Los billetes de euro son hechos con algodón transgénico

De acuerdo con información de la Fundación Antama, El Banco Central Europeo (BCE) importa casi la totalidad del algodón de los Estados Unidos, de acuerdo con la Fundación, ese hecho se presenta como algo paradójico, ya que la Unión Europea “tiene los procesos de autorización de cultivos transgénicos más lentos del mundo”.

Lo anterior hace referencia a que los retrasos en las autorizaciones e la UE superan los 120 meses, pese a que –por ejemplo- la seguridad del algodón genéticamente modificado ya ha sido demostrada científicamente por la Autoridad de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA, por sus siglas en inglés).

Pese a que otras monedas usan para la elaboración de sus billetes materias muy diversas, los billetes de euro están hechos exclusivamente con algodón, el cual es importado de Estados Unidos, el mayor productor de cultivos genéticamente modificados.

En el 2011, Estados Unidos reportó la siembra de 69 millones de hectáreas sembradas con cultivos transgénicos (de maíz, soya, algodón, canola, remolacha azucarera, alfalfa, papaya y calabaza).

Asociaciones de productores y agricultores han solicitado a la Unión Europea que les permita sembrar cultivos genéticamente modificados, para así ser más competitivos en el mercado internacional, pues hasta el momento sólo se permite la siembra de maíz y de una papa transgénica (esta última para uso industrial).

Actualmente los países de la UE que siembran cultivos GM son: España, Portugal, República Checa, Polonia, Eslovaquia, Rumania, Suecia y Alemania. El país que más siembra cultivos GM es España, con cien mil hectáreas (2011).

Uno de los ejemplos más importantes de las ventajas de la introducción del algodón transgénico es el de India, país que desde su introducción de este cultivo modificado genéticamente en 2002 ha pasado de ser importador de dicha materia a ser el segundo país exportador de algodón del mundo.

Con un incremento productivo del 70% desde 2002, el cultivo de algodón transgénico ha supuesto el ahorro de 20.000 toneladas de plaguicidas. La superficie cultivada con algodón se ha incrementado un 40% y la producción ha crecido un 57% respecto a la obtenida con semillas convencionales.