POESÍA

Nombre total: cinco poemas de Emilia Ayarza

La antología 'El universo es la patria', publicada por la Universidad Externado de Colombia, recoge una selección de piezas de la poeta bogotana Emilia Ayarza (1919-1966), colaboradora de la célebre revista 'Mito' y una de las primeras mujeres columnistas de 'El Tiempo'.

Emilia Ayarza
26 de febrero de 2020
'Schwarzen Frauen (Mujeres negras)' (1910), por Marianne von Werefkin (1860-1938). Ilustración de la carátula de la edición de esta antología de la Universidad Externado de Colombia en su colección "Un libro por centavos".

Memoria de la risa

Un silencio de espejos
que te hacía más alto
cuando nadie sabía
que el júbilo empezaba.

Cuando apenas el cauce de mi sueño tenía
un leve incendio de antorchas submarinas.

Tú eras el primer habitante de la tierra
con idioma de viento y primavera
y un camino exclusivo de silencios
donde sólo tu voz, entre los árboles,
acusaba la existencia de las aves.

Yo he dicho que tu corazón
era el único señor de la comarca
donde cielos, tardes y horizontes,
se asomaban de azul a las colinas.

Yo he sostenido que en tu casa
construida por el día, en claridades,
no había iniciado su invasión la noche
con el violeta y su séquito de lilas.

Era la dulzura de tu huerto aromado
la que hacía romper el vacío en tu presencia;
y era la lluvia con su claro cuerpo
la que incitaba el himno de las nubes.

En el umbral de tu memoria
la sangre y la ternura
eran ya partidarias de mi piel.

Y antes de que la niebla te hablara
de que la luz perteneciera al día primero,
de que la alta mano suspendiera
en el aire su blanca omnipotencia,
de que las patrias verdes de los árboles
izaran sus millones de banderas,
de que los soldados de la brisa alinearan
con medallas ganadas en los vendavales
y la carreta líquida del río
la llevase un buey de viento,
yo estaba presente en el banquete
donde tú repartías islas, aldeas y bahías
y nombrabas princesas de las eras
y pajes a las algas y a las uvas.

Cómo olvidar cuando dijiste
primitivo aún y verdadero:

“Siendo el primer habitante de la tierra
yo te bautizo, Giraluna,
Sonatina, Espuma, Eco del Río,
Espiga, Corazón de sombra,
y te hago señora y capitana
de la primera sonrisa que germine”.

Y aquí me tienes, en llanto convertida,
con el tallo del júbilo abrazado,
en el desierto de mi imperio trunco:
¡Qué aún no ha germinado la primera risa!

Diálogo entre el poeta y yo

Poeta, escucha:
“Habla que tu voz dilata el aire.”

Poeta, ¿qué es el grito de la vida?:
“Es el reflejo de todos los silencios de la muerte.”

Poeta, ¿qué es el sol?
“Una claraboya dorada por donde vemos a Dios.”

Poeta, ¿qué es la risa?
“Es un puente sobre las aguas del llanto construido.”

¿Y el corazón?
“Es un niño que siempre juega a sufrir.”

Poeta, ¿qué es la soledad?
“La soledad, amiga mía, es la más dulce compañía.”

Y tú poeta, ¿qué eres?
“Yo soy la soledad”.

Tu nombre

Tu nombre flecha y horizonte.
Y la cal de las paredes, las tinieblas,
el olor de mis cosas, la voz de los rincones
se doblan de tu nombre.

Rodea tu nombre mi casa, mi lámpara,
mi caja de papel y mi dulzura.
Vellón de vocales contra mí
en su idioma de oveja y de pastor.

Si a veces te nombro al decir otras palabras,
es porque tú eres el dueño de las letras.
Es porque te conocí el día del abecedario.
Es porque te siento en la cabeza
y apenas si puedo caminar.

No sabría decirte por tu nombre
si el beso no existiera.
Como no podrás tú cercarme ni sitiarme,
si lograra usar una pulsera en el tobillo
o un ramo de frutas sobre el hombro.

En el tumulto y en la soledad,
en mi calle, mi perro y en los árboles,
alrededor del pan y mis vestidos grises,
tu nombre es espacio vital,
es parte de color y aroma, es viento tibio.

