Judicial
La muerte del japonés
Chikao Maramatsu, el único nipón secuestrado en el mundo, pasó dos años en cautiverio antes de ser asesinado por las Farc.
Durante los últimos 19 meses la suerte de Chikao Maramatsu mantuvo en vilo a 160 millones de japoneses. Y no era para menos. Maramatsu se convirtió en el único ciudadano japonés secuestrado en el mundo, motivo suficiente para conmover y conmocionar al Imperio del Sol Naciente. Durante ese tiempo decenas de periodistas orientales viajaron a Colombia para seguir la historia de un hombre que llegó al país en 1999 a trabajar como vicepresidente de la empresa Yazaki-Ciemel, una multinacional que fabrica partes eléctricas para autos, y que el 22 de febrero de 2001 fue secuestrado en el norte de Bogotá para terminar en manos de las Farc. La incertidumbre que vivieron por casi dos años los familiares y compatriotas de Maramatsu terminó con un infeliz desenlace el lunes de la semana pasada.
A las 10:30 de la mañana de ese día hombres de la V División del Ejército y la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra) escucharon varios disparos cuando efectuaban operaciones cerca del cañón de la quebrada La Honda, en zona rural del municipio de San Juan de Rioseco, Cundinamarca. Pocas horas después encontraron el cuerpo de un hombre de rasgos orientales vestido con un uniforme camuflado que había sido acribillado con seis tiros de fusil a quemarropa. Se trataba de Maramatsu.
La pesadilla del empresario japonés empezó a las 5 de la tarde del 22 de febrero de 2001 cuando dos policías activos,, integrantes de la banda de secuestradores conocida como 'Los Calvos', instalaron un falso retén de la Policía de Tránsito en la calle 103 con Autopista Norte en Bogotá y lo secuestraron. Ese mismo día varios cómplices de los plagiarios entregaron al japonés a miembros del frente 22 de las Farc, comandado por alias 'Hugo'.
Durante meses fue poco lo que se volvió a saber de la suerte de Maramatsu. A mediados de 2001 el Ejército encontró en las Farc en las selvas del Guaviare una serie de documentos del japonés, entre ellos la licencia de conducción, la cédula de extranjería y el carné de su empresa. Estos hallazgos así como las labores de inteligencia de las autoridades permitieron determinar que el nipón había sido conducido a un campamento del Bloque Oriental, en la inspección de La Julia, en la antigua zona de distensión. Allí Jorge Briceño, alias el 'Mono Jojoy' fue quien determinó el monto del rescate: 27 millones de dólares.
Durante todo 2002 y parte de 2003 una empresa internacional especializada en la negociación de secuestrados entró en contacto con las Farc para intentar negociar la absurda y astronómica cifra solicitada por los guerrilleros. Sin embargo desde mediados de este año las negociaciones estaban en un punto muerto ya que, aunque los subversivos disminuyeron su petición inicial, afirmaron que no liberarían al japonés por menos de nueve millones de dólares. Desde el final de la zona de distensión, en febrero del año pasado, Maramatsu había sido trasladado a Cundinamarca en donde era custodiado por miembros del frente 53 a cargo de alias 'Romaña'.
El asesinato del japonés tiene similitudes con lo ocurrido a la ex reina de belleza Doris Gil Santamaría y a su esposo Helmut Bickenbach, asesinados a finales de junio pasado. Sus cuerpos, según la información oficial, fueron encontrados un par de horas después de que soldados oyeron disparos en la zona. Los dos casos ocurrieron en Cundinamarca y en ambos los secuestrados fueron asesinados a sangre fría cuando los guerrilleros sintieron la presencia de los hombres del Ejército que desde hace seis meses adelantan la operación 'Libertad 1', una de las mayores y más contundentes ofensivas contra las Farc en Cundinamarca.
Maramatsu se convirtió en el cuarto extranjero asesinado por las Farc en los últimos años. En marzo de 1999, guerrilleros del frente 45 de las Farc asesinaron a los indigenistas estadounidenses Ingrid Washinawatok, Larry Gay Lahei y Terence Freitas . Otra muerte inútil que seguirá convenciendo a la opinión pública internacional de la criminal insensibilidad de las Farc.