Ciudades

Bogotá en el debate sobre resiliencia urbana

El Jardín Botánico José Celestino Mutis explica qué es resiliencia urbana y cómo llegar a ella.

Por Catalina Martelo
20 de diciembre de 2013
“Las políticas de movilidad pública tienen que ser más contundentes y ofrecer la posibilidad de contar con un sistema multimodal y con sanciones estrictas a los vehículos con emiten partículas de diesel quemado, que matan silenciosamente los pulmones del peatón", Maragarita Pacheco | Foto: Guillermo Torres

Bogotá ha logrado posicionamiento internacional como consecuencia de las iniciativas que diferentes administraciones distritales, como la actual, han desarrollado para estimular el desarrollo sostenible y la resiliencia urbana.

Pese a que los conceptos de sostenibilidad y resiliencia están relacionados y en la actualidad se han convertido en un lugar común en el debate sobre la construcción de ciudades que respondan a los retos que impone la globalización, la dificultad existente en torno a su delimitación dificulta la configuración del discurso y la definición de marcos de acción para la construcción de sostenibilidad y resiliencia en los diferentes contextos urbanos mundiales. 

Más que una discusión de carácter semántico, el debate sobre sostenibilidad y resiliencia urbana demanda claridad conceptual y la toma de decisiones para el desarrollo de iniciativas que deben ser ejecutadas no sólo por los gobiernos locales, sino por los diferentes sectores de la sociedad.

Existen definiciones de desarrollo sostenible y de resiliencia que permiten dar cuenta de su sentido y alcance. Por ejemplo, el Informe Brundtland de 1987 define el desarrollo sostenible como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”. Esta es una de las definiciones más referenciadas a la hora de hablar de este concepto. Por su parte, “resiliencia”, en palabras de Gustavo Wilches-Chaux “es la capacidad de un sistema para recuperarse después de que ha sido afectado por una crisis de cualquier tipo, origen y magnitud”. Además de estas, hay otras definiciones de estos conceptos  elaboradas desde disciplinas tan variadas como la Psicología, la Física, la Ecología, la Geología y las Ciencias Políticas. 

Aunque en algunos casos el debate sobre sostenibilidad y resiliencia ha quedado reducido a un problema semántico, por lo general estéril, cada vez adquiere mayor relevancia en el ámbito nacional y local, y ha empezado a posicionarse en las agendas de las últimas administraciones. 

Prueba de ello es la propuesta de Objetivos de Desarrollo Sostenible, presentada por el Gobierno de Colombia y el de Guatemala, para darle continuidad a los Objetivos del Milenio promulgados por Naciones Unidas, y el que la actual administración de Bogotá haya establecido como uno de los ejes estructurales de su Plan Distrital de Desarrollo uno referido a la necesidad de consolidar un territorio que se enfrente al cambio climático y se ordene alrededor del agua. 

El hecho de que delegaciones de la administración distrital e institutos que las apoyan sean invitadas a participar en foros mundiales para discutir las medidas y estrategias para responder a los fenómenos que afectan la dinámica urbana constituye un reconocimiento de los esfuerzos de la administración de la “Bogotá Humana” para enfrentar el cambio climático, y es un indicador del compromiso de gobernantes y ciudadanos por asumir retos globales frente al deterioro ambiental. 

La reciente participación de delegaciones de la ciudad en el conversatorio sobre ciudades resilientes en Potsdam, Alemania organizado en conjunto por el Instituto de Altos Estudios para la Sostenibilidad, IASS, por sus siglas en inglés y el Jardín Botánico José Celestino Mutis, la asistencia a la Semana Mundial del Suelo, también organizada por el IASS, y la participación del alcalde Gustavo Petro en la décimo novena Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas, celebrada en Varsovia son ejemplos de la relevancia que se le está dando al tema ambiental en la presente administración. 

Teniendo en cuenta que la sostenibilidad y resiliencia urbanas se debe enmarcar tanto en el contexto global como en el nacional, en el Conversatorio de Postdam participó, junto con los representantes de la Administración Distrital, una representante del Instituto Alexander Von Humboldt de Investigación dn Recursos Biológicos.  

Esto también significa que el discurso sobre la manera en que la ciudad emprende iniciativas que la conducen al desarrollo sostenible en sus diferentes dimensiones y a la construcción de estrategias de resiliencia urbana ha empezado a fortalecerse y a circular de una manera más visible en las agendas públicas, privadas y sociales. 

Este discurso se configura a partir de factores internos y externos que dan cuenta de la realidad de la ciudad, como las características de su territorio y los modos de ocupación de este, sus particularidades ecosistémicas y climáticas, sus problemáticas de orden social, político, ambiental y económico y las transformaciones nacionales y globales que modifican y condicionan su movimiento. 