Cinturón de anillos, aire fijo,
edad de ausencia en la presencia misma,
nombre de soles, de país en llamas
con intervalos de niños y ceniza.
Nombre total.

Poema desolado

Porque te amo y la tierra
y las voces y los signos te reclaman.

Porque te creo y el sueño
se cae de tus párpados.

Porque te lloro y las tinieblas
te dicen solidario y te señalan.

Porque busco mis derechos de hiedra.

Porque frente a tu corazón
no está más que mi lengua.

Porque mi savia y mi espina
constituyen tu huerto.

Porque algo me estrena
y me descubre.

Porque el fuego se pone
redondo entre mi cuerpo.

Porque todo me indica
me viaja y me subsiste.

Porque me esperan las viñas
y me saben los peces de memoria.

Porque todo el territorio me contiene.

Porque estoy caminando por tu casa
entre ovillos de lana
y tus panteras.

Por mi vino.
Por mi casa y mi veneno.
Por mi espejo y mi cadáver.

Por la ventana donde el cielo
se acomoda al tamaño de tus ojos.

Porque soy
Porque canto!

Árbol

Árbol que de la tierra se levanta
como una mano vegetal al viento.
Trepa serena por tu cuerpo y canta
la muerte en la verdad de su elemento.

Tu aldea de raíces adelanta
al aire el don de la dulzura y lento
el día de tu fruto se transplanta
al corazón, en amoroso intento.

Pentagrama del pájaro. Comarca
de la sombra. Memoria del olvido.
Tu verde potencia en el espacio marca

el cántico y el tiempo redimido;
y sólo tu silencio es el que abarca
la arquitectura universal del nido!

El universo es la patria

Yo soy esta mujer ancha de cuerpo
hormonal, de frente,
esta mujer con el sistema solar bajo la dermis
con las extremidades, los bronquios y la pluma saludables;
esta mujer que le corta las venas al silencio
para fluir desesperadamente.
Yo soy esta mujer ancha de cuerpo
esta mujer que no cree en los límites ni en los idiomas
que no cree en cuatro docenas de himnos nacionales
ni en determinados colores de bandera.
esta mujer que respira con aire general
que establece la canción humana
el hermano mundial
El hombre cósmico
el niño incoloro
y una sola bandera
blanca como la sal de los enanos
blanca como la córnea de los negros
blanca como los huesos de los blancos
blanca como la leche que toman los lapones
colectivamente blanca
decididamente blanca.
Yo soy esta mujer ancha de cuerpo
que vive en medio de la raza humana
que llora a veces lágrimas de Argelia
o se sacude al compás del estertor de Chile.
Esta mujer que se desvela en el Congo
que tiene hambre en La China
que ostenta si cerrar la cicatriz de Pearl Harbor
que pierde el sentido y la noción
ante la cesárea que descuaja
el dorado vientre de Berlín.
Esta mujer que pertenece al dominio de la luna de Moscú
que tiene la serena languidez de Suiza
el color de la melancolía de Colombia
o el escándalo gris de Nueva York.
Esta mujer propietaria del mar, de la tierra,
del cielo, del viento y las estrellas
esta mujer que besa en la boca a los mudos
que llora por las cuencas de los ciegos
que grita por el cáncer de los hombres
y dispersa una sinfonía entre los sordos.
Esta mujer llena de amor
que le fluye por los dedos de la mano
por los hilos del cerebro
por la madeja del pelo
por la leche de los senos
por la cal del esqueleto.
esta mujer llena de amor por el odio y la vigilia.
Por la muerte y el aborto.
Por la madre de Imbécil.
Por el hermano de Mediocre.
Por el padre de Anormal.
Por el hijo de Asesino.
Por la novia de Impotente.
Yo soy esta mujer ancha de cuerpo
hormonal, de frente.
Esta mujer con la risa grande y los dientes de frontera
declarando definitivamente
desde el amoroso territorio de su corazón
¡El Universo como Patria!

El universo es la patria
Emilia Ayarza
Universidad Externado de Colombia, 2020