GRUPO RÍO BOGOTÁ
Casi 100 especies de aves habitan la cuenca alta del río Bogotá
El pato canadiense y la tingua moteada dominan la zona comprendida entre Villapinzón y Cota. La tingua bogotana y el cucarachero de Apolinar, a su vez, son exclusivas de los humedales. Así lo reveló un estudio de la Universidad UDCA.
Luego de dar sus primeras gotas de vida en el páramo de Guacheneque, el río Bogotá zigzaguea por terrenos de 21 municipios de Cundinamarca hasta llegar al Puente de la Virgen en Cota, un trayecto de 170 kilómetros al que los expertos llaman la cuenca alta: el antiguo emporio de los muiscas donde realizaban sus rituales de adoración y pagamento.
Según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), el primer tramo del río Funza, nombre dado por los muiscas que significa varón poderoso, es el menos afectado por las descargas, los vertimientos y las basuras aportadas por la población, a diferencia de las cuencas media y baja, donde la contaminación manda la parada.
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Los 30 puntos de monitoreo que hay en esta zona del río revelan que 57 por ciento del afluente en la cuenca alta presenta una calidad de agua regular, 23 por ciento aceptable y 20 por ciento mala. “La mejor condición hídrica la presentan sitios como las descargas de los embalses de Tominé y Neusa, el río Tejar y aguas arriba del casco urbano de Villapinzón”, informó la CAR.
Así luce el río Bogotá antes de ingresar al casco urbano de Villapinzón. Foto: Jhon Barros.
Este panorama, aunque no es el ideal, convierte a la cuenca alta en un gran hervidero para las aves. Expertos de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA) evidenciaron que en esta parte del río habitan 96 especies de aves, de las cuales 30 son acuáticas, 36 están asociadas a ecosistemas de bosques, matorrales y plantaciones y 24 hacen presencia en áreas más abiertas.
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Para Loretta Rosselli, ornitóloga que lideró el estudio y que actualmente trabaja en la Asociación Colombiana de Ornitología (ABO), esto demuestra que el río Bogotá está vivo, a pesar de los estragos derivados de la actividad humana, y que la región de la sabana es muy importante para varias poblaciones de aves.
“Todos sabemos que la situación del río Bogotá es crítica, un panorama causado por la contaminación directa, la deforestación de la cuenca, las inundaciones por alteraciones de los diques y jarillones y los dragados. Desde que tengo memoria, al río lo han catalogado como muerto y el más contaminado del país, pero las aves que allí habitan demuestran lo contrario”, dijo Rosselli en un conversatorio sobre biodiversidad realizado por la CAR.
El pato canadiense es la especie de ave que más abunda en la cuenca alta del río Bogotá. Foto: Parque Jaime Duque.
Riqueza en aves
Para llegar a los resultados del estudio, los expertos de la UDCA analizaron las aves en 18 puntos del río, desde su nacimiento en el páramo hasta Cota. “Realizamos observaciones cada 200 y 500 metros entre los años 2013 y 2014. También analizamos la calidad del agua a través de parámetros fisicoquímicos básicos de metales pesados y sedimentos”, apuntó Rosselli.
El pato canadiense, una especie migratoria, es el ave que más abunda en la zona aledaña al cauce del río Bogotá en la cuenca alta: el estudio arrojó 748 registros en cerca de 63 kilómetros de la cuenca. La tingua pico verde o moteada, una subespecie única en el altiplano cundiboyacense, se ubicó en el segundo puesto, con un total de 175 registros.
La tingua pico verde ocupa el segundo puesto en registros de aves en la cuenca alta. Foto: Parque Jaime Duque.
Siguen en su orden la tingua pico rojo, el piojito guardarríos, la tingua pico amarillo o forcha, el alcaraván y el guaco. “Nos sorprendió mucho el pato canadiense, porque es una especie migratoria que ahora se está reproduciendo en la cuenca. Pudimos identificar hasta 7.400 individuos en época de reproducción en ciertas zonas”, afirma la ornitóloga.
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La tingua pico verde o moteada, que está catalogada en peligro de extinción en Colombia, también llamó la atención de los expertos. “Podemos decir que la población más grande de esta subespecie está en la zona de amortiguación del río Bogotá”, apunta la experta.
Dos especies únicas de la cuenca, el cucarachero de pantano y la tingua bogotana, no aparecieron en los terrenos más cercanos al río Bogotá. Sin embargo, hacen presencia en los humedales y embalses de la zona. “Otra ave con mínima presencia es el pato turrio, al que solo vimos una vez durante todo el estudio. Esto indica que el río es para ellos”.
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La forcha o tingua pico amarillo también domina la cuenca alta del río. Foto: Fundación Humedales Bogotá.
Zona única pero afectada
Rosselli reveló que la cuenca alta del río Bogotá presenta una alta proporción de endemismo, es decir con animales únicos en el planeta. “El altiplano cundiboyacense alberga tres especies y cinco subespecies de fauna únicas en el mundo. Pero esta cifra era mayor en el pasado: tres especies ya están catalogadas como extintas, una de ellas el zambullidor andino, la única ave extinta en el país”.
La experta atribuye esta hecatombe ecosistémica a la desaparición del 95 por ciento de los humedales de la sabana. “Por eso, aves endémicas de la zona, como el cucarachero de apolinar y la tingua bogotana, están en peligro de extinción”.
La tingua bogotana no fue identificada en zonas cercanas al río Bogotá. Foto: Parque Jaime Duque.
La calidad del agua del río se va deteriorando cada vez más mientras avanza por la cuenca. “El oxígeno disuelto disminuye fuertemente, con brincos sobresalientes en la zona urbana de Villapinzón, donde están las curtiembres, y en su entrada en la zona industrial de Tocancipá. Los nitratos aumentan al igual que la turbidez, lo que indica un deterioro de la cuenca en general”, dice la experta.
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El estudio evidenció que la vegetación acuática presenta su parte más densa hacia la mitad de la cuenca, entre Tocancipá y Cajicá. Entre tanto, la cobertura boscosa y arbórea de las orillas del río tiende a disminuir, mientras los pastizales empiezan a gobernar la zona en el trayecto del afluente.
“La cuenca alta del río Bogotá es una región muy importante para varias poblaciones de aves. Los resultados de este estudio deben ser tomados en cuenta antes de hacer acciones como dragados y construcción de diques, además de arborizar la ronda. Esto es de suma importancia para consolidar esa estructura ecológica principal regional de la que hablaba Thomas van der Hammen”, concluye Rosselli.
El alcaraván es un ave de climas cálidos que ahora hace presencia en la cuenca del río Bogotá. Foto: EAAB.
* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.