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"IRREFRENABLE ATRACCION"

Por embarazar a su secretaria cae un ministro de la señora Thatcher

21 de noviembre de 1983

Sólo cuatro meses después de que el Partido Conservador barriera en las urnas, el gobierno de la primer ministro Margaret Thatcher se ha visto sacudido por un escándalo sexual. La revelación de que el ministro de Comercio e Industria, Cecil Parkinson, sostuviera durante largo tiempo una relación ilícita con su secretaria Sara Keays, convulsionó a Downing Street y obligó a la "Dama de Hierro" a pedirle la renuncia a su protegido.
El escándalo vino a estallar cuando todavía los Torys estaban celebrando la impresionante victoria que lograran sobre la oposición en las pasadas elecciones del 9 de junio. En esa oportunidad, fue precisamente Parkinson quien como director administrativo del Partido Conservador, se anotó un triunfo debido al manejo que diera a la campaña de reelección de la primer ministro.
Con 51 años y un porvenir político brillante que lo colocaba como el indicado a suceder a la Thatcher, parecía que el dirigente había respondido a las expectativas que se formaban en torno a su nombre. Sin embargo, tan promisorio futuro se empezó a resquebrajar a principios de este mes cuando una revista satírica, "Private Eye", describió en términos burdos lo que ya se sabía en los círculos más altos del gobierno, relativo a las relaciones entre Parkinson y la Keays, obligando a éste a comunicar a la prensa su versión de los hechos.
Según el funcionario y las averiguaciones iniciales de los medios de comunicación, éste había sido jefe de la señorita Keays a lo largo de la década pasada, tiempo durante el cual se desarrolló entre los dos lo que el diario "The Observer" calificó de "irrefrenable atracción". Como resultado, desde 1979 Parkinson empezó a hacerle propuestas de matrimonio a la Keays, las cuales retiraba semanas después. No obstante, eso no fue impedimento para que la pareja se siguiera viendo regularmente.
Con motivo de la guerra de las Malvinas, Parkinson, quien hasta entonces era un oscuro funcionario, fue promovido por la Thatcher convirtiéndose poco después en director del Partido Conservador, adquiriendo desde entonces el papel de consejero de la primer ministro.
La doble vida personal del nuevo líder --enamorado de Sara Keays mientras seguía viviendo con su esposa Ann-- pareció no generarle mayores problemas durante el primer año en cargo. Sin embargo, todo cambió inesperadamente cuando en abril pasado la señorita Keays quedó embarazada de Parkinson, en momentos en que la campaña electoral ya había sido puesta en marcha. Tras el triunfo la Thatcher le ofreció a Parkinson el ministerio del Exterior, viéndose él obligado a comunicarle a su superior sus problemas personales. Ante ello la primer ministro escogió el camino de la discreción y Parkinson fue incluido en el gabinete con un ministerio de menor rango y dos meses después fue calladamente removido de la dirección del Partido Conservador.
Durante varias semanas el secreto sobre la vida privada del ministro estuvo celosamente guardado, hasta que hace casi un mes algo se filtró a la prensa, iniciándose así el escándalo.
Curiosamente, el venerable diario "Times" de Londres fue el que enfiló sus baterías contra el ministro de Comercio, dejando en claro que la Thatcher tenía algún grado de complicidad en el asunto. Dados los estrictos preceptos morales que supuestamente son la base del Partido Conservador, el hecho acaparó la atención durante los días siguientes y prácticamente opacó la celebración de la convención Tory en la ciudad de Blackpool. Empero, el gobierno cerró filas en torno al ministro y durante algunos días se pensó que éste alcanzaba a salvar su puesto, especialmente cuando la señora Thatcher declaró que "la conducta de mister Parkinson no es materia de preocupación pública". El ministro mismo, hablando para el programa Panorama de la BBC, aseguró que no renunciaría "a menos que deje de ser un activo para el gobierno y me convirtiera en una obligación".
Coincidencialmente, el día en que Parkinson hacía esa declaración el periódico "Daily Telegraph" despertó la ira de la señorita Keays --quien hasta entonces se había mantenido en silencio-- al afirmar en un editorial que "la lógica moral dice que es preferible un aborto tranquilo a un escándalo", implicando, además, que todo había sido una celada de la Keays para atrapar a Parkinson.
La respuesta de la ex secretaria se conoció en un comunicado publicado el jueves 13 por el "Times". En éste, Sara Keays rechazó la propuesta del diario al explicar que ella no sacrificaría la vida de su bebé a cambio de proteger las reputaciones de Parkinson y del gobierno. Agregó que no estaba dispuesta a "declarar en el certificado de nacimiento 'padre desconocido', alimentando dudas sobre mi reputación y negándole al niño el derecho fundamental de conocer la identidad de su padre". Por último, anotó que Parkinson le había hecho dos propuestas más de matrimonio al saber la noticia de su embarazo, arrepintiéndose a renglón seguido.
Lo publicado en el "Times" cayó como una bomba en Blackpool, horas antes de que Parkinson diera un discurso ante los convencionistas. Allí, si bien el ministro fue aplaudido, lo que se consideró un apoyo a su gestión, dirigentes derechistas como Ivor Stanbrook empezaron a hablar abiertamente en contra del "adúltero autoconfeso". Las horas de Parkinson estaban contadas.
En la madrugada del viernes, la primer ministro llamó a su subordinado a su cuarto de hotel y a las ocho de la mañana del mismo día, éste presentó su renuncia, la cual fue aceptada una hora más tarde. Tres días después, Norman Tebbit, hasta entonces ministro de Trabajo, fue llamado a cubrir la vacante de Parkinson quien en su casa de Londres lamentó que "algunas personas" no hubieran podido mantener el pacto de hacer silencio en torno a su vida personal.
Ricardo Avila, corresponsal de SEMANA en USA.