POESÍA
Siete poemas del 'Concierto animal', de Blanca Varela
En 1999, la poeta peruana publicó uno de sus libros más oscuros y simbólicamente espesos: 'Concierto animal'. A veinte años de su primera edición, le rendimos homenaje con siete de sus poemas más recordados.
la muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada
trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no se borran
no se borran
*
dolor de corazón
objeto negro que encierro en mi pecho
le crecen alas
sobrevuela la noche
bombilla de azufre
sol miserable
flotando en el cielo encalado
planea parpadea
encandila
a quien yace bocarriba
fulminado
*
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
así alumbra su blanco la tiniebla
así nace la interminable coda
así la mosca desova en el hilo de luz
la tierra gira
el ojo de dios no se detiene
qué haríamos pregunto
sin esta enorme oscuridad
*
incorpóreo paseo del sol a lo umbrío
agua música en la sombra viviente
atravieso la afilada vagina
que me guía de la ceguera a la luz
bajo la alta cúpula sonora
en este colosal simulacro de nido
toco el vientre marino con mi vientre
registro minuciosamente mi cuerpo
hurgo mis sentimientos
estoy viva
*
esta mañana soy otra
toda la noche
el viento me dio alas
para caer
la sin sombra
la muerte
como una mala madre
me tocó bajo los ojos
entonces dividida
dando tumbos
de lo oscuro a lo oscuro
giré recién llegada
a la luz de esta línea
en pleno abismo
abriéndose
y cerrándose
la línea
sin música
pero llamando
sin voz
pero llamando
sin palabras
llamando
*
a oscuras nace el sol
el fabuloso huevo
dispara rayos grises
en la esquina recóndita
los ojos cerrados escuchan
el mal paso en el aire
adivinan el límite
y el fondo
en plena oscuridad
el más puro alimento
asume su precisa forma
la sangre ennegreciendo
aprende a brillar
como un dios
después se hace la luz
rueda la araña
*
el animal que se revuelca en barro
está cantando
amor gruñe en su pecho
y en sucia luz envuelto
se va de fiesta
de allí que el matadero
sea el arco triunfal
de esta aventura
y en astrosa apariencia
se oculten la salud y la armonía
y la negra avellana
sepulta en el gargüero
lance rayos azules a los vientos
engastado en la mugre
diamante singular astro en penumbra
encuentra y pierde a dios
en su pelambre
connubio de atragantada melodía
y agonía gozosa
se necesita el don
para entrar en la charca