Desde su silla de ruedas, Tranströmer, aquejado de una apoplejía, fue el protagonista de la parte más emotiva de la ceremonia, cuando llegó al centro del escenario para recoger su Nobel, un honor que ningún sueco recibía desde hacía 37 años. El rey Carlos Gustavo de Suecia saludó cariñosamente al poeta, de 80 años, en el momento de hacerle entrega de la medalla y el diploma que lo acreditan como Premio Nobel de Literatura 2011. En ese momento, los 1.570 invitados dedicaron una cerrada ovación al poeta, a la que se sumaron la reina Silvia, la princesa heredera Victoria, su esposo, el príncipe Daniel, y el príncipe Carlos Felipe. Tranströmer regresó a su sitio entre el resto de los premiados, pero no por ello dejó de centrar la atención de la sala. Mientras sonaba un fragmento de "Rosamunde", de Franz Schubert, el poeta sintió curiosidad por ver la medalla y el diploma y pidió a sus colegas que le ayudaran a abrir el estuche y la carpeta para poder contemplarlos. Unos pequeños momentos que se escaparon al protocolo en la sala de conciertos, donde la sobriedad es la nota dominante de una ceremonia en la que los galardonados no pronuncian palabra y en la que cada una de las categorías es presentada por un representante de la academia correspondiente. En el caso de Tranströmer el encargado de la presentación fue el profesor Kjell Espmark, que destacó que se trata de "uno de los muy pocos escritores suecos con influencia en la literatura mundial". Citó pasajes de algunos poemas, como "Carrillón" o "Schubertiana", llenos de "brillante metáforas", e hizo referencia a su otra gran pasión, la música.