JOSÉ MIGUEL SANTAMARÍA URIBE
La pandemia de la izquierda
Cada vez se vuelve más repetitivo y crónico hablar y hablar de lo mismo. Creo que los que de alguna manera hacemos columnas nos quedamos sin imaginación por cuenta del ataque feroz del coronavirus.
Todavía es la hora en que el mundo no sabe cuándo se va a acabar esta pesadilla. Para muchos países ya ha sido este el peor año de su historia económica. En términos de destrucción de valor los datos son impresionantes.
En Colombia a mayo se han destruido casi cinco millones de empleos. Recuperarlos nos puede tardar años. Esto implica perder casi 10 años de trabajo en disminución de los índices de pobreza.
En el ámbito empresarial ha empezado la debacle: muchos restaurantes icónicos han tenido que cerrar definitivamente y cientos de empresas han entrado en ley de reorganización empresarial. Sobrevivir sin ventas es imposible, así existan ayudas y fomentos.
Independientemente de lo anterior ha aparecido un nuevo riesgo, este ideológico, que puede terminar de acabar de un solo tajo los restos de la crisis: el resurgimiento del populismo de izquierda.
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Vender un discurso populista es muchísimo más fácil que vender uno coherente. Ofrecer regalos, subsidios, prebendas, que son imposibles de entregar pero que suenan bien a personas con grandes necesidades, es en estos momentos música para los oídos de muchos.
Temas como la renta básica universal que pretende que el Estado gire mensualmente a todos y cada uno de los colombianos un “salario” suenan bien. Algunos países lo tienen. Infortunadamente, la situación fiscal de Colombia no da para eso, sobre todo, cuando el endeudamiento después de la covid-19 llegará a un 70% como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB).
Abrir el puente entre los afiliados a fondos privados de pensiones y Colpensiones es otra de las pretensiones de algunos. Esto se debe a que en la mayoría de las oportunidades la pensión en Colpensiones es mayor a la del ahorro individual. Cualquier traslado termina convirtiéndose en más deuda futura para el Estado. El hecho de que Colpensiones pague más implica que esa diferencia la pagamos entre todos.
Acabar la Ley 100 es otro de los goles que quieren meter estos grupos de izquierda. Nadie dice que nuestro sistema de salud sea perfecto, pero es mucho mejor que el de la mayoría de países. Desde la promulgación de esta ley, la cobertura pasó de niveles del 30% a 90%. Muchos odian la Ley 100, pero no saben qué es.
Es que hoy en día existen unas grandes diferencias entre un modelo económico de derecha y uno de izquierda: mientras uno busca tener un Estado pequeño, que deja actuar a la empresa privada que genera empleo, oportunidades, hace crecer al país, la otra ideología busca tener un Estado más grande, que subsidia cada vez más cosas, que maneja sectores claves de la economía, mejor dicho, un Estado que vuelve al individuo dependiente de este.
Lo más grave es que el socialismo en Latinoamérica ha sido siempre un fracaso. Se reduce a gobiernos populistas que terminan acabando las economías y exacerbando la pobreza. Entonces, no tiene sentido llevar a Colombia por ese camino.