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Científicos identifican seis nuevas especies de peces en la Amazonia
El descubrimiento se realizó en la Amazonia de Calha Norte, estado de Pará, una de las áreas de selva mejor conservadas y menos estudiadas. Aunque es un lugar remoto y de difícil acceso, la caza ilegal, la minería y la deforestación están poniendo en riesgo la biodiversidad local
«Fue una experiencia fantástica. Pudimos acceder a partes muy remotas de la Amazonía», dijo el biólogo Luciano Montag. La expedición se produjo hace 11 años, cuando Montag y otros investigadores realizaron un estudio de campo para conocer la biodiversidad de los peces y desarrollar planes de manejo para las áreas de conservación estatales ubicadas dentro de las áreas protegidas en el Norte de Pará, una región de Brasil conocida como Calha Norte.
Este mosaico de reservas se encuentra al norte del río Amazonas, a lo largo de la frontera con Guyana y Surinam. Debido a la falta de carreteras y ríos navegables, a varios de estos lugares solo se puede acceder en helicóptero. «Un mes antes de nuestra llegada, el personal militar hizo claros en el bosque para que pudiéramos aterrizar», dijo Montag, quien hoy es profesor en la Universidad Federal de Pará.
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Las expediciones de 2008 y 2009 resultaron en algo más que buenos recuerdos. De los peces capturados y luego catalogados en el Museo Emílio Goeldi de Pará –que subvencionaba la investigación de Montag–, los investigadores identificaron seis especies nunca antes vistas en la cuenca del Amazonas. Descritas en un estudio reciente en la revista Acta Amazonica, se trataba de especies que antes solo se conocían en las Guyanas, Surinam y Venezuela.
De hecho, Calha Norte tiene más similitudes ambientales con estos países vecinos que con el resto de la Amazonía del sur. Es una región montañosa con mayores altitudes, lo que significa que los peces que viven allí son diferentes de los de niveles más bajos. «Calha Norte comparte su historia geológica con los ríos del norte», dijo André Netto-Ferreira, profesor de zoología en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul y uno de los autores del estudio.
De las seis especies de peces identificadas, la más reciente ha sido Curimatopsis melanura, que se describió en 2019. Mide alrededor de 38 milímetros de largo y tiene una cola oscura que la diferencia de otras especies del género. «Las curimátidas se alimentan de algas que viven en el lodo, dando un formidable servicio de limpieza de agua para el ecosistema», dijo Netto-Ferreira.
Los investigadores estudiaron un total de 13 853 animales en el proyecto, el esfuerzo más grande realizado para aprender sobre los peces en Calha Norte. Los recolectaron de afluentes del río Amazonas dentro de las cinco unidades de conservación (UC) que conforman parte de Calha Norte: los Bosques Estatales de Faro, Trombetas y Paru (o FLOTA); la Estación Ecológica Grão-Pará; y la Reserva Biológica Maicuru.
Los análisis llevaron a la identificación de 286 especies de peces, según el estudio. El proyecto lleva bastante tiempo y aún no se ha concluido. Según Montag, alrededor del 20 % de los especímenes recolectados aún permanecen sin identificar. «Es una región donde no se han realizado investigaciones, por lo que teníamos muchas dudas taxonómicas. Todavía las tenemos.»
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La mayor diversidad de peces (124 especies) se encontró en el Bosque Estatal de Faro, que se encuentra más cerca del río Amazonas. El turismo comunitario atrae a visitantes de todo Brasil y de todo el mundo, principalmente para pescar tucunaré, o pavón, y ayuda a sustentar a las aproximadamente 30 familias que viven allí y cuya dieta se basa en el pescado. «Vivir allí significa que hay mucho para comer. Pero si no se hubiera creado la UC ni se hubiera detenido la pesca depredadora, podríamos estar pasando hambre», dijo Joerison Fulter Nunes, representante de la Asociación de Residentes de Flota de Faro.
Calha Norte, bosque protegido
Los descubrimientos realizados por los investigadores representan un paso más en el intento de desentrañar la biodiversidad en Calha Norte, una región más grande que el Reino Unido. El 80 % del área está compuesta por las UC, territorios indígenas y tierras de comunidades afrobrasileñas, que lo convierten en el bloque más grande de bosques protegidos del mundo.
Calha Norte es parte del Escudo Guayanés, una región rica en endemismo: el 40 % de las especies que viven allí no se encuentran en ningún otro lugar de mundo. «Hay cerros, mesetas, bosques altos y bajos, así como sabanas naturales en Calha Norte. Cada uno de estos entornos es el hogar de diferentes especies», explica Jakeline Pereira, investigadora del Instituto Amazónico de Personas y Medio Ambiente (IMAZON).
Sin embargo, pocos estudios se han realizado en Calha Norte desde 2008, cuando el gobierno del estado de Pará y los institutos de investigación unieron fuerzas para crear planes de gestión para las UC. «La región es grande y remota, y el costo de las expediciones es muy alto», precisa Pereira.
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Los pocos estudios que se llevaron a cabo dieron como resultado descubrimientos impresionantes. Se descubrió una nueva especie de anguila eléctrica en Calha Norte, anteriormente se creía que allí solo existía una de esas especies. Durante otra expedición, en agosto del año pasado, se descubrió el árbol más alto de la Amazonía dentro del Bosque Estatal de Paru, con una altura de 88.5 metros.
Amenazas de la ganadería, la minería de oro y las carreteras
La dificultad de acceder a la región permite que las actividades ilegales se desarrollen, en gran medida, sin obstáculos. En 2018, los oficiales ambientales identificaron una granja en Paru con mil cabezas de ganado.
«Las actividades depredadoras están en todas partes. En Calha Norte, vemos actividades ilegales como la caza, la minería y la deforestación«, dice Socorro Almeida, directora de manejo y monitoreo de IDEFLOR-BIO, la agencia estatal de Pará responsable de las UC.
Según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), cerca de 1600 kilómetros cuadrados ( 160 000 hectáreas) de bosques fueron deforestados en Calha Norte entre 2009 y 2019, un área del tamaño de la ciudad de São Paulo. Entre 2018 y 2019, el área deforestada aumentó en 62 por ciento.
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La posibilidad de extender la carretera BR-163 desde la ciudad de Santarém a Surinam significará un mayor acaparamiento de tierras en la región. Los observadores temen que la carretera traiga consigo el rastro de deforestación visto en otras partes de Pará: en los últimos 18 años, los municipios a lo largo de la carretera han perdido un área de selva tropical 10 veces mayor que la ciudad de Río de Janeiro. El plan de ampliación de la autopista se anunció en 2019, durante el primer año de la presidencia de Jair Bolsonaro, pero hasta la fecha no ha avanzado.
Otra preocupación es que la Reserva Nacional del Cobre y Asociados (RENCA), una de las áreas protegidas más vírgenes de la Amazonía que incluye parte de Calha Norte, pueda abrirse a la minería. Rica en cobre, oro, titanio, tantalio y tungsteno, RENCA ya es un objetivo para los mineros ilegales, según informó Greenpeace en 2017. Ese año, el entonces presidente Michel Temer intentó que la región se abra a la minería del sector privado, una oferta que ha sido revivida por Bolsonaro.
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Estas amenazas hacen que la investigación de la biodiversidad de Calha Norte sea aún más urgente. «Las especies que descubrimos fueron incluidas en estudios utilizados para definir la próxima lista de especies en peligro de extinción. Esto es importante dado que el gobierno federal quiere intervenir en la región», precisó el profesor de zoología Netto-Ferreira.
Para los científicos, el riesgo es que las especies desaparezcan incluso antes de que los brasileños las conozcan. «Podríamos perder parte de nuestra biodiversidad incluso antes de estudiarla», dijo Montag, el profesor de biología. «Para cuando se identifican algunas especies, es posible que ya ni siquiera existan en la naturaleza, solo en un frasco como parte de una colección».
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