EDUCACIÓN SUPERIOR
La ‘formula mágica’ de la Universidad de la Costa
Más que magia, el crecimiento de la calidad académica de la institución se debe a su inversión en docentes con doctorados, mejores edificios, aulas idóneas, y un fuerte impulso a la investigación y la innovación.
El sector académico es uno de los grandes protagonistas de la transformación que vive Barranquilla. Hace poco la Universidad de la Costa se convirtió en la cuarta institución de la ciudad que recibe la acreditación de alta calidad otorgada por el Ministerio de Educación. Así se confirma la categoría de la enseñanza en la Puerta de Oro de Colombia.
“Elevar el nivel académico de Barranquilla era una deuda que teníamos, que estamos supliendo y que será fundamental para que la ciudad se convierta en un clúster de innovación empresarial”, dice Tito Crissien, rector de la Universidad de la Costa. Él afirma que este reconocimiento recibido por la institución es producto de su apuesta por la buena docencia, por la extensión, la infraestructura y, principalmente, por la investigación, en la que se ha trabajado fuerte durante los siete años recientes.
Para conseguirlo se puso en marcha la que Crissien define como “fórmula mágica”, a ella se destinan 11.000 millones de pesos anualmente y se sustenta en cuatro puntos principales. El primero fue implementar una política de contratación de docentes con doctorado. Los números así lo avalan, pasaron de 10 a 80 en los últimos tres años. Se creó una gestora editorial que se encarga del proceso de diagramación, revisión de estilo y traducción al inglés para que los expertos se concentren en investigar y los artículos tengan más posibilidades de publicación.
También se fortalecieron las bases de datos de las bibliotecas de la universidad, para facilitar el acceso a los principales editoriales científicas del mundo, como Springer, o a revistas como Nature. Si los estudiantes sueñan con publicar sus artículos con ellas primero tienen que conocerlas, leerlas y citarlas. Finalmente, se hicieron más eficientes los procesos administrativos, de forma que no se pierde tiempo esperando la compra de equipos o el giro de dineros necesarios para avanzar en proyectos.
Solo así se mejora la calidad de la educación. Como lo explica Crissien, “a través de la investigación ofrecemos una mejor docencia, pues esta obliga a nuestros maestros a estar actualizados”. Un objetivo que se complementa con dos niveles de formación. De un lado están las competencias investigativas –indagación, capacidad de análisis y resolución de problemas– que son transversales al modelo curricular de la universidad. Del otro, la generación de investigadores, que se da a través de semilleros donde los docentes con doctorado asumen el papel de mentores para jóvenes que quieren dedicarse a esta labor.
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Caso científico
Con ese enfoque la Universidad de la Costa pasó de tener 100 a 500 profesores, llegó a 197 investigadores reconocidos por Colciencias, estableció 35 grupos de investigación –19 en categorías A y A1–, y se convirtió en la décima institución con más publicaciones de artículos científicos del país y la segunda de la Región Caribe en 2018, según la base de datos de propiedad Scopus. Además, entraron a rankings internacionales como Times Higher Education, QS y Scimago. Este último los ubica entre las 30 principales universidades de Colombia.
Dichos logros, así como la capacidad de innovación que tiene la entidad, se complementan con las inversiones en infraestructura de los últimos siete años. “Empezamos comprando un lote aledaño, donde construimos un primer edificio de posgrados en el que invertimos 15.000 millones de pesos”, recuerda el rector. Hoy se está terminando un edificio de laboratorios que tuvo una inversión de 30.000 millones de pesos. Contará con tecnología de punta para mejorar el aprendizaje de los alumnos, sería inaugurado en noviembre y los estudiantes podrían hacer uso de él a partir de enero de 2020.
Con estas obras se incrementa la capacidad instalada de la institución, con respecto a los estudiantes, en 20 por ciento. Este crecimiento también es un impulso para la calidad educativa. “Tuvimos que mejorar, cambiar, crecer y construir más. Sacrificamos salones para abrir oficinas destinadas a los nuevos profesores y renovamos muchas aulas para que obedezcan a las tendencias actuales de educación”, concluye el rector.