CUARENTENA
"No somos incautos adolescentes que no sabemos protegernos": Enrique Santos
Para el periodista, pocas veces ha resultado tan cierto aquello de que el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones. Asegura que un confinamiento tan drástico para los mayores de 70 años es "denigrante".
Lo que más choca de esta medida es la presunción de que los mayores de 70 somos unos incautos adolescentes que no sabemos protegernos, o que vamos a salir a la calle a abrazarnos, aglomerarnos y a contagiarnos.
Señores del Gobierno: se les agradece la preocupación y también sus aciertos en el manejo de la crisis, pero por favor no exagerar ni sobreactuarse, (suficiente tenemos con el Presidente todos los días por la tele). Si somos tan adultos y tan mayores merecemos un mínimo respeto por nuestra capacidad para cuidarnos. Sin esperar privilegios.
Estoy seguro de que la mayoría de mis coetáneos estaría dispuesta a renunciar a tratamientos hospitalarios prioritarios, o a cupos en las UCI que pudieran ser ocupados por personas más jóvenes, con mejores posibilidades de recuperación.
Lo que resulta denigrante es un tan drástico confinamiento que, sin garantía sobre su real eficacia, vulnera derechos elementales y la propia dignidad de la población más adulta. A los genios que inspiraron la medida no parece importarles el deterioro físico y psicológico que sufre un viejo enclaustrado, ni cómo esto afecta sus relaciones familiares. Para no hablar de las endebles bases jurídicas de este enjaulamieto por decreto. “Aislar a los ancianos dizque para protegerlos es éticamente inaceptable” dijo la sabia Ángela Merkel.
Hay que entender que el drama mayor de esta pandemia es el de la población más vulnerable que ha perdido todo, y no las afugias de ancianos acomodados. Y vale la pena recordar las recientes palabras del Premio Nobel de Química, Michael Lewitt, cuando advierte que no es necesario sacrificar la calidad de vida de las personas con cuarentenas mal concebidas, que agudizan el daño social y no salvan a nadie.
Vea el video del reportaje de SEMANA rebeldes con canas
No se pueden ignorar la gravedad de lo que está sucediendo, ni las normas de protección personal y distanciamiento social que promueve el gobierno, pero tampoco la improvisación, el tufillo populista y el desconocimiento científico que acompañan a muchas de ellas. El radical confinamiento de la población más adulta puede ser un ejemplo. Sin mencionar la lastimosa lentitud del Estado para practicar exámenes y pruebas que muestren la dimensión real del problema.
Lo más leído
Como van las cosas, aquí puede generarse una reacción como la de Francia, donde la iracunda reacción de viejos y jubilados, que se sintieron “infantilizados y discriminados”, llevaron al presidente Macron a echar marcha atrás y apelar a la “responsabilidad individual”.
Así debe ser. Sin acudir a ridículos paliativos, como el de ofrecer tres medias horas por semana de aire libre. Pocas veces ha resultado tan cierto aquello de que el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones.