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Cuatro humedales bogotanos sucumben ante las basuras, cemento, ruido e incendios

Se trata de Jaboque, Juan Amarillo, Salitre y Tibanica, ecosistemas estratégicos de la cuenca media del río Bogotá. La Fundación Humedales Bogotá los recorrió antes de la cuarentena y elaboró un informe con las evidencias. A pesar de los impactos, la biodiversidad impone su fuerza. Informe especial.

Jhon Barros
13 de abril de 2020
Los atentados contra los humedales bogotanos no cesan. Basuras, incendios, obras y vertimientos los agobian. Fotos: Humedales Bogotá. | Foto: Nicolás Acevedo

En 1950, Bogotá contaba con más de 50.000 hectáreas ocupadas por humedales, lagos y sus zonas de amortiguación, hervideros de biodiversidad que poco a poco fueron perdiendo su dominio quedando sepultados bajo el concreto de las zonas urbanizadas, conjuntos residenciales y avenidas. 

De ese pedazo hídrico que tenía en la capital del país, hoy solo sobreviven 726,6 hectáreas, es decir que, en los últimos 70 años Bogotá puso fin a 98 por ciento de estos ecosistemas. Estas esponjas de agua, encargadas de controlar inundaciones, recargar acuíferos y brindar refugio a especies de animales residentes y migratorias, están distribuidas en 15 parques ecológicos distritales de humedal, ubicados en la cuenca media del río Bogotá.

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Los reservorios de agua capitalinos que, a su vez producen oxígeno y son catalogados como sumideros de dióxido de carbono, son Juan Amarillo, Jaboque, Torca-Guaymaral, La Conejera, Córdoba, El Tunjo, Tibanica, Capellanía, El Burro, Meandro del Say, Techo, Santa María del Lago, La Vaca, La Isla y Salitre.

El humedal Córdoba en Suba es el ecosistema con mayor cantidad especies de aves en Bogotá. Suma más de 150. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.

Once fueron declarados como humedales RAMSAR, la máxima certificación ambiental a nivel mundial para su protección. Este título lo ostentan Tibanica, el sector norte de La Vaca, El Burro, El Tunjo, Capellanía, Santa María del Lago, Córdoba, Jaboque, Juan Amarillo, La Conejera y Torca-Guaymaral.

Suba, Usaquén, Engativá, Kennedy, Bosa, Tunjuelito, Ciudad Bolívar, Barrios Unidos y Fontibón, son las nueve localidades bogotanas que albergan a estos ecosistemas. Según la Alcaldía, allí habitan cerca de 19.000 aves de 137 especies, tanto endémicas como migratorias, 115 mamíferos de ocho especies y 2.869 plantas de 180 especies distintas, ramillete que abarca tinguas, monjitas, búhos, colibríes, cucaracheros, toches, garzas, gavilanes y curíes.

Sin embargo, la protección que les da el título de parques distritales de humedal como sitios exclusivos para la conservación, mantenimiento y sobrevivencia de la flora y fauna, no ha sido suficiente. Hoy en día siguen siendo víctimas de certeros verdugos, como la disposición de basuras y escombros, vertimientos residuales e industriales por las conexiones erradas del sistema de alcantarillado, quemas provocadas, perros ferales y obras en concreto impulsadas por la administración distrital pasada. 

La Conejera en Suba cuenta con la mayor biodiversidad de los humedales de Bogotá. Es el único lugar en el mundo donde se encuentra la margarita de pantano. Foto: Humedales Bogotá.

Jaboque, agobiado por concreto

Los golpes de los humedales varían cada día, mes y año. Por eso, la Fundación Humedales Bogotá, conformada en 2012 por un grupo de jóvenes voluntarios ambientalistas, los recorre a menudo para denunciar sus impactos y monitorear el estado de los animales silvestres.

Antes de la cuarentena por el coronavirus, Jorge Escobar, director de la fundación, y algunos de los voluntarios, inspeccionaron cuatro humedales capitalinos, Jaboque, Juan Amarillo, Tibanica y Salitre, un trabajo de campo que les permitió recolectar varios datos y evidencias sobre su estado actual.

