única de la empresa familiar se diluye en exceso.
El porcentaje de derechos de voto que posee la familia también debe tenerse en cuenta en el caso de las compañías familiares cotizadas: cuando es demasiado bajo (<10%) no se aprovechan las ventajas de la empresa familiar y cuando es demasiado alto (>80%), los accionistas minoritarios no se tienen en cuenta. Los consejeros no ejecutivos necesitan medios para defender a los accionistas que no son miembros de la familia. Los inversores deben fijarse en la remuneración de los directivos, especialmente si están vinculados a la familia, y supervisar el comportamiento de la empresa y la calidad de las prácticas contables.
El buen gobierno no se puede sopesar con un mero ejercicio de comprobación. Requiere un enfoque activo, que combina la perspectiva humana y el análisis independiente. Con esto, los inversores pueden recopilar la información necesaria para encontrar una fórmula corporativa que genere valor a largo plazo para los inversores y, al mismo tiempo, contribuya al bien común.
*Responsable de Carmignac en Reino Unido