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Poesía
17 poemas de 17 poetas colombianas
ARCADIA comparte un poema de cada una de las poetas reunidas en la antología ‘Pájaros de sombra, diecisiete poetas colombianas’, publicada por el sello español Vaso Roto y realizada por la poeta y profesora de literatura Andrea Cote Botero. Las 17 mujeres, nacidas en diferentes regiones de Colombia entre 1989 y 1964, muestran el interesante y múltiple presente de nuestra literatura.
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La luz inútil
María Gómez Lara (Bogotá)
La soledad es estar ahora entero
Arturo Carrera
qué extraña completud
ya sin relojes
ni calles cerradas
qué extraña completud el aire abierto
la sola luz
la luz inútil
al fin sin nudo ciego
para qué ver si nada que alumbrar
de este equilibrio hueco
ningún nombre
ningún árbol
ningún edificio torpe que vaya a derrumbarse
para qué el estupor suspendido
si no hay dónde caer
Cada latido…
Yenny León (Medellín)
Cada latido
es un autoataque:
el corazón golpea contra el corazón
con el árbol
ocurre algo distinto
su corazón
por encima del agua corrompida
es fuego meditativo
hambre congelada.
Podría leer...
Tania Ganitsky (Bogotá)
Podría leer una hora más sobre Emily Dickinson, o quizá uno de sus poemas. Mejor trataré de olvidar uno para asombrarme de nuevo y hacerle miles de preguntas. ¿En qué aguas pescas las palabras? Mientras esperas a que muerdan el anzuelo, ¿te distraen las medusas que flotan alrededor? ¿Las muerdes tu primero? Empecé a escribir este poema para olvidar uno tuyo y el oleaje nos aproximó. Mira lo cerca que estamos: el barco averiado en que saliste a pensar se hunde justo aquí y no sé si nos salvamos.
Tarde de domingo en el Museo de Historia Natural
Gloria Susana Esquivel (Bogotá)
Vi elefantes marinos meditando,
suspendidos sobre el vidrio como monjas místicas
Contemplé sus vientres como si de ellos se descolgara el cielo
Vi mariposas convirtiéndose en orejas,
libaban partículas tóxicas
Mientras descamaban el contorno de sus alas
un hombre cantaba:
las mariposas
son peligrosas
no te confundas
con su belleza
Vi al sol morir por dentro,
en esa explosión fui supernova extinta
Descreí ser 14% polvo de estrellas.
Una anémona se extendió sobre las cabezas
Sus tentáculos, los noodles que comimos en un restaurante thai cerca del museo
El cielo, querido Frank, seguía despejado
Mudanza
Bibiana Bernal (Calarcá)
De este lado
no se oyen sollozos
ni pasos en la habitación.
Por la ventana no entran ramas.
En la pared no se estampan siluetas.
A ninguna hora viene un perro a saludar.
En esta cama no duerme un abismo.
La luz no se apaga en mi rostro.
Aquí, como allá, nadie dice mi nombre.
del porno y las babosas
Fátima Vélez (Manizales)
no hay porno capaz de igualar
el apareamiento de las babosas
una afirmación sustentada
en no tener babas suficientes
para hacerle saber al otro
a los otros
las ganas que tenemos de que nos muerdan una oreja
que nos metan la punta de la lengua
en orificios donde no cabría
ni el más extraviado de los hongos
las babosas en cambio
ah, las babosas
sus falos
translúcidos nórdicos azules
aprietan retuercen
giran blandos fecundos
saboreándose como la luz en el color
se lanzan al vacío
en un salto tal vez mortal
tal vez amortiguado
por los ángeles protectores
del porno y las babosas
Trazas el paisaje...
Luz Andrea Castillo (San Andrés)
Trazas el paisaje
henchida haces la faz
pero la noche
la que te hace ilegible
sin una extremidad
sin agua en qué llorar
pero la noche
la que te coge las manos
y te borra
unos papás...
María Paz Guerrero (Bogotá)
unos papás le dan a su hija de 9 años una canasta con 120 huevos. esa hija la lleva en la silla de atrás y la aprieta con fuerza. esa hija tiene ganas de orinar. no soporta más. le quema. esos papás paran el carro. esa niña hace un movimiento brusco al salir y la canasta se resbala.
120 huevos desparramados por el piso.
un mazacote de cáscaras yemas y polvo. así son las ideas.
Salta del níspero...
Carolina Dávila (Bogotá)
Salta del nísper
al matorral
observa desde abajo
-con sus siete años y sus grandes ojos-
el fruto luminoso y redondo
antes de caer
de estrellarse
y no ser más
que
cáscara y pulpa
desparramada
A una sombra
Lucía Estrada (Medellín)
Sueño teñido por la locura: noticias de barcos perdiéndose en la lejanía, dolor de sal que habla a través de las bocas de las mujeres. En las manos de alguien leo su desamparo. Noticias ahora fragmentadas como antes lo estuvieron sus cuerpos.
Reaparecen, nos miran. Todas las posibilidades del horror reunidas en el espasmo de saberlos vivos en algún lugar respirando un aire de ceniza que los lleva lejos, más lejos que la muerte.
Alguien grita sus nombres, pero es a nosotros a quienes llaman.
Patria
Camila Charry Noriega (Bogotá)
El niño recoge espigas de sol.
Vuelve sereno y cantando por el campo.
Revienta sobre su cuerpo el fusil del asesino;
lo embiste la noche.
Vuelan por el aire sus ropas como banderas
de una patria con cualquier nombre.
Una palabra brilla en mitad de la noche
Catalina González Restrepo (Medellín)
Después de tanta oscuridad en el mundo
e imponentes rutinas diarias,
algo nos llama.
Más allá del laberinto escalonado,
del recorrido incesante,
nos espera la palabra.
Carta
Sandra Uribe Pérez (Bogotá)
Por medio de la presente
yo Dios
certifico que:
Como pescado
No hago las tareas
No manejo despacio
Duermo cinco horas
Me gusta Bach
No tengo buena ortografía
Soy hateo
La libertad
Beatriz Vanegas Athías (Majagual)
¿Qué ocurre al llegar la noche
y la sorda se acuesta boca arriba
y con la luz trocada en oscuridad
mira hacia el techo renegrido?
¿Es el vacío?
¿Es la nada?
¿Es el infinito?
¿Es la libertad?
Pequeña canción coreana
María Clemencia Sánchez (Itagüí)
Seguirá el corazón
La senda infinita de la alegría,
La brisa que trae el rumor
De la paz y el vuelo de la flor.
Los campos, verdes y frescos,
Verdes y nuevos,
Alientan el rojo sol de mis pasos.
Seguirá el corazón
La senda infinita de la alegría
La senda infinita de la mañana.
Abisag
Gloria Posada (Medellín)
Mis dedos se deslizan
por mis cabellos
como solían hacerlo en el agua
Solo faltan en el cielo
los pájaros del mar
En los labios de la noche
Yirama Castaño (Socorro)
Hay algo ahí
en los labios de la noche
en la estela de sus horas
en lo profundo de su cráter
que me llama
Hay algo que se acerca
en la larga espera,
una luz a la deriva
aparece en la montaña
Hay algo ahí que yo no veo
un poema
un soplido
una hebra de vida
una pestaña.
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