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De nuevo “Colombia, mi abuelo y yo”, un viaje literario por el país y sus paisajes
Suele decirse que no se ama y no se cuida lo que no se conoce. Por eso, treinta y tres años después de la publicación del clásico infantil de Pilar Lozano, “Colombia, mi abuelo y yo”, una nueva edición invita a los colombianos a explorar los paisajes de la Colombia de hoy.
Desde que abrimos los ojos al mundo inicia un camino de descubrimiento que no se detiene. La necesidad de reconocer lo que nos rodea y el querer encontrar respuestas a las preguntas que pasan por nuestra mente hacen parte de lo que somos como seres humanos.
Recuerdo muy bien cuando mi profesora de sociales me contó que la tierra giraba sobre su propio eje y también alrededor del sol. Sonó el timbre que anunciaba el recreo, salí y me senté en el patio a mirar el cielo tratando de entender lo que había aprendido en clase.
Adquirir ese conocimiento me llenó de dudas, mismas que me llevaron a aprender más cosas, lo que a su vez me llenó de más dudas. Estoy seguro de que eso les ha ocurrido a todos en algún momento. Y eso mismo le pasó a Papá Sesé, el abuelo del pequeño protagonista del clásico de la literatura nacional Colombia, mi abuelo y yo, escrito por Pilar Lozano en 1987, que llega en una edición de lujo, además de revisada y actualizada, a las librerías gracias a Panamericana Editorial.
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La idea de este libro nace de los viajes que la autora realizó por Colombia y del deseo de replicar en otros la experiencia que vivió con su hijo al contarle el fascinante país que descubrió y ver el interés que él reflejaba ante cada anécdota, ante cada vivencia. Así fue que llegó al mundo el viajero abuelo que dedicó gran parte de la etapa final de su vida a transmitir a su nieto la importancia de cuestionar, debatir y conocer. O también de taak, rait y tiich, palabras del creole (lenguaje que se habla en la isla de San Andrés) que al español traducen hablar, escuchar y enseñar.
Las páginas de este libro son una guía de viaje por Colombia, bellamente ilustrada por Olga Cuellar, cuyas páginas son compañía inmejorable en el entendimiento del lugar que llamamos hogar, para navegar por sus diferentes regiones e ir develando así sus características y ventajas geográficas.
De la mano de este entrañable mentor y de su nieto, paseamos por las cuatro puntas del país, por los ríos que se vuelven sus arterias, por los picos más altos en donde el frío hace estragos o por los más bajos a los que solemos recurrir en vacaciones. Nos topamos con culturas, con dialectos, con rostros, con ideas, con tradiciones y con infinidad de cosas que se entrelazan para definirnos como nación, como territorio, como idiosincrasia.
Papá Sesé nos invita a su cuarto a escuchar de viva voz su travesía por la selva amazónica, su trayecto por las cordilleras que atraviesan Colombia de extremo a extremo, el subirse a una canoa para ir de una casa a otra en el pacífico o tratar de hacerse entender en territorios en los que los nativos hablaban lenguas desconocidas para él, una de las 65 que aún conservan los 87 pueblos nativos existentes en el país.
Pero las jornadas de Papá Sesé por Colombia y su infinita curiosidad también lo llevan a plantearle a su nieto y a los lectores de este libro los retos a los que nos enfrentamos, así como las conductas nocivas que adaptamos como normales para con el lugar que es nuestro hogar. Pilar Lozano acierta al revisar desde la educación primaria la necesidad de entender cómo estatal y socialmente hemos relegado algunas poblaciones, cómo nos tomamos irresponsablemente el rol de dueños del mundo para hacer uso indiscriminado de sus recursos y los compromisos que deberíamos empezar a asumir para poder pensar en un futuro distinto, más amable con el planeta, más respetuoso de los otros.
Otro logro del libro, propio de esta edición, es que se siente presente al desarrollar problemáticas actuales y acudir el contexto de los niños y sus padres para hacerlos parte de lo que está narrando, para involucrarlos directamente con lo que pasa en su día a día. En esta versión nos encontramos teléfonos inteligentes, un mundo enfrentado al recrudecimiento de las consecuencias del cambio climático, un mayor número de especies en vía de extinción y, entre otras cosas, una Colombia que ha perdido territorio marítimo en recientes disputas legales.
Esta obra aparece como una poderosa herramienta lúdica que ha acompañado a generaciones de docentes, padres y estudiantes, haciendo más amable la enseñanza y comprensible muchas materias. Un camarada de viaje inmejorable en la invaluable aventura que representa dar un vistazo a los rincones de nuestro país, y también del universo.
“Colombia, mi abuelo y yo” es un homenaje a la curiosidad, a ese bichito que nos empuja a ir más allá y entendernos como parte de un todo que se transforme y transmuta de mil maneras permanentemente. Un libro necesario e importante por lo que significa en el ejercicio académico al romper el paradigma de la memorización y plantear una experiencia de aprendizaje distinta y divertida, a través de la conexión con el lector.
Y también es una invitación a conocer a Colombia, recorrerla, cuidarla y entenderla. Estoy seguro de que, así como yo, varios destinos quedarán en su lista de lugares por conocer.
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