Poesía

Cinco poemas en inglés y español de Giovanni Quessep

Este año, Felipe Botero, amigo de la casa y encargado de nuestra sección ARCADIA Traduce, publicó ‘A Greek Verse for Ophelia & Other Poems’, una antología bilingüe de poemas de Giovanni Quessep.

Giovanni Quessep (traducción al inglés de Felipe Botero)
7 de diciembre de 2018

De su primer libro El ser no es una fábula (Being is not a fable) de 1968.

Mientras cae el otoño

Nosotros esperamos
envueltos por los hojas doradas.
El mundo no acaba en el atardecer,
y solamente los sueños
tienen su límite en las cosas.
El tiempo nos conduce
por su laberinto de horas en blanco
mientras cae el otoño
al patio de nuestra casa.
Envueltos por la niebla incesante
seguimos esperando:
La nostalgia es vivir sin recordar
de qué palabra fuimos inventados.

As autumn falls

Shrouded in golden leaves,
we wait.
The world doesn’t end at sunset
and only dreams
limit themselves to things.
Through a labyrinth of blank hours
time leads us on
as autumn falls
over our house, our patio.
Shrouded in a relentless fog
we wait, we wait:
nostalgia means to live without remembering
the word we are made of.

De su quinto libro Preludios (Preludes) de 1980.

Para hacerte a la música

Necesitas de todo, de los caminos grises,
de las hondas penumbras
o las luces del alba,
de pájaros que cantan aún en el silencio;

necesitas del cielo
y la hoja de otoño,
de unas manos vacías o el amor que no vuelve,
de la blancura de la nieve;

necesitas de todo para el sueño,
para hacerte a la música de los azules más distantes,
para que al fin tu alma
tenga confianza en la muerte.

To become one with music

You are in need of everything:
grey roads,
deep glooms,
birds that sing even in silence;
the sky,
an autumn leaf,
hands empty,
love unreturning,
snow’s whiteness;
dawn lights,
you are in need of everything the dream requires,
to become one with the music
of the most faraway blues
so that eventually your soul
will have confidence in death.

De su sexto libro Muerte de Merlín (Death of Merlin) de 1985.

Entre árboles

Si eres tú la que busco
ven en la noche de perdidos reflejos,
si eres el cuerpo amado
ven entre árboles, entre canciones.

Aquí te espera un tiempo
desposeído de sus fábulas,
un cuerpo castigado por la vida
y las zarzas de los caminos.

Si eres tú la que viene
déjame una señal entre los árboles:
un velo blanco, una huella en el polvo
me bastarán en mi miseria.

Ven que la muerte espera,
como floresta magnífica espera la muerte;
si eres tú la que busco
ven protegida por un cielo.

In between trees

If you are who I look for, come
in the night of lost reflections,
if you are the beloved body,
come in between trees, in between songs.

Here awaits you a time
dispossessed of fables,
a body punished by life
and the roads’ brambles.

If you are she who comes,
leave me a sign in between trees:
a white veil, a trace in the dust
will suffice in my wretchedness.

Come now that death awaits
as marvellous forest awaits death;
if you are who I look for,
come under the sky’s protection.

De su séptimo libro, Un jardín y un desierto /A garden and a desert) de 1993.

Un verso griego para Ofelia

La tarde en que supe de tu muerte
fue la más pura del verano, estaban
los almendros crecidos hasta el cielo,
y el telar se detuvo en el noveno
color del arco iris. ¿Cómo era
su movimiento por la blanca orilla?
¿Cómo tejió tu vuelo de ese hilo
que daba casi el nombre del destino?

Sólo las nubes en la luz decían
la escritura de todos, la balada
de quien ha visto un reino y otro reino
y se queda en la fábula. Llevaron
tu cuerpo como nieve entre la rama
del polvo que ya ha oído el canto y guarda
la paz del ruiseñor de los sepulcros.

Cerré la verja del jardín, las altas
ventanas del castillo. Apenas quise
dejar que entrara el trovador que hacía
agua y laúd y flor de la madera.
Dijo su canto: el tiempo ha destejido
lo que tejió el Señor, tapiz de plata
que ya sucede y anda por la luna,
tapiz que a la madeja vuelve. Sola
podrás hallar la forma que te espera.

