FAUNA
EN VIDEO: Osos de anteojos visitan reserva natural de Versalles
Francisco Ceballos, dueño de la reserva Bongo Negro, quedó maravillado con la presencia de un mamífero en las montañas de este municipio de Valle del Cauca. Sin embargo, denuncia que los cazadores están al acecho y las autoridades ambientales no han atendido su llamado.
A finales de julio, Francisco Ceballos decidió hacer un largo recorrido por varias de las áreas boscosas de Bongo Negro, una reserva natural de casi 200 hectáreas incrustada en las montañas de Versalles, municipio del Valle del Cauca. Algunos vecinos de la vereda La Aurora le habían comentado que por la zona merodeaban algunos osos de anteojos, una especie vulnerable a la extinción.
Luego de horas de expedición, jornada en la que lo acompañaron algunos amigos de la vereda, Francisco llegó a una zona con potreros ubicada en una finca contigua a la reserva. De repente, vio a lo lejos una mancha negra que empezó a moverse, hallazgo que agudizó sus sentidos. “Es un oso de anteojos, gritamos todos emocionados. Los niños que nos acompañaban no podían ocultar su alegría al ver al mamífero".
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El vallecaucano de 64 años sacó rápidamente su celular para grabar al oso, que al percatarse de la presencia humana prefirió ocultarse. “Como los niños se emocionaron tanto al ver al animal adulto, el oso se sintió repelido y fue alejándose hacia una zona boscosa bastante cubierta. La verdad todos quedamos sorprendidos, ya que ninguno había visto antes con sus propios ojos un oso de anteojos. No sentimos miedo, solo alegría”.
En Bongo Negro, Francisco lleva 13 años constituyendo tres corredores biológicos a través del aislamiento natural, es decir dejar que las aves y los animales esparsan las semillas para regenerar el bosque, acción que dejó brotar árboles nativos de especies como cedros amarillo, blanco, rosado y negro, lechosos, balsos, siete cueros y cerezos.
Oso de anteojos captado por cámaras trampa en la reserva Cerro Inglés en Versalles. Foto: sistema de monitoreo de la corporación Serraniagua.
“Las 10 cámaras trampa que tengo en la zona nunca habían registrado a un oso de anteojos. Sin embargo, ya habíamos visto algunas huellas en el suelo. Este oso transita por los corredores biológicos y su presencia nos indica que lo más probable es que sean más. Debe tener una familia consolidada en el bosque”.
Ceballos tiene la corazonada de que los osos de anteojos transitan por los corredores boscosos que conectan a varias fincas, como La Italia, La Montana, El Paraíso y La Gregoria, que hace parte de la reserva Bongo Negro. “Tenemos plenamente identificado ese corredor y creemos que por ahí se han estado moviendo los osos”.
La alegría del avistamiento duró poco. Cuando el video fue compartido en las redes sociales de varios de los habitantes de la zona rural de Versalles, empezó a correr el rumor que la noticia llegó oídos de los cazadores de fauna silvestre, quienes han sido grabados por las cámaras trampa que hay en Bongo Negro.
Francisco Ceballos ha logrado consolidar una reserva natural de casi 200 hectáreas en Versalles. Foto: Jhon Barros.
“En las veredas La Palma, La Aurora, Pinares y Tulcán, que hacen parte del corregimiento del Vergel, abundan los cazadores, personas que siempre están al acecho para ingresar a la reserva y afectar a la fauna, en especial a los mamíferos grandes. Un vecino que me ayuda a vigilar Bongo Negro me contó que los cazadores están muy interesados en encontrar al oso, porque supuestamente su grasa tiene poderes medicinales y cada libra de grasa la pueden vender en 200.000 pesos”, revela Ceballos.
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Hace dos meses, en terrenos de unas fincas ubicadas al frente de la reserva y por donde pasa la quebrada La Italia, los cazadores mataron a una leona de montaña o puma hembra. “Hay gente que está en la búsqueda de matar a los animales para lucrarse, sin importarles el daño que le causan a los ecosistemas”.
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Las montañas de Versalles son un hervidero de biodiversidad que Francisco vigila a diario. Foto: Jhon Barros.
