CONMEMORACIÓN

50 años después de la masacre de Tlatelolco, ¿qué tanto ha cambiado México?

Cuando se cumplen 50 años de la masacre de cientos de personas en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco la realidad parece ser la misma en México. SEMANA habló con el investigador de la UNAM, John Ackerman, sobre el cambio político que se vive con la llegada de AMLO, la falta de información sobre la masacre y la prolongación de la violencia contra la comunidad estudiantil.

2 de octubre de 2018
| Foto: Archivo particular

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Frente a la rectoría de la UNAM una estudiante se lanza como escudo humano para proteger a su novio. Lo abraza mientras ella recibe los golpes. Un grupo de 40 jóvenes, conocidos como porros, vestidos jersey de futbol americano, llegaron a disolver con agresiones la protesta pacífica que promuevían unos estudiantes del colegio de Ciencias y Humanidades de Azcapotzalco el pasado 3 de septiembre. 

Ninguno de los dos hacía parte de la movilización, pero no pudieron quedarse inmóviles observando a los agresores bajarse del bus y enfrentarse con navajas, bombas molotov, pica hielos y palos a grupo de estudiantes que reclaman mayor seguridad en su plantel y el cese de cobros indebidos. 

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En aquella batalla Joel perdió media oreja y le clavaron un cuchillo en la espalda que se le insertó directo en el riñón. Ella, Naomi, quedó con su cuerpo lleno de moretones por los puñetazos y patadas que recibió mientras trataba de evitar que su novio se siguiera desangrando. 

La imagen de la agresión que le dio la vuelta al mundo un mes antes de la conmemoración de los 50 años de la masacre de Tlatelolco, revivió la postergada discusión sobre los ataques violentos contra la población estudiantil en México que siguen vigentes pese a la larga lista de antecedentes que hay y que como el 2 de octubre 1968 marcó un punto de inflexión en la historia de México. No solo por el luto que guardan sin mayor información de la masacre que ocurrió ocho días antes de los primeros juegos olímpicos que se celebran en el continente, sino también por el legado que dejó el movimiento a las siguientes generaciones.

Este martes exlíderes del M68, activistas y estudiantes marcharon en memoria de los caídos, cuyo número exacto sigue sin conocerse pues en el lugar de la masacre se concentraban más de 8.000 asistentes que reclamaban diálogo con el gobierno y que con los primeros dispararon de los militares salieron corriendo despavoridos.

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SEMANA habló con John Ackerman, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM sobre el cambio político que se vive con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la falta de información sobre la masacre y la prolongación de la violencia contra la comunidad estudiantil.

SEMANA.: Se cumplen 50 años de la masacre de Tlatelolco, ¿qué tanto ha cambiado México desde entonces?

John Ackerman.: El sexenio que termina de Enrique Peña Nieto se parece mucho al gobierno de 1968. El expresidente al igual que Gustavo Díaz de Ordaz vio a los jóvenes como sus adversarios, como un obstáculo en su concepción de desarrollo y modernidad de país. Bajo esa idea reprimió, agredió, infiltró y atacó a los jóvenes. El 2 de octubre es una consecuencia de una política contra las nuevas generaciones por parte de un sistema autoritario.

SEMANA.: ¿No exagera cuando dicen que son lo mismo? 

J. A.: No, fácilmente Enrique Peña Nieto hizo lo mismo con diferentes mecanismos, temporalidades y distancias tomadas. Hagamos cuentas. Desde el primer día que llegó en 2012 puso en la mira a los estudiantes porque ellos habían echado a perder su campaña presidencial con el Movimiento #YoSoy132. Lo corrieron de la universidad y hasta le tocó esconderse en el baño. Él quedó muy enojado y desde el 1 de diciembre de ese año comenzó a apaciguar los movimientos sociales que surgían contra reformas estructurales como la privatización del petróleo, la reforma laboral y educativa.

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SEMANA.: Explíquese...

J. A.: Enrique Peña Nieto necesitaba tener los movimientos sociales a la defensiva. Primero por venganza y segundo para generar un clima que facilitara el trámite de sus reformas. Cuando el expresidente asume el 1 de diciembre de 2012 lanza a los policías contra los estudiantes y encarcela arbitrariamente a docenas de ellos. Unos quedan como presos políticos, una activista pierde un ojo por una bala de goma y otro muere meses después. Desde entonces las marchas juveniles, que eran muchas, fueron contestadas con represión. 

SEMANA.: ¿Qué otras similitudes guardan?

J. A.: Filtraban las manifestaciones con supuestos anarquistas, encapuchados. No era más que un pretexto para que los policías pudieran agredirlos y tomarlos presos. Peña Nieto se lanza contra los maestros en Oaxaca y toma decenas de presos políticos. Entre el 2012 y 2013 el país vivió una de las épocas más represivas de su historia. El momento culminante llegó con la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el asesinato de 11 personas. Fue un ataque directo contra un grupo de jóvenes manifestantes, críticos del gobierno y que manifestaban contra las reformas estructurales que tramitaba el partido de gobierno. Por toda esta represión podemos decir que el gobierno de Enrique Peña Nieto se parece mucho a Gustavo Díaz de Ordaz.

