MEDIOAMBIENTE

Foro Económico Mundial pide cambiar sistemas que amenazan el 80% de las especies

El Foro Económico asegura que el uso de alimentos, tierra y océanos; la infraestructura y las actividades extractivas y de energía son sistemas que deben transformarse, pues impulsan los factores que ponen en peligro a casi todas las especies amenazadas del mundo.

20 de julio de 2020
La agricultura orgánica es una de las apuestas en las que debe trabajar el sector productivo a futuro.

A medida que el mundo se prepara para recuperarse de la crisis generada por la pandemia, se presenta también una gran oportunidad para cambiar la forma en que comemos, vivimos, crecemos, construimos y potenciamos nuestras vidas.

Así lo sugiere el Foro Económico Mundial (WEF por su sigla en inglés) que, en su informe El futuro de la naturaleza y los negocios, destaca la necesidad de transformar tres sistemas socioeconómicos que representan más de un tercio de la economía mundial y proporcionan hasta dos tercios de todos los empleos.

Se trata del uso de alimentos, tierra y océano; la infraestructura y el entorno construido y las actividades extractivas y la energía. De acuerdo con el informe, estos tres sistemas impulsan las amenazas que ponen en peligro casi el 80 por ciento del total de especies amenazadas o que tienen alguna posibilidad de riesgo.

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Por lo tanto, de acuerdo con el análisis del WEF, estas actividades tienen una gran oportunidad y responsabilidad para revertir la pérdida de la naturaleza. Pero, a la vez, tienen enormes beneficios si ponen en marcha una transformación en la forma como desarrollan sus modelos de producción y sus negocios.

"Estos tres sistemas socioeconómicos tienen la mayor responsabilidad de abordar la inminente crisis de la naturaleza y evitar sus devastadores costos sociales, sanitarios y económicos. También tienen el mayor potencial para tener un impacto en la prevención de la crisis, y para beneficiarse al hacerlo". 

Transiciones, la clave

Indica que a través de 15 transiciones estos sistemas pueden formar el plan de acción para lograr cambios positivos para la naturaleza que podrían generar hasta 10.000 millones de dólares cada año y crear 395 millones de empleos para 2030.


La forma de producir y consumir los alimentos es clave en las afectaciones a la naturaleza. Foto: Getty Images

En el sistema de uso de alimentos, tierra y océano, el Foro Económico plantea que para lograr un impacto positivo en la naturaleza se debe trabajar en las siguientes transiciones: Conservar y restaurar los ecosistemas naturales, pues es la manera de proteger la biodiversidad y hacerle frente al cambio climático; lograr una agricultura, productiva y regenerativa: las prácticas regenerativas restauran la fertilidad del suelo, mejoran los flujos de agua y aumentan la agrobiodiversidad de paisajes; mantener un océano sano y productivo; hacer un manejo sostenible de los bosques; promover un consumo compatible con el planeta y trabajar con cadenas de suministro transparentes y sostenibles.

Sostiene el informe que este sistema que incluye sus cadenas de suministro completas, representa alrededor del 12 por ciento del PIB mundial y 40 por ciento del empleo, pero ejerce una enorme presión sobre los límites planetarios, por lo que hace necesario actuar con miras a reducir sus impactos medio ambientales.

Infraestructura y entorno construido

En lo referente a infraestructura y el entorno construido, el mundo y las empresas deben apuntar a lograr un ambiente construido compacto, que es aquel que adapta estratégicamente la planificación y el diseño del uso del suelo para acomodar más infraestructura y más
personas en un área más pequeña. Esto se traduce en ahorro de tierra para la agricultura y la naturaleza.

Otras transiciones que se deben adelantar en este sistema son: migrar hacia diseños en los que la naturaleza esté en el centro y no solo los humanos; brindar servicios públicos urbanos compatibles con el planeta, cuyo objetivo debe ser gestionar de forma eficiente la contaminación del aire, el agua y los residuos sólidos en las áreas urbanas y usar la naturaleza como infraestructura, lo cual implica incorporar ecosistemas naturales existentes o restaurados en los proyectos.

De igual forma, trabajar en una infraestructura de conexión positiva para la naturaleza, que es aquella en la que se busca que la construcción de carreteras, ferrocarriles, tuberías, puertos y centros logísticos minimice los impactos en la naturaleza y la interrupción de los hábitats de las diversas especies

En lo que tiene que ver con el sistema socioeconómico de energía y las actividades extractivas, las transiciones en las que los negocios deben trabajar son las siguientes: desarrollar modelos circulares y eficientes con el objetivo de mantener productos y materiales en uso durante
el mayor tiempo posible y regenerar los sistemas naturales.