Oídos sordos
Ceballos no se quedó de brazos cruzados. Primero le informó sobre el avistamiento del oso y el alto grado de amenaza en la que se encuentran los animales silvestres al grupo de monitoreo de Parques Nacionales Naturales (PNN), ya que Bongo Negro está ubicada en la zona de amortiguación del Parque Nacional Tamaná.
“Aunque fue muy querida, una funcionaria de Parques me respondió que su jefe no le permitía moverse al sitio porque la reserva no está dentro del área protegida, por lo cual me remitió a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), la autoridad ambiental en la zona”.
El vallecaucano fue hasta Cartago para radicar la denuncia ante la CVC, una respuesta que aún no llega. “Ya han pasado más de 25 días y no ha pasado nada, no responden. Ante esto, con la corporación Serraniagua, organización ambiental comunitaria que trabaja en los seis municipios del Valle del Cauca y Chocó que conforman la Serranía de los Paraguas, tenemos pensado tomar medidas basadas en la educación ambiental”.
En Bongo Negro, las cámaras trampa han captado mamíferos de gran porte como el puma. Foto: reserva Bongo Negro - corporación Serraniagua.
La estrategia de educación ambiental entre Bongo Negro y Serraniagua consiste en hacer tres reuniones en Puerto Nuevo, La Pamana y la reserva, para explicarle a la comunidad sobre el rol que cumple del oso de anteojos o andino en la conservación de todas las demás especies y la salud de la cadena trófica.
“El oso de anteojos es una especie sombrilla, es decir que su presencia es fundamental para el ecosistema y los demás animales. Queremos que la CVC, la Procuraduría Ambiental y Agraria y la Alcaldía de Versalles hagan parte del proceso, porque es fundamental que la gente entienda que conservar no es tener un monte o rastrojo baldío que es accesible para cualquiera pueda cazar o talar”.
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Este ciudadano con alma verde también convocará a los finqueros de la zona y a los dueños de las otras reservas naturales. “Tenemos pensado poner vallas con mensajes alusivos a los servicios ambientales que estamos garantizando con los procesos de conservación. La Alcaldía está en conversaciones para recibir unos guardabosques, los cuales nos podrían ayudar a vigilar a los cazadores que están al acecho de los mamíferos”.
Por los corredores de la reserva transitan manadas de mamíferos de gran porte. Foto: reserva Bongo Negro - corporación Serraniagua.
Algunos campesinos creen que el oso de anteojos ataca al ganado, una hipótesis que Francisco quiere desvirtuar. “En los pastizales que hay en la finca tengo como 50 reses, vacas que nunca se han visto agredidas por un oso u otro animal carnívoro. Estamos en conversaciones con una fundación experta en carnívoros para hacer un taller que sensibilice a la comunidad en el cuidado de la fauna silvestre y tome las medidas adecuadas para evitar posibles ataques”.
Hervidero biodiverso
En la parte alta de Bongo Negro, Ceballos ha visto pisadas de gran tamaño que corresponden a las huellas de un oso de anteojos. “No hemos podido identificar los arañazos que hacen los osos en los árboles ni han aparecido en las cámaras trampa. Pero con el reciente avistamiento corroboramos que sí habita en la zona y que deben haber más, porque la especie no es solitaria”.
Las imágenes de las 10 cámaras de la reserva corroboran la vasta biodiversidad que transita por los corredores biológicos de la reserva. Aparecen con bastante frecuencia animales de gran porte como pumas, tigrillos, pecaríes o zainos en manadas, tairas o zorros, cusumbos y osos hormigueros.
El puma es otro de los habitantes de las montañas de Versalles. Los cazadores ya han matado a varios en la zona. Foto: sistema de monitoreo de la corporación Serraniagua.
“También hemos visto animales más pequeños como muzaragas, armadillos cola de trapo y guatines, además de una enorme variedad de aves que son estudiadas por los expertos de Serraniagua y otras entidades”.
Toda esta biodiversidad está bastante amenazada tanto por los cazadores de fauna como por la sordera de las autoridades ambientales. “Parques Nacionales tiene una unidad de monitoreo del oso andino, pero la persona no ha podido venir porque no estamos dentro del área protegida y por la pandemia del coronavirus. Pero no podemos quedarnos quietos mientras nos ayudan, por eso trabajaremos duro en la estrategia de educación ambiental”.
Imponentes árboles nativos hacen parte del paisaje de Bongo Negro. Foto: Jhon Barros.
La historia de Bongo Negro
Cuando era adolescente, Francisco empezó a sentir un apego muy fuerte por el bosque subandino. Corría la década de los 70 y su padre Sigifredo Ceballos vivía aislado en la finca La Gregoria, terruño que visitaba esporádicamente.
Aunque el padre había destinado algunas áreas para la cría de ganado, el bosque mandaba la parada. Pasaron los años y los siete hijos de don Sigifredo empezaron a conformar su familia. Francisco se radicó en Bogotá, donde trabajaba como consultor en temas agropecuarios y de ordenamiento territorial.
Más del 80 por ciento de la reserva cuenca con bosque altoandino. Foto: Jhon Barros.
En 1997, don Sigifredo le comunicó a sus hijos que ya no podía hacerse cargo de la finca por su avanzada edad, por lo cual Francisco le propuso comprarle el predio. “Después de varios meses de intentos fallidos, mi papá accedió. Como un tributo a mi progenitor, decidí dedicarme a conservar el hábitat y propiciar la vida salvaje en su finca”.
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En los primeros recorridos por la finca, Francisco evidenció que las zonas altas y bajas estaban llenas de bosque subandino y con una alta presencia de animales de monte. Por eso tomó la decisión de radicarse primero en el casco urbano Versalles y destinar los fines de semana para estar en la reserva y habitar en la antigua casa de su progenitor.
En 2007, Ceballos compró varios terrenos aledaños a la finca La Gregoria, que juntos suman casi 200 hectáreas. “Mi ideal era conformar una reserva natural dedicada a la conservación y la investigación, por lo cual la bauticé como Bongo Negro, árbol insignia de la zona que antes abundaba”.
Francisco sueña con que Bongo Negro sea un centro para la conservación y la investigación científica. Foto: Jhon Barros.
El primer reto fue reverdecer las zonas peladas por el pisoteo del ganado y conectarlas con las partes altas y bajas de la montaña. “No fue un proceso de siembra. En 2012, con William Murillo, uno de los vecinos del corregimiento del Vergel, decidimos encerrar tres zonas con cercas para evitar que alguna vaca ingresara y dejar que la naturaleza hiciera lo suyo”.
Ocho años después, los tres corredores biológicos lucen hoy como colchones de bosque con diversas especies nativas, árboles de gran porte, orquídeas, bromelias y musgos. “De las casi 200 hectáreas de Bongo Negro, 85 por ciento está cubierto por bosque subandino, es decir más de 170 hectáreas. En la reserva nacen ocho quebradas que surten de agua a cuatro veredas del corregimiento”.
Ocho quebradas nacen en esta reserva incrustada en las montañas de Versalles. Foto: Jhon Barros.
Francisco ya radicó todos los papeles ante Parques Naturales para que Bongo Negro quede certificada como reserva natural de la sociedad civil. “Desde 2017, con el apoyo de Serraniagua, hacemos caracterizaciones en el bosque para identificar las especies que allí habitan, con lo que elaboramos el plan de manejo ambiental”.
A futuro, este caleño sueña con convertir a Bongo Negro en un centro de investigación y ecoturismo. “Queremos trabajar en varias líneas, como turismo científico, de naturaleza y de bienestar. En una huerta orgánica estamos produciendo mermeladas de mora, guanábana, maracuyá, uchuva y jengibre”, puntualiza el dueño de la reserva.
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El año pasado, Francisco fue reconocido por la Gran Alianza contra la Deforestación, iniciativa de Semana, el Ministerio de Ambiente y el Gobierno de Noruega, como uno de los tres héroes de los bosques por su trabajo de conservación y restauración en las montañas de Versalles.
Los tigrillos son otros de los mamíferos que hacen presencia en Bongo Negro. Foto: reserva Bongo Negro - corporación Serraniagua.