Algunas perspectivas sobre el caso bogotano

Reflexionar sobre la manera en que una ciudad como Bogotá construye resiliencia implica construir una agenda específica de resiliencia, adaptada a sus condiciones sociales, políticas y a su Estructura Ecológica Principal. Asimismo, supone pensar que no existe un modelo de resiliencia único ni una fórmula aplicable a todas las ciudades del mundo. Por el contrario, existen tantos modelos de resiliencia como diversidad de contextos urbanos y fenómenos que afectan a las ciudades. 

Desde este enfoque, las estrategias y políticas que desarrollan los diferentes gobiernos locales para que las ciudades se transformen y se enfrenten a factores desestabilizantes son distintas para cada entorno, pero responden a la misma intención de garantizar que estas dispongan de las capacidades para evitar y sobreponerse a las crisis que ponen en riesgo tanto a sus ecosistemas como a la sociedad. 

Las discusiones planteadas para comprender el significado y alcance de los conceptos de desarrollo sostenible y resiliencia urbana, en general y en el contexto bogotano, pasan por la formulación de interrogantes que podrían plantearse así: ¿es posible el desarrollo sostenible armónico en todas sus dimensiones?, ¿cómo conciliar ideas de desarrollo sostenible desde los ámbitos nacional, regional y local?,¿cómo se construye resiliencia en una ciudad cuya sociedad experimenta las consecuencias de un conflicto armado nacional que desde luego se refleja en la ciudad?, ¿cómo incidir en la conducta ciudadana para enfrentar fenómenos como el cambio climático desde ámbitos como el académico y el investigativo? y ¿cómo diseñar políticas de largo plazo para garantizar la resiliencia urbana? 

Con el propósito de esclarecer más el concepto de resiliencia urbana y comprender qué hace falta para que Bogotá avance en su propósito de convertirse en una ciudad resiliente, se consultó la opinión de cuatro expertos que han participado en la configuración del debate local sobre resiliencia urbana y han llevado el caso de Bogotá a escenarios internacionales para comparar experiencias de construcción de resiliencia con otras ciudades, como ejercicio que puede redundar en el fortalecimiento de la agenda distrital de resiliencia, en proceso de consolidación conceptual y metodológica.

Margarita Pacheco, asesora de ONU-HABITAT y del Fondo de Prevención y Atención de Emergencias, FOPAE, y directora del programa Su Madre Naturaleza del Canal Capital, señala que Bogotá ya tiene una variedad de acciones en esa ruta, y que falta consolidar la integralidad y conectividad de las acciones institucionales y de la ciudadanía para que la capital tenga su propia agenda de resiliencia. 

Desde hace unos veinte años, después de Río 92, se desarrollaron iniciativas tan significativas como las Agendas Locales Ambientales, elaboradas por el antiguo DAMA, hoy Secretaria Distrital de Ambiente. En 1996, Bogotá DC también participó activamente en HABITAT II, la conferencia mundial de ONU-HABITAT en Estambul, donde la Capital y 16 ciudades de distintas bioregiones mostraron sus mejores prácticas urbanas. Veinte años después, en el 2016, HABITAT III será el escenario mundial para mostrar los logros y esfuerzos de distintos actores sociales de Bogotá en su agenda de resiliencia urbana. 

Dice la urbanista que, “el Plan Regional Integral de Cambio Climático, Bogotá-Cundinamarca, PRICC, impulsado por Naciones Unidas y entidades distritales y regionales, está generado un cambio significativo en la visión y concepción de una ciudad de alta montaña, a partir del Plan de Ordenamiento Territorial POT que enfatiza la relación con la Región y la necesidad de planificar el territorio alrededor del agua. Este enfoque da sentido a lo público; obliga a sentar límites a la expansión urbanística y proyecta a largo plazo programas como ‘Basura Cero’, orientado a dignificar el trabajo del gremio reciclador y a valorar los residuos sólidos como materia prima, generadora de ingresos”. 

De igual manera, señala que en los lineamientos de la agenda de resiliencia urbana, la ciudad deberá reforzar su propósito de reducir emisiones de CO² y otros gases de efecto invernadero, con un amigable sistema de movilidad urbana, incentivar el uso de fuentes de energía alternativas y aumentar espacios permanentes de ciclovía y peatonalización, combinando el Tren de Cercanías, el metro liviano y los metrocables de Bogotá.

“Las políticas de movilidad pública tienen que ser más contundentes y ofrecer la posibilidad de contar con un sistema multimodal y con sanciones estrictas a los vehículos con emiten partículas de diesel quemado, que matan silenciosamente los pulmones del peatón. Las respuestas concretas de resiliencia urbana acercarán los sitios de trabajo de las áreas de vivienda y la lúdica de la ciudad: la densificación del Centro Ampliado del POT está orientada hacia ese propósito”, argumenta.  