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La extracción de metales y minerales positivos para la naturaleza, es otra transición y está relacionada con el potencial para minimizar la gestión destructiva de la tierra y la puesta en marcha de prácticas tendientes a mejorar los esfuerzos de conservación para compensar los impactos en la biodiversidad. De igual forma, se debe trabajar en  lograr cadenas de suministro de que trabajen con materiales sostenibles y, finalmente, la descarbonización de la economía es necesaria y se debe trabajar en una transición energética positiva para la naturaleza.

El informe involucra los hallazgos realizados por Champions for Nature, una comunidad de líderes que interrumpen los negocios habituales para liderar el camino hacia una economía global positiva para la naturaleza. De igual forma, tiene en cuenta un estudio de Policy Companion que establece cómo los gobiernos pueden garantizar que la naturaleza sea integrada en las economías como parte de una nueva etapa a la que el mundo debe empezar a adaptarse.

Impresionante reducción

El Foro Económico Mundial llama la atención sobre cómo la naturaleza está disminuyendo a un ritmo sin precedentes, con casi un millón de especies en riesgo de extinción producto de las actividades humanas. "Los científicos han advertido que la selva amazónica, los arrecifes de coral y los biomas de los bosques boreales están acercándose a la cúspide de los puntos de inflexión irreversibles con efectos de largo alcance en la economía, la sociedad y la vida tal como la conocemos".

El análisis destaca que 44.000 millones de dólares de generación de valor económico, es decir, más de la mitad el Producto Interno Total del mundo, está potencialmente en riesgo como resultado de la dependencia de los negocios en la naturaleza y la pérdida de biodiversidad. Este colapso  de los ecosistemas está clasificado como una de las cinco principales amenazas que la humanidad deberá enfrentar en los próximos 10 años. 

De acuerdo con el informe, la ventana de acción se está reduciendo a un ritmo alarmante, mientras que el costo de la inacción está aumentando. Si bien la crisis humanitaria y de salud es una prioridad, el impacto de la misma en los medios de vida está poniendo una tensión adicional en la naturaleza.


La deforestación es una de las principales problemáticas que enfrenta el mundo y que ha llevado a la pérdida de biodiversidad. 

El análisis indica que ante la crisis que vive el mundo por cuenta de la pandemia, los gobiernos están redirigiendo fondos hacia otras actividades distintas de la conservación, además de que la pobreza rural va en aumento. De igual forma, se está dando una migración desde áreas urbanas que está trayendo más presión sobre la vida silvestre y los ecosistemas. "El foco global pasa de la crisis de salud a la económica y la  reconstrucción y recuperación del planeta corre el riesgo de quedar al margen", advierte el WEF.

"La covid-19 es un crudo recordatorio de cómo ignorar los riesgos biofísicos puede tener impactos catastróficos en la salud y la economía a escala global. Si los esfuerzos de recuperación no abordan las inminentes crisis planetarias: cambio climático y pérdida de la naturaleza, una ventana de oportunidad para evitar su peor impacto se perderá irreversiblemente", agrega el informe.

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Ante esta realidad, las empresas deben contribuir al desarrollo de hojas de ruta tendientes a abordar los nuevos desafíos que supone el comercio mundial, la producción y los patrones de consumo, así como los mecanismos de gobernanza y los valores y comportamientos de la sociedad. Esto, teniendo en cuenta que, según el informe de evaluación global de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia-Política sobre Servicios de biodiversidad y Ecosistemas (IPBES), en el mundo se registran cinco factores principales de pérdida de biodiversidad: cambios en el uso de la tierra y el mar, sobreexplotación de organismos, cambio climático, contaminación e invasión de especies foráneas.

Para el Foro Económico Mundial es claro que las empresas tienen mucho que ver en este panorama, pues a través de sus operaciones y cadenas de suministro, impactan directamente en la naturaleza. A través de cambios en el uso de la tierra y el mar, sobreexplotación o contaminación, sus actividades pueden tener consecuencias nocivas y duraderas para la naturaleza. Es por ello que los impulsores de la pérdida de biodiversidad deben abordarse urgentemente para detener la pérdida de la naturaleza.

Es claro que respondiendo a la profunda crisis social y económica que se genera por cuenta de la pandemia, se requiere modificar cómo vivimos, producimos y consumimos para lograr una resiliencia, carbono neutral, naturaleza positiva y detener la pérdida de biodiversidad para 2030.