La ‘obsolescencia programada’ es una reconocida estrategia comercial que se encarga de planificar la vida útil de un producto de tal forma que tras un periodo de tiempo (calculado por el fabricante o por la empresa) este quede obsoleto o inservible.
Mientras que en décadas anteriores las neveras, televisores y otros electrodomésticos que comprábamos podían pasar de generación en generación, ahora aparatos como celulares y televisores no duran más de cuatro años o simplemente el avance tecnológico hace que estos se queden obsoletos en prestaciones frente a modelos más nuevos.
Esto no tendría mayor problema si no fuera porque el medio ambiente es el más afectado por la cantidad de basura electrónica que se produce diariamente y que por lo general terminan en países del tercer mundo. Residuos que tienen una alta toxicidad por la composición de sus materiales como plomo, mercurio y cadmio.
Pero este problema más allá de disminuir está en pleno crecimiento, esto se evidencia en el más reciente informe de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) que indica que tan solo en el 2014 se produjeron 41,8 millones de toneladas de basura electrónica, es decir que por persona se produjeron cerca de 5,9 kilogramos de este tipo de residuos. (
Vea: 7 días de basura)
Ruediger Kuehr, director del programa de UNU Sustainble Cycles (Scycle) y uno de los autores del informe, declaró que el problema se parece a la paradoja "de que es primero, el huevo o la gallina" porque las empresas están interesadas en productos que duren poco "pero los consumidores también están interesados en comprar aparatos baratos, que en su mayoría no se pueden reparar para abaratar su diseño".
Pero además del problema medioambiental existe un desperdicio en materia económica. Ya que de las 41,8 millones de toneladas de equipos electrónicos y eléctricos tirados a la basura, estos contenían 52.000 millones de dólares en materiales como oro y otros minerales, que hubieran podido ser reutilizados.
Se estima que para 2018, cuando la población mundial rondará los 7.400 millones de personas, cada habitante del planeta generará una media de 6,7 kilogramos de basura electrónica. "Si los gobiernos, reconsiderasen sus políticas de adquisiciones de este tipo de equipos, frente a productos fácilmente reparables, esto daría a los consumidores una clara indicación de lo que se tiene y debería hacer", agregó Kuehr. Quien añadió que este problema preocupa poco a las grandes potencias porque por lo general estos residuos terminan en países del tercer mundo ubicados en Asia y África.
Cifras alarmantes
De la basura electrónica generada el año pasado, cerca del 60 por ciento fueron pequeños electrodomésticos de cocina y baño, 7 por ciento fueron celulares, computadores, impresoras y otros pequeños dispositivos.
Por países, Estados Unidos es el que más residuos electrónicos genera, seguido de China – entre los dos acumulan el 32 por ciento del total global- , luego están Japón, Alemania e India. En América Estados Unidos generó 22,1 kilos por habitante, Canadá 20,4 kilos, México 8,2, Brasil 7, Chile 9,9 y Colombia 5,3. Mientras que los países que menos producen son Noruega, Suiza, Islandia y Dinamarca.