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Jaboque, humedal de 148 hectáreas en la localidad de Engativá, fue uno de los primeros. “Es un ecosistema con mucho potencial que asombra por su biodiversidad. Lastimosamente cuenta con varias afectaciones y obras por parte de la pasada administración distrital, la de Enrique Peñalosa, que lo afectan”, dijo Escobar.

Las obras en concreto realizadas en Jaboque han sido consideradas como un atentado contra la biodiversidad por varios ambientalistas. Foto: Humedales Bogotá.

Con una inversión de 28.000 millones de pesos, el año pasado la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAAB) inició obras para la construcción de un sendero ecológico elevado de peatones y bicicletas con 5,5 kilómetros en la zona de manejo de Jaboque, que conectará al barrio Unir II con el río Bogotá. La infraestructura, de un metro de ancho, será elaborada en madera plástica.

“Las obras para esa cicloruta continúan. Según la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) tiene un avance de 32 por ciento, por lo cual buena parte tiene concreto. Es lamentable que esa estructura avance sin las socializaciones pertinentes, además es un proyecto con poca legitimidad que afecta gravemente el ecosistema. Sigue viva la política de endurecer e impermeabilizar el suelo, situación que nos aleja de aquella meta de adaptarnos al cambio climático”, evidenció Escobar.

Ahí no paran los impactos. Según el director de Humedales Bogotá, canales perimetrales y alamedas, propuestas de la administración de Peñalosa, tienen condenado al Jaboque a constantes y costosas intervenciones para su mantenimiento. “El ecosistema ya perdió varias de sus condiciones naturales, como la regulación del ciclo hídrico, endurecimiento que propicia la eutroficación o acumulación de residuos orgánicos del cuerpo de agua y la proliferación de especies oportunistas”.

Aguas negras y basuras son una constante en varias partes del humedal Jaboque. Foto: Humedales Bogotá.

Las basuras también hacen fuerte presencia en Jaboque, humedal con registros de 68 especies de aves. Escobar identificó que los residuos sólidos en los canales Los Ángeles y El Carmelo, llegan a diario a contaminar el ecosistema. “A pesar de que hay una reja para retener las basuras de estos canales y la labor de los trabajadores de Aguas de Bogotá, la cultura de la basura permea. Los residuos conviven con la biodiversidad”.

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El tercio bajo de Jaboque es el que presenta mayor déficit del ecosistema. Aunque la fundación observó algunos focos del cuerpo de agua ya abiertos, una buena extensión que limita con el río Bogotá y el sector de La Florida, hay una alta acumulación de residuos orgánicos como buchón de agua.

Las basuras siguen agobiando al humedal de Jaboque, ubicado en la localidad de Engativá. Foto: Humedales Bogotá.

Juan Amarillo, mole de cemento

También conocido como Tibabuyes, este humedal de Suba y Engativá es el más extenso de Bogotá, con 222,5 hectáreas. Alberga el mayor número de poblaciones de tingua bogotana, una especie en peligro de extinción, y es el único ecosistema con registros de musgo de pantano.

Un arsenal de obras de la administración de Peñalosa lo tienen en peligro, como la construcción de un puente elevado con 117 columnas en concreto en el sector sur, 1,2 kilómetros de hasta seis metros de ancho que comunicará a Suba y Engativá, desde el barrio Lisboa hasta El Cortijo. 

Un puente elevado y construido el cemento, prendió las alarmas de los ambientalistas. Foto: Humedales Bogotá.

Debido a su vasta extensión, Humedales Bogotá solo recorrió una parte de Juan Amarillo, un sector de Engativá comprendido entre la carrera 119 y la calle 90, justo donde están las obras del proyecto llamado “conexión corredor ambiental” y el parque Colsubsidio. “Por eso este es un informe parcial. Cuando salgamos de la cuarentena inspeccionaremos las otras partes, además de los demás humedales de la ciudad”, anotó Escobar.

