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Aparecen dos especies de aves en Bogotá durante la cuarentena
Un carancho norteño y un aura sabanera fueron vistos por primera vez en Meandro del Say, humedal ubicado entre la localidad de Fontibón y Mosquera. Con estos nuevos hallazgos, este ecosistema ahora suma 101 especies de aves registradas.
Las aves son las dueñas absolutas de los 15 parques ecológicos distritales de humedal que hay en Bogotá, esponjas de agua distribuidas en nueve localidades y que suman 726 hectáreas, ecosistemas encargados de controlar y prevenir inundaciones, retener nutrientes, recargar los acuíferos y producir oxígeno.
La semana pasada, la Fundación Humedales Bogotá reveló que en estos reservorios cachacos habitan 202 especies de aves, 75,7 por ciento terrestres y 24,2 por ciento acuáticas. El listado lo encabezan los humedales de Córdoba con 152 registros, La Conejera con 144, Jaboque con 128, Salitre con 115 y Juan Amarillo con 112.
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Sin embargo, esta cifra acaba de incrementarse debido a dos nuevos reportes en Meandro del Say, humedal ubicado en la localidad de Fontibón y el municipio de Mosquera. Un carancho norteño y un aura sabanera fueron fotografiados por ciudadanos y expertos en días pasados, aves que nunca habían hecho presencia en la capital del país y cuya presencia podría estar asociada con la cuarentena por la pandemia del coronavirus.
El humedal Meandro del Say es uno de los más afectados por las acciones humanas. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
Con estos registros, Meandro del Say ahora suma 101 especies de aves registradas y los 15 humedales de la capital llegan a la cifra de 204. “Nos produce mucha alegría ver todas las aves que hacen parte de nuestro territorio, al igual que la diversidad y multiplicidad de colores de las diferentes familias de avifauna que recorren distancias lejanas para residir en la ciudad”, dijo Jorge Escobar, director de Humedales Bogotá.
El carancho norteño (Caracara cheriway) fue reportado por el grupo de monitoreo de biodiversidad de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) y por el ciudadano José Galeano. “Es el primer registro de esta ave de presa nativa del continente americano, catalogada como carroñera y de vuelo lento”, aseguró la entidad.
Esta es la primera vez que un carancho norteño es avistado en los humedales de Bogotá. Fotos: SDA y José Galeano.
Esta ave mide 58 centímetros de alto. Sus alas, cresta y corona son de color negro y el cuello, rabadilla y alas tienen manchas blancas. Se caracteriza por tener un vuelo lento y alimentarse de pequeños mamíferos, anfibios, reptiles, peces, cangrejos, insectos y lombrices, al igual que carroña. La hembra pone en promedio tres huevos de color rosado y marrón en cada nidada.
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El aura sabanera (Cathartes burrovianus) fue registrada por Camilo Castañeda, ciudadano que le envió el reporte a la Fundación Humedales Bogotá. “Este es el primer primer registro en los humedales de Bogotá de esta especie. Durante los últimos años ha aumentado considerablemente la cantidad de personas interesadas en monitorear aves, reportes que son publicados en las diferentes plataformas de ciencia participativa”, informó Escobar.
Es un ave carroñera también llamada guala sabanera, jote cabeza amarilla y zopilote cabecigualdo, que habita desde el sureste de México hasta el norte de Argentina, principalmente en sabanas, pantanos inundados, pastizales y bosques degradados.
El aura sabanera nunca había hecho presencia en el humedal Meandro del Say. Fotos: Camilo Castañeda.
Cuenta con una envergadura de 165 centímetros. Su plumaje es negro y la cara es de color naranja con pintas rojas y azules. Se alimenta de carroña, cadáveres que identifica con la vista y el olfato, y no elabora nidos en los árboles; pone sus huevos en el suelo o huecos de los troncos.
“La ciencia ciudadana contribuye al trabajo de los investigadores de la biodiversidad y le permite a los tomadores de decisiones hacer un mejor manejo en la conservación de las aves y los ecosistemas”, apuntó el director de la Fundación Humedales Bogotá.
Uno de los más afectados
Meandro del Say es un humedal ubicado entre la localidad de Fontibón y el sector occidental del municipio de Mosquera. Hace parte de la cuenca del río Fucha y tiene una extensión de 26 hectáreas.
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“Es uno de los ecosistemas más particulares de Bogotá y uno de los más afectados por las intervenciones humanas. Está formado por el antiguo cauce del río Bogotá y es conocido como la Madre Vieja del río”, dijo Escobar.
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El humedal Meandro del Say está en estado crítico por vertimientos, rellenos y obras. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
El experto asegura que antes de 1986, este ecosistema era un meandro natural del río Bogotá, cuyas aguas en temporada invernal se desbordaban y creaban gigantescos espejos de agua en la zona, como ocurría en todo lo largo del río.
“En 1986 se ejecutaron obras que desviaron el curso original del río y su cauce tomó un atajo artificial que elude el meandro, por lo cual quedó desconectado y con poca entrada de agua. Esto causó la disminución del caudal de agua e incrementó la sedimentación. Se creó un ecosistema distinto al natural, pues el agua que contiene el meandro cambió su condición de movimiento constante a ocasional”.
La mala calidad del agua del humedal causa la aparición de vegetación como el buchón. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
La zona comprendida entre el Meandro del Say y la Avenida Centenario fue acondicionada para su posterior urbanización por medio de rellenos. “En 1992, las condiciones del antiguo cauce del río Bogotá cambiaron nuevamente. El jarillón levantado para la desviación del río redujo aún más el aporte directo de agua del río hacia el meandro, incrementando así su desecación”, indica Escobar.
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El espejo de agua del Meandro del Say disminuyó casi 60 por ciento respecto al presentado en 1986. Según el experto, en la actualidad al meandro lo separa un gran jarillón que evita la entrada de agua del río Bogotá y sólo es alimentado por aguas lluvias y conexiones erradas que lo nutren de vertimientos.
En algunas épocas, miles de patos canadienses llegan al humedal Meandro del Say. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
“Es uno de los humedales bogotanos que está en cuidados intensivos. Carece de plan de manejo para su conservación, padece por vertimientos y su espejo de agua está casi seco. No cuenta con un cauce que lo nutra”, concluye Escobar.
A pesar de sus impactos, el Meandro del Say es un lugar único dentro de la ciudad donde a veces se puede apreciar miles de patos canadienses en su temporada migratoria. También se ven especies poco registradas como el pato cucharo, el pato enmascarado y la tingua pico verde.
La biodiversidad se impone con fuerza en el humedal Meandro del Say. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.