La experta también enfatiza en el papel que desempeñan los medios de comunicación en la construcción de resiliencia urbana, desde una perspectiva de pedagogía ciudadana. “La televisión pública juega un papel central en abrir el pensamiento hacia cambios culturales, generadores de opinión, de defensa de los derechos ciudadanos y fortalece el debate para construir respuestas pacíficas y humanistas frente a las distintas crisis que aparecen en el país y en la ciudad”, concluye. 

Juana Mariño, Coordinadora del Programa Política, Legislación y Apoyo a la toma de decisiones del Instituto de Investigación de Recursos Biólogicos Alexander von Humboldt, IAVH, señala que es clave comprender el concepto de “corresponsabilidad” en la construcción de resiliencia y sostenibilidad urbana, entendido como responsabilidad compartida por parte de los distintos actores de la sociedad en la ampliación de las capacidades de las ciudades para superar cambios y responder a períodos de crisis.

Destaca que ambos conceptos están vinculados a la biodiversidad y a las funciones de los ecosistemas en su relación con la sociedad, con el fin de que la relación de los ciudadanos con el entorno sea menos vulnerable a partir de los cambios que los seres humanos generamos en él. “De lo que se trata es de salvar la posibilidad de nuestra continuidad como especie en el planeta, no de garantizar la supervivencia del planeta.”

Desde una entidad como el IAVH la apuesta por el desarrollo sostenible y la resiliencia urbana parte de dos elementos fundamentales. Por un lado, entender la manera en que la biodiversidad y la función de los ecosistemas constituyen factores ineludibles de resiliencia y, por otro, cómo se está implementando la interfaz ciencia, política, sociedad, con el propósito de comprender de qué manera la producción científica está siendo tenido en cuenta en los procesos de toma de decisiones y qué tanto incide en el comportamiento ciudadano para la construcción de una ciudad resiliente. “Construir resiliencia urbana es una labor que le compete a toda la sociedad, pero los institutos de investigación y la academia tienen la obligación de producir argumentos sólidos para el debate, para la generación de opinión y para la toma de decisiones.” 

Por su parte, Jorge Iván González, asesor de la Alcaldía Mayor de Bogotá, explica que no se puede avanzar en la construcción de resiliencia urbana en un contexto como el bogotano si no se limita la creciente urbanización de la ciudad. “El Plan de Ordenamiento Territorial en esta y en las administraciones locales siguientes, va a seguir generando polémica porque el ordenamiento del territorio sigue siendo una prioridad para el desarrollo nacional.” 

González asegura que Bogotá es un modelo de resiliencia en su intencionalidad, es decir, en el propósito de convertirse en una ciudad preparada para asumir situaciones que perturben la relación ecosistemas-sociedad. “El día que logremos recuperar el Río Fucha, que se desestimule el automóvil privado, que se avance en el transporte eléctrico, que se dé una reforma administrativa que genere cambios sustanciales en la Empresa de Renovación Urbana, ERU, y en Metrovivienda, que se cuente con la suficiente financiación para emprender programas de renovación urbana y recuperación de ríos, quebradas y cuencas, Bogotá será referente nacional y mundial por sus acciones encaminadas hacia la resiliencia urbana.” 

Finalmente Luisz Olmedo Martínez, Director del Jardín Botánico José Celestino Mutis, JBJCM, explica que la construcción de sostenibilidad y resiliencia urbana en el contexto actual es la apuesta de la administración de la “Bogotá Humana”. Desde esta perspectiva, Martínez señala que el Plan Distrital de Desarrollo 2012-2016 muestra que el gobierno local sí ha demostrado voluntad política para convertir a Bogotá en una ciudad resiliente, a partir de la importancia dada al recurso del agua como ordenador del territorio, y de la lucha para que la ciudad implemente estrategias de adaptación y mitigación al cambio climático. 

Lo anterior se justifica en las inversiones hechas, por ejemplo, para la recuperación de los cuerpos de agua de la ciudad, y de la puesta en marcha de estrategias como la renaturalización, que además de mejorar la fotosíntesis de la capital con la ampliación de la cobertura vegetal, se constituye en un instrumento de lucha contra la segregación social. 

El director del JBJCM enfatiza en la necesidad de fortalecer la institucionalidad pública para que las políticas e iniciativas planteadas desde el gobierno local puedan encaminar a la ciudad a la meta de hacerla más humana, más verde y más segura. 

Desde una entidad como el Jardín Botánico, la apuesta por la construcción de una ciudad sostenible y resiliente está justificada en el proceso de generación, apropiación y divulgación del conocimiento, y no necesariamente del conocimiento científico, sino del conocimiento que producen los ciudadanos en su cotidianidad y en su relación con los ecosistemas. “La construcción de sostenibilidad y resiliencia es un compromiso de la sociedad en su conjunto, y depende tanto de la voluntad política de los gobernantes, de conciliar intereses económicos entre los diferentes sectores de la sociedad, y de la conciencia particular de los ciudadanos frente a cómo asumen la realidad y la idea de sociedad que quieren edificar para su propio bienestar y el de los demás”, concluye.