El café de la memoria

“La literatura es un viaje interior al sentir y a la memoria”: Jorge Franco

El pasado 8 de septiembre, el escritor paisa Jorge Franco, autor de 'Rosario Tijeras' (1999) y 'Paraíso Travel' (2001), visitó “El café de la memoria” de ARCADIA e Itaú en la Fiesta del Libro de Medellín. En una charla con Camilo Jiménez Santofimio, director de la revista, habló de la importancia del cine en su vida y en la decisión de dedicarse a escribir sobre las realidades de su ciudad.

Valentina Chavarría Cifuentes*
12 de septiembre de 2018
El escritor Jorge Franco. Foto: María José Chitiva.

"El café de la memoria" en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín es posible gracias a una alianza entre ARCADIA e Itaú.

Desde que era niño, Jorge Franco descubrió su pasión por el cine. Todo empezó en el colegio: cada viernes le programaban una película que, por su tradición católica, casi siempre era de Semana Santa. De ahí pasó a un cineclub, donde comenzaron sus contactos con el cine arte y los directores que no llegaban a las salas comerciales.

En su charla “Medellín negro: entre cine, literatura y memoria”, que tuvo lugar el pasado 8 de septiembre en “El café de la memoria” de ARCADIA en la Fiesta del Libro de Medellín, Franco recordó esos primeros acercamientos al séptimo arte. En principio, contó, practicaba con una cámara Super-8 y con un proyector. Esta práctica, cada vez más sistemática, derivó en un viaje a Inglaterra para estudiar estudiar cine: “cada trimestre hacíamos un proyecto, primero con cosas muy básicas, cámara a blanco y negro, sin sonido y, poco a poco, íbamos avanzando hasta que teníamos un estudio más dotado, con mejores luces y sonidos”.

A pesar de su pasión por lo audiovisual, al verse obligado a escribir guiones y sinopsis para cada proyecto que hacía en la universidad, se dio cuenta de que su personalidad era más parecida a la de un escritor: “prefiero estar solo, encerrado en mi oficina, una producción de cine es más complicada y llena de obstáculos”.

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Para lograr ser un buen escritor, piensa, hay que ser un buen lector. Y él, a pesar de venir del cine, no era ajeno a los libros: “en la escuela de cine me di cuenta de algo muy obvio, que podía contar mis historias a través de la palabra escrita. hay que tener en cuenta que, tanto la literatura y el cine tienen limitaciones en sus lenguajes”. Por un lado, Franco describe la literatura como “un viaje interior al sentir y a la memoria”. Para él, allí se utilizan más los sentidos y la creatividad para poder imaginar lo que no se ve, mientras que el cine apunta más al exterior, a lo explícito.

El hecho de haber estudiado cine, piensa, hizo que sus libros de cierta forma fueran más atractivos para ser adaptados a producciones audiovisuales, pues, desde su formación, siempre trató de que lo visual estuviera incorporado en su narrativa. Durante la conversación, Franco resaltó mucho la importancia de los diálogos: “muchas veces hacen que lectura de la historia sea un poco más ágil y deja de ser pesado para el lector, aunque depende el libro y el estilo del escritor. En el cine, como una una vez le escuche a Juan Triana, una película tiene tres escrituras: la primera es cuando la historia se presenta, la segunda con los cambios que el director le hace, y la tercera la edición; sin embargo, pocas veces el guión cambia”.

Como expuso en “El café de la memoria”, la literatura y el cine están relacionados desde los comienzos de su carrera. Aunque su unión no siempre funciona (quizás por lo fiel que muchas veces se quiere ser en la búsqueda de intentar ver plasmadas las letras en la gran pantalla), para Franco a veces solo es necesario que el libro sea inspiración. Su adaptación favorita es Muerte en Venecia, de Thomas Mann, que fue llevado a la pantalla grande por Luchino Visconti. “Ambas son obras maestras”, afirmó.

Sobre el ejercicio de la adaptación, precisó que le parece prudente que pase un tiempo entre el libro y la adaptación cinematográfica, más cuando la adaptación es para un formato de televisión: ”lo hace todo más complicado, porque te dicen que van a adaptar tu obra a sesenta horas: pero si yo sé que mi historia se cuenta en dos horas, ¿qué va a pasar ahí? Me van a masacrar la historia”.

Para concluir, Franco afirmó que tanto el cine como la literatura sirven para hacer una crítica a todo eso que queremos negar. Medellín todavía permanece azotada por el pasado de personajes como Pablo Escobar y el presente continuo de la ilegalidad, y muchos aún piensan que películas como las de Víctor Gaviria o libros como Rosario Tijeras son una apología a esa cara oscura y repudiada de la capital Antioqueña. Sin embargo, como remató Franco, la intención última de estas obras no es enaltecer estas figuras de violencia, sino que, tanto el cine como la escritura, son una forma efectiva de construir una memoria que muchas veces es negada.

*Estudiante de Periodismo de la Universidad de Antioquia. El cubrimiento de ‘El café de la memoria‘ es posible gracias a una alianza entre ARCADIA y la Universidad.