No sé que azul de pronto estuvo solo,
no sé cuál bosque dio a la luna amarga
su sortilegio, el girasol hallado
bajo la nave en viajes que recuerdan
las claras aguas del Mediterráneo.
La tarde en que yo supe que te ibas
fue la más pura de la muerte: estabas
en mi memoria hablándome, olvidada
entre las azucenas y en un verso
de san Juan de la Cruz. Qué cielo había
qué mano hilaba lenta, qué canciones
traían el dolor, la maravilla
que se asombra de ser en esa hora
en que estalló la luna en los almendros
y quemó los jazmines. Tú venías
por el lado del mar donde se oye
una canción, tal vez de alguna ahogada
virgen como tus pasos en la tierra.

Luego te fuiste por mi alma, reina
de fábulas antiguas y de polvo
semejante a las naves que sembraron
de sándalo y de cedro el mar de vino.
Solo te ibas, bella y en silencio,
bella como la piedra; había en hombro
un violín apagado. Los almendros
del patio y los jazmines anunciaban
una tormenta de verano. El cielo
quebró el espejo de mi casa y honda
sonó la muerte en el aljibe. Estuve
así, perdido en esa zarza ardiente
que en la memoria oculta a los que amamos.
Vestí de luto azul y quedé solo

“en vísperas del día más extenso”.

A Greek Verse for Ophelia

The afternoon I knew your death–
the summer’s purest, the almonds
had grown up to the sky,
and the loom halted in the rainbow’s
ninth colour. How, by the white rim, did
her movement go?
How was your flight by that thread woven
which gave almost the name of destiny?

Only the clouds uplifted in the light
told everybody’s writing, the ballad
of who has seen a kingdom and
another kingdom and remains
within the fable. They carried
your body, snow between dust branches
that have already heard the song and keep
peace of the nightingale among the tombs.

I shut the garden gates, the
castle’s high windows. Indeed I grudged
the troubadour, transmuting wood
to water, flower and lute, entry.
He sang his song; time has unravelled what
the Lord has ravelled, silver tapestry
already happening, moonlit wandering,
yet returning to the skein.  Alone
you may find the shape that awaits you.

I don’t know what blue was, there and then, lonely,
I don’t know what forest imparted to
the bitter moon its enchantment, the sunflower found
under the ship on voyages that recall
the Mediterranean clear waters.
The afternoon I knew you
were leaving was death’s purest: you
were in my memory talking to me
among the lilies, in some lines by
Saint John of the Cross. What sky was there,
what hand knit slowly, what songs
brought the pain, the marvel
that is awed of being at that hour
in which the moon burst on the almonds
and burned down the jasmines.  You came
by the side of the sea from where a song
is heard, perhaps from a drowning
virgin, as your steps on the land.

Then you departed through my soul, you queen
of ancient fables, dust kindred to those ships
that once seeded  from sandal-
-wood and cedar the wine sea.
Alone you travelled, beautiful, in silence,
stone-beautiful; in your shoulder
a violin stopped in its tracks. The almonds in
the courtyard and the jasmines announced
a summer storm. The sky
shattered my house’s mirror, death
resounded deep in the cistern. I was
thus lost in that fiery bramble, in which
our memory conceals our loved ones.
I wore blue mourning and remained alone

“on the eve of the longest day”.

De su decimosegundo libro, El artista del silencio (The artist of silence) del 2012

El artista del silencio

¿Habría de negarlo?
Si soy el último hombre que camina sobre la tierra
y habría de negarlo si no hay pájaros
que canten una canción en el otoño
si no hay otoños si ya ha pasado el tiempo de las estaciones
y habría de negarlo
si no hay azul a quien decirle mi desconcierto
si estoy donde los colores no tienen nombre
en el juicio final incesante de los jardines
Soy el último hombre que grita sobre la tierra
que grita al cielo que se ha ocultado para siempre
y habría de negarlo a quién ¿a Dios?
acaso Dios es el artista del silencio
de tantas hojas que no son o siguen cayendo al abismo
y estallan en el aire sucio pero en qué aire.

The artist of silence

Should it be denied?
If I am the last man walking on the earth
I would have to deny it
if there are no birds to sing an autumn song
if there is no autumn if the time of the seasons has already passed
I would have to deny it
if there is no blue for me to tell my bewilderment
if I am where the colours have no name
in the gardens’ incessant final judgement
I am the last man shouting on the earth
who shouts to the sky that has hidden itself forever
and I would have to deny it to whom, to God?
God is perchance the artist of silence
for there are so many leaves that are not or keep falling into the abyss
and explode in the squalid air but what air.

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