SEMANA.: ¿Pero en el caso de Ayotzinapa no se habla de una injerencia directa del Estado?

J. A.: Pero vea por ejemplo las mismas marchas del 20 de noviembre en solidaridad con los 43 estudiantes desaparecidos. Los policías toman a una docena de jóvenes  como presos políticos y se los llevan para los estados de Tamaulipas y Veracruz acusados por crimen organizado y terrorismo. Meses después los tuvieron que dejar libres, no tenían nada en su contra. 

SEMANA.: ¿Cambiará el escenario con Andrés Manuel López Obrador al mando?

J. A.: Es la buena noticia. En los últimos años han avanzado las fuerzas democráticas de la sociedad civil y se ha logrado generar una fuerte corriente de opinión contra el autoritarismo de Estado. El primero de julio se logró una gran victoria para la democracia que va más allá de la izquierda o el mismo AMLO. Se logró responder a un Estado represor por vías democráticas. En el 68 también hubo muchos esfuerzos para lograr ese cambio, pero nunca tuvieron éxito. Hoy la sociedad logró derrotar al sistema en las urnas y de manera pacífica. Se abre una gran oportunidad en México a partir del primero de diciembre. 

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SEMANA.: Los ataques violentos contra la población estudiantil en México siguen vigentes 50 años después de la masacre de Tlatelolco. Hace unas semanas vimos como un grupo de porros atacó una marcha pacífica de estudiantes de secundaria frente a la rectoría de la UNAM donde uno de ellos fue apuñalado en sus riñones... 

J. A.: Ese caso fue muy lamentable porque son los mismos grupos porriles que siempre han existido, son sus hijos, sus herederos. En este caso  los porros no fueron enviados por las autoridades universitarias y el presidente electo declaró inmediatamente que él acabará con los porros. Ahora México enfrenta un escenario muy distinto. Claro, hay actores autoritarios y con intereses oscuros que quieren reprimir, pero la buena noticia es que estos grupos ya no contarán con la protección del Estado ni de la UNAM.

SEMANA.: ¿Qué son los porros o grupos de choque que atacaron a los estudiantes en el 68 y lo volvieron a hacer 50 años después frente a la rectoría de la UNAM?

J. A.: Los estudiantes siempre han sido vistos como una amenaza y fuerza democratizadora. Por eso los reprimieron en el 68 y en el gobierno de Peña Nieto. Los grupos porriles son dirigidos y fomentados por las autoridades para romper, dividir e intimidar a los movimientos estudiantiles. 

SEMANA.: ¿Se mantiene la deuda judicial con las víctimas de la masacre?

J. A.: Sigue imperando la impunidad de las investigaciones. Han sido muy parciales. A la fecha no se ha llegado al fondo del tema y mucho menos para exigirles cuentas a los responsables de la masacre. Ahora bien a la fecha tampoco se han reparado a los estudiantes, presos políticos y familiares de los asesinados. Hay abierto un expediente judicial y de memoria histórica.

SEMANA.: ¿Por qué ha sido tan difícil impartir justicia?

J. A.: Seguimos dentro del mismo sistema de 1968. Los mismos responsables han estado con sus amigos y colegas en el poder. Apenas este año vamos a empezar a vivir una transición democrática en México. Por años se mantuvo el continuismo autoritario que no permitió que haya rendición de cuentas, 

SEMANA.: Y, ¿por qué la comunidad internacional tampoco tomó cartas en ese asunto?

J. A.: Hay las sospechas y evidencias que demuestran que los Estados Unidos estaban activos. Que ellos vivieron o, por lo menos, avalaron esta represión contra los estudiantes en 1968. Esa es la explicación para la falta de mayor acción internacional en el tema. 

SEMANA.: ¿Ese mismo escenario sirve para explicar porque a la fecha no hay consenso sobre lo que pasó y la cantidad de muertos que la masacre dejó?

J. A.: Respecto a cantidas de muertos y detenidos desde ese mismo día se escondió la información al igual como ocurrió la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. No sabemos no tenemos mayor información sobre lo que pasó y dónde están. 

SEMANA.: ¿Por qué es importante recordar el 2 de octubre?

J. A.: Las demandas del 2 de octubre sobre democracia, participación y respeto a los jóvenes sigue vigente. Es tiene que seguirse exigiendo y demandando al nuevo gobierno. Es una demanda autónoma. A pesar que la coyuntura política es otra, es un resultado de lucha generacional que hay que construir porque no es una realidad todavía. 

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SEMANA.: Al menos en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, la reciente creación de una Comisión de la Verdad, ¿es un paso alentador?

J. A.: Era lo más recomendable. Además el presidente electo ya manifestó su acuerdo con la propuesta y esperamos que se integre lo más pronto posible.