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Respecto al corredor ambiental, la fundación evidenció el avance en la construcción de los cimientos y pilotes del sendero elevado, intervención que catalogó como de alto impacto. “Este es uno de los proyectos más perjudiciales para los ecosistemas de humedal en Bogotá, una obra costosa que no es prioritaria. Esos dineros podrían invertirse en descontaminar sus aguas y mejorar las condiciones para la biodiversidad”. 

Escobar define este puente elevado como una obra de movilidad dentro del humedal. “No contribuye a resolver los problemas de contaminación, los senderos están dentro de la ronda hidráulica, lo que viola la normatividad, y para rematar fragmenta el ecosistema al generar una interrupción en el tránsito de la fauna. La construcción de este corredor ahuyenta a las aves". 

El parque Colsubsidio está casi terminado. Los materiales utilizados preocupan a los expertos de la fundación. Foto: Humedales Bogotá.

El parque Colsubsidio, que tendrá canchas sintéticas y senderos en concreto, afana a Escobar. “Las obras aún no terminan, pero ya se tienen varios sectores terminados. Las canchas y senderos son dos tipos de coberturas de suelos que generan un efecto de impermeabilización, lo que evita que el agua se infiltre y pueda recargar los acuíferos. También se pierden áreas verdes que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático”.

El canal Bolivia le aporta agua contaminada a Juan Amarillo. Según el director de la fundación, es un dolor de cabeza y una fuente constante de residuos sólidos que, hoy tienen al sector medio del humedal en malas condiciones. “La reja que cumplía la función de represar los residuos está en muy malas condiciones y la disposición de los residuos por parte de la ciudadanía, canal arriba, no mejora”.

El espejo de agua en el tercio medio del humedal, ubicado en el sector llamado la chucua de los curíes y que recobró vida en 2014, hoy luce deplorable. “Los residuos y las especies oportunistas han hecho su trabajo”.

Aguas negras y basura ingresan a Juan Amarillo por en canal Bolivia. Foto: Humedales Bogotá.

Tibanica, incendios y poca agua

Luego del incendio del 18 de febrero en el humedal Tibanica, ecosistema de 28,8 hectáreas entre la localidad de Bosa y el municipio de Soacha, catalogado como el incendio más grande en todos los ecosistemas de Bogotá, la fundación recorrió la zona.

“Fue una visita muy triste, algo que nos exige a trabajar de manera articulada y estar a la altura de grandes retos y oportunidades. Desde hace más de 10 años, ciudadanos y miembros de la mesa distrital de humedales le han advertido a las administraciones de turno que deben corregir los errores y problemáticas del ecosistema. Pero pasó el tiempo y siguen las alertas amarillas y naranja. El humedal está hoy frente a su mayor problemática ambiental”, argumenta el experto.

En febrero, Tibanica registró el peor incendio registrado en los humedales capitalinos. Foto: Humedales Bogotá.

Para Escobar, los incendios son la mayor problemática de Tibanica. Siete quemas han acabado con parte de su vegetación entre 2013 y 2020, siendo el de este año el más catastrófico. “Sin lugar a duda fue el de mayor trascendencia, un incendio que consumió nueve hectáreas y fue provocado por una persona que rondaba por el humedal, según nos reportó el personal de vigilancia”.

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A parte de las llamas intencionadas, el caudal ecológico de Tibanica es otra de sus agonías. Según Escobar, en 2010 la EAAB realizó obras en el humedal, como abrir un canal perimetral de drenaje que ha desecado el cuerpo de agua. “A esto se le suma una estructura de control de nivel de agua, que en lugar de ayudar a retener el agua permite que se filtre. Por eso hemos visto en reiteradas ocasiones el fondo del vaso hidráulico del humedal”.

El experto considera que es necesario corregir dichas obras y garantizar un caudal de aguas limpias, adecuadas y permanentes, “solución que se viene contemplando por años y no se ha podido concretar. Aunque la EAAB prometió socializar las alternativas para mejorar el caudal ecológico, en la pasada mesa distrital de humedales no tenía dicha información. Eso indica que nos vienen embolatando la solución desde hace varios años”.

Este fue el dantesco panorama que quedó en Tibanica luego de un incendio provocado en febrero de este año. Foto: Humedales Bogotá.

Tibanica es uno de los humedales bogotanos con mayores problemas de inseguridad, factor que ninguna entidad ha podido subsanar. “Es una zona con altos niveles de inseguridad, habitantes de calle, delincuencia y consumo de sustancias psicoactivas. Es vigilado solo por la EAAB, pero no es suficiente. Requiere un cerramiento completo, personal de vigilancia que brinde una protección real al ecosistema y trabajo articulado con la Policía, que hace poca presencia”, denuncia Escobar.

Para rematar, este pulmón del sur de Bogotá es utilizado como un sitio para abandonar perros. La fundación lleva varios años evidenciando la presencia de perros en el ecosistema, animales que ingresan al vaso y deambulan por los juncales cazando aves y roedores. En la visita de este año, tres perros caminaban y olfateaban por todas las ruinas del incendio.

Salitre, panorama ensordecedor

Aunque el humedal Salitre es el más pequeño de los 15 reconocidos en Bogotá, con apenas 3,42 hectáreas, es el cuarto que más registra especies de aves, con un total de 106, y el de mejor calidad de agua.

Esta esponja, ubicada en la localidad de Barrios Unidos, fue inspeccionada por Humedales Bogotá a mediados de enero, recorrido donde evidenció una gran biodiversidad que se resiste a la falta de agua y a las obras vecinas. 

Un vecino bullicoso impactará la tranquilidad del humedal Salitre: una pista de BMX. Foto: Humedales Bogotá. 

Una pista de BMX para ciclismo es su mayor amenaza. “Este escenario deportivo será su nuevo vecino. La pista ya está prácticamente terminada. Lastimosamente, todos los esfuerzos de la ciudadanía y organizaciones ambientales no fueron tenidos en cuenta, y hoy tenemos un escenario de alto impacto a 30 metros del ecosistema”, dice Escobar.

Este escenario, complementa el experto, promoverá el deporte a pocos metros de un valioso ecosistema. “Salitre recibirá impactos como ruido y contaminación lumínica, factores que afectarán a un sitio donde hemos avistado búhos”.

Como la pista ya es un hecho, Escobar propone varias acciones para mitigar los impactos. “Salitre es el único humedal artificial, es decir que no cuentan con otros cuerpos de agua que lo alimenten. Por eso, muchas veces se ve seco. Hay que garantizar un caudal ecológico con agua limpia, algunas opciones son las quebradas de Chapinero, como La Vieja y Las Delicias, que evitarían el problema de las constantes sequías en el ecosistema”. 

Al no contar con cuerpos de agua que lo nutran, Salitre reduce su espejo en épocas de sequía. Foto: Humedales Bogotá.

Propone como medida transitoria evaluar la opción de recoger las aguas lluvias de la pista de BMX, las cuales podrían conducirse al vaso del humedal. “También es necesario ampliar su área, como el bosque protector, sugerencia que no fue tenida en cuenta cuando elaboraron el plan de manejo ambiental”.

Escobar considera que es urgente minimizar impactos de la iluminación y ruido que traerá la nueva pista de BMX. “Las afectaciones al ecosistema se incrementarán en la medida que este escenario deportivo tenga más afluencia. Hay que archivar de manera definitiva el proyecto de la alameda de la calle 64, que no ha podido prosperar pero sigue latente como una fuerte amenaza”.

No todo fue malo

Los recorridos por Jaboque, Juan Amarillo, Tibanica y Salitre no solo mostraron su cara negativa. A pesar de los impactos que hoy los hacen sucumbir, la fauna se impone con fuerza en estos ecosistemas capitalinos.

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En Jaboque, Humedales Bogotá encontró varios espejos de agua libres de agresores. “Después de las desembocaduras de los canales Los Ángeles y El Carmelo, se pueden ver áreas más despejadas, amplios espejos con buena presencia de aves acuáticas. Pudimos registrar mucha biodiversidad desde lo lejos”, anotó Escobar.

Algunas zonas de Jaboque le han ganado la batalla a la contaminación. Hoy son reservorios para las aves. Foto: Humedales Bogotá.

Durante el recorrido de cuatro horas, los ambientalistas encontraron 17 especies de aves, como la tingua pico rojo, monjita, cardenal, tordo llanero, pato canadiense, patos turrio, playero solitario, tingua pico amarillo, sirirí, carbonero, mirla, copetón, garza ganadera, golondrina sabanera, coquito, alcaraván y chamón, además de un curí.

Jaboque, a pesar de su contaminación, es un sitio de aves migratorias y nativas. Foto: Humedales Bogotá.

El 7 de marzo, Julio Aponte, uno de los guías de la fundación, encontró a una comadreja cerca al espejo de agua del barrio la Riviera, tercio alto-medio de Jaboque. “Nos dio mucha alegría este reporte, teniendo en cuenta que es una especie difícil de observar y con reducidas poblaciones en los humedales”, afirmó Escobar.

Una comadreja fue captada en uno de los cuerpos de agua de Jaboque. Foto: Humedales Bogotá.

En el humedal Salitre, el grupo de la fundación registró 13 especies de aves como gavilán aliancho, sirirí, mirla, copetón, garza ganadera, golondrina, chamón, carbonero, jilguero andino y tingua azul.

En el bosque protector, parte occidental de Salitre, Humedales Bogotá evidenció el crecimiento de árboles sembrados en 2018, algunos con más de cuatro metros de altura. “Gracias a la iniciativa de la administración del humedal, en cabeza de la Secretaría de Ambiente, se construyó un pequeño vivero”.

Una tingua azul nada tranquila en las aguas del humedal Salitre. Foto: Humedales Bogotá (@PattyGonzalez).

A pesar de la mole de concreto que agobia a Juan Amarillo, en el recorrido aparecieron aves como tinguas y patos canadienses en los espejos de agua que vienen recuperándose desde 2016, además de árboles entre los cuatro y seis metros de altura en un sector que antes contaba con hatos ganaderos.

Durante las tres horas que duró la inspección, 14 especies de aves hicieron presencia: pato canadiense, playero solitario, tingua pico amarillo, sirirí, carbonero, garrapatero, mirlas, copetón, garza, golondrina, alcaraván y chamón, al igual que 10 curíes en la chucua de los curíes, uno de los sectores más biodiversos de Juan Amarillo.

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Las aves siguen gobernando los humedales bogotanos. Foto: Humedales Bogotá.

Acciones positivas 

En la mesa distrital de humedales realizada el 28 de febrero, la secretaria de Ambiente del Distrito, Carolina Urrutia, le socializó a los miembros de Humedales Bogotá varias acciones en pro de Jaboque.

Informó que hay 16 procesos sancionatorios en curso. El borde sur quedó excluído de la construcción de un observatorio de ocho metros de alto y un área de 36 metros, para evitar así un mayor endurecimiento. Van a simplificar el sendero palafítico, 317 metros menos, eliminando las celdas complementarias”, anotó Escobar. 

La fauna de los humedales sobrevive en medio de la contaminación de las aguas. Foto: Humedales Bogotá.

En el bosque de las lechuzas, debido al efecto sobre la cobertura vegetal de la obra, la SDA detuvo la intervención. Según el experto, la entidad definió acciones de compensación como la construcción de cajas de anidación de aves rapaces, perchas para las lechuzas y recuperación de la cobertura vegetal deteriorada.

En la alameda la Florida, la SDA afirmó que se generarán 1.525 metros cuadrados de zonas verdes y no se construirán dos miradores para disminuir el endurecimiento. “El el jarillón de los Eucaliptos, la entidad hace el ajuste del diseño de los miradores, transformándolos en balcones que no demandan cimentación adicional. En el sector Unir II están contemplados la construcción de dos accesos, un sendero palafítico y un observatorio de avifauna y se reforzarán los cerramientos hacia el humedal”.

Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.