MATERNIDAD

Las mamás de esta época son las reinas del multitasking

Aunque en algunos hogares colombianos los hombres ya participan y comparten la responsabilidad de la crianza, las mujeres siguen llevando lo más pesado: la carga mental. Un término de la socióloga Monique Haicault que aquí explicamos.

Carolina Vegas*
22 de noviembre de 2018
Sacar a los hijos adelante, cuando hay pareja, es una labor de ambos. | Foto: iStock

Somos hijas de la segunda ola del feminismo. Somos el resultado de una generación de mujeres a las que nos criaron con el discurso de que no solo podíamos tenerlo todo, sino que era nuestro deber aspirar a tenerlo todo. Es decir, una profesión, un hogar, una familia. Eso y un cuerpo perfecto, estilo y sentido de la moda, interés por el mundo intelectual, y el deseo de conquistar el universo. Claro, sin hacer mucho ruido, para no desestimular la consecución de una pareja estable, pues aquello que la atraería también podría intimidarla.

La masculinidad es frágil, eso no es secreto. Lo que nadie se atrevió a enseñarnos, a siquiera decirnos, es que quererlo todo, lograrlo todo y conservarlo todo vendría a expensas de nosotras mismas. Que sería la labor más difícil, solitaria y menos reconocida de la historia.

Sí, claro, hoy día la mayoría de hogares que cuentan con un padre, tienen un papá mucho más presente que aquellos de generaciones anteriores. Los hombres hoy ayudan a cambiar pañales, dan comidas, bañan niños, arreglan cuartos, limpian y participan de la crianza. En casos excepcionales, incluso, no solo ayudan sino comparten esa responsabilidad.

Ese, aunque es un proceso lento que no se puede generalizar, es un cambio social que está ocurriendo en algunos hogares colombianos, poco a poco. Y ya era hora. Así debe ser, porque sacar adelante a los hijos, cuando hay pareja, es una labor de ambos. Es más, no solo de ambos, se requiere una tribu.

Pero esa tribu, esa entidad tan obvia hasta hace unos años de la familia extensa, de la red de apoyo, se diluye cada día más y quienes aún tenemos la fortuna de tenerla somos pocos. ¿Entonces qué ha pasado? Pues que las madres han asumido cada vez más y más responsabilidades. Pasaron de ser el sostén del hogar, de la crianza, a ser también protagonistas del aporte económico en un aparente juego de pares (de ahí viene la palabra pareja) en donde las cargas aún no están equilibradas.

La doble jornada la llamaban las feministas de los años setenta y ochenta, pues implicaba que las mujeres además de cumplir con su jornada laboral llegaban a casa a dedicar otra completa a las labores del hogar y los niños. Y aunque los hombres comienzan a participar más en esas labores, aún no cubren la misma cantidad de horas que las mujeres.

Así reciban aplausos y ovaciones por dar una compota o sacar a sus hijos al parque, el trabajo aún no es equitativo. ¿Por qué? Por lo que la socióloga Monique Haicault llamaba “la carga mental”, que aún hoy llevan sobre sus hombros las mujeres.

¿A qué me refiero con eso? Cuando me preguntan acerca de qué es lo más desafiante de ser una mamá que trabaja, en pleno 2018, lo primero que se me viene a la mente es la palabra: logística. Además de mis labores profesionales y personales, mi vida es una lista infinita de tareas por hacer, de dilemas por resolver, de universos por salvar.

Desde que me convertí en mamá, el talento que me fue inoculado, a la fuerza, fue convertirme en una reina del multitasking. Pues aunque mi pareja es un padre que no ayuda sino comparte la responsabilidad conmigo, la carga de organizar y de resolver, es mía. Es el piano que cargo todos los días y que no puedo soltar. Porque como Atlas, se me caería el mundo. Mi mundo.

Cuando nos dijeron que podíamos tenerlo todo, nos debieron advertir que con grandes poderes venían grandes responsabilidades, y sacrificios. En este caso el mayor de todos es el tiempo. Sobre todo ese que nos permite espacios de soledad, para no sentirnos tan solas. Para recordar que no somos máquinas productoras, sino personas, que a veces quieren tomarse una cerveza, ver amigos, dar una vuelta a la manzana, sin tener que planear todo con un mes de antelación y al detalle.

¿Cómo solucionar esa disyuntiva? Pidiendo a nuestras parejas que compartan con nosotras no solo las labores sino las angustias del día a día. Que aprendan a hacer listas también, para que las nuestras no sean interminables.

*Editoria de SEMANA y creadora del espacio Universo Crianza.