Seguridad

La muerte de "Martín Caballero"

Las Fuerzas Armadas están logrando por fin lo que todo el mundo esperaba: golpear la cabeza de las Farc.

27 de octubre de 2007
En esta bolsa negra llegó el cuerpo de ‘Martín Caballero’ a Carmen de Bolívar. Los militares exhibieron el cuerpo como un trofeo ante decenas de pobladores. Un gesto inncesario y excesivo.

‘Martín Caballero’ era un viejo zorro de la guerra. Durante la última década miles de hombres de las Fuerzas Militares se habían dedicado a perseguirlo. Sabían todo de él. Sus gustos, sus movimientos, sus puntos fuertes y sus debilidades. Innumerables operaciones se habían hecho para dar con su paradero, sin resultado. Siempre se escabullía entre los espinosos arbustos de aromos que pueblan los Montes de María. ‘Caballero’ se había convertido en los últimos 16 años en el hombre fuerte de las Farc en Sucre y Bolívar. Uno de los cuadros políticos y militares del Bloque Caribe, que dirige Iván Márquez. No le temblaba la mano para matar, secuestró sin piedad y azotó a la población con extorsiones que llevaron la economía campesina de los Montes de María prácticamente al colapso. Causó el desplazamiento forzado de centenares de familias. Combatió con los batallones de infantería de Marina miles de veces, pero, sobre todo, sembró toda la región de minas antipersona. Las fuentes de agua, los caminos, los cultivos, todo estaba inundado de dinamita por orden de ‘Caballero’. Según reportes oficiales, en los años que duró al mando del frente 37 mató a 218 miembros de las Fuerzas Armadas y a 420 civiles; y dejó heridos o mutilados a 336 militares y 896 civiles. En las cabeceras municipales la gente le temía y le odiaba. Por eso cuando el jueves pasado los militares exhibieron su cadáver –innecesariamente–, y los de otros 17 guerrilleros, la multitud agolpada en el aeropuerto de Carmen de Bolívar estalló en júbilo.

La muerte de ‘Caballero’, y de sus hombres más cercanos, significa que el frente 37 de las Farc queda herido de muerte, lo cual sin duda tendrá un gran impacto en la seguridad ciudadana de la Costa. Los frentes de esta región tienen poca movilidad y capacidad de recibir refuerzos de manera inmediata. En primer lugar, por la geografía. Un terreno plano, sin cordilleras y que castiga a cualquiera con la sed y el calor infernal. El río Magdalena, que es un obstáculo natural para construir corredores que conecten los frentes guerrilleros, y, la ya conocida influencia paramilitar en la región que aisló a la guerrilla y menguó su incidencia en la población.

Este duro golpe a las Farc ratifica que en los últimos meses hay una conducción más acertada de las operaciones militares. Méritos que sin duda hay que darle al alto mando, en especial al general Freddy Padilla de León, y al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, que se han apersonado de los cambios en la estrategia militar.

Lo primero es que por fin las Fuerzas Militares han entendido que sin población civil no hay triunfo militar. En los primeros años del gobierno de Álvaro Uribe los Montes de María fueron declarados zona de rehabilitación, y en ese contexto se cometieron errores tan grandes como las capturas masivas, que sólo generaron distancia entre los habitantes y las Fuerzas Armadas. Aunque persisten problemas, y siguen las denuncias por violaciones de derechos humanos, la Armada ha hecho una labor importante para ganar legitimidad en la región. Por ejemplo, la persecución igualmente activa de los grupos paramilitares y la desmovilización pacífica del ERP.

Un segundo factor decisivo ha sido la inteligencia. La infiltración, trabajada en el largo plazo y con tecnología de punta, que dan una ventaja enorme al Estado sobre cualquier grupo al margen de la ley. En este aspecto ha sido crucial el apoyo de países como Estados Unidos y el Reino Unido.

En tercer lugar, los grupos elite para acciones comando, orientados directamente por Padilla. Estos hombres, formados como si fueran samurais, logran ingresar por tierra, de manera sigilosa y mimetizados con la selva, hasta los campamentos guerrilleros. Aunque en casos como éste, y como el que le causó la muerte al ‘Negro Acacio’ y sus hombres, generalmente es el bombardeo aéreo el que causa la derrota de los guerrilleros, el grupo de tierra garantiza el asalto rápido al campo de batalla.

Todos estos elementos, unidos al sigilo, han sido la clave para golpear una ya gran franja de jefes de las Farc que no son fácilmente reemplazables. Sólo éste año han muerto Milton Sierra, conocido como ‘J.J.’, en el Valle; el ‘Negro Acacio’, en Vichada, y ahora ‘Caballero’. Los tres eran piezas clave en el control de territorios para la insurgencia, tenían capacidad de recolectar finanzas, se desenvolvían muy bien en el aspecto militar y tenían discurso político. Eran coroneles en ascenso.

A estos recientes golpes hay que sumar el ataque al campamento de Carlos Antonio Losada, quien quedó gravemente herido. Este hombre es el encargado de reactivar la guerra sobre Bogotá. En el bombardeo murió ‘Cristóbal’, otro cuadro de las Farc encargado de las milicias en la capital.

En los años recientes tanto la captura de ‘Simón Trinidad’ en Ecuador, como la de ‘Sonia’ en el Caguán, han sido posibles con la misma fórmula: inteligencia, tecnología y precisión en las operaciones.

Sería prematuro cantar victoria y decir que las Farc están definitivamente debilitadas. Lo que sí parece evidente es que las Fuerzas Armadas entraron por el camino correcto en cuanto a planeación y ejecución de las operaciones. Y que con sus reiterados aciertos se va configurando un nuevo panorama en el conflicto. El reto que sigue es garantizar que la guerrilla no tenga oportunidad de volver a tomar la iniciativa en estas regiones. En el caso de la Costa, no será fácil que las Farc reemplacen a ‘Caballero’. Pero todo depende de que el Estado recupere el tiempo perdido y se haga más presente que nunca en